jueves, 20 de octubre de 2011

Las comunidades sordas y sus lenguas

Valorar nuestras raíces. Es lo que la vida nos enSeña”.
Lema de la CumbreLSA, Buenos Aires, Argentina, 2007
En distintos países del mundo y desde no hace muchos años los lingüistas nos encontramos con objetos de estudio propios de nuestra formación y práctica, es decir, con lenguas transmitidas en la modalidad viso-espacial que carecían de descripción y explicación desde nuestra ciencia. Si el objeto formal de la ciencia lingüística es el lenguaje en general y el objeto material las lenguas particulares y naturales, los lingüistas nos encontramos con nuestra razón de ser: hacer gramáticas, diccionarios y análisis discursivos de lenguas recientemente descubiertas dado que nuestro interés radica en revelar las propiedades estructurales de los sistemas lingüísticos de las lenguas naturales. Me estoy refiriendo a las lenguas de señas de comunidades lingüísticas formadas por grupos de Sordos. Y dado que una lengua vehiculiza una cultura estos grupos evidenciaron un mundo simbólico, un mundo de significaciones también propio.
Lengua de Señas Argentina
Las señas están compuestas de elementos articulados secuencialmente y estratificados simultáneamente y consisten en una serie finita de configuraciones manuales, ubicaciones, direcciones, orientaciones y rasgos no-manuales. Estos haces de rasgos articulatorios se coarticulan en una matriz segmental que ha sido descripta por Liddell y Johnson (1985) como Movimientos y Detenciones, es decir, como M o D –Movement-Hold System. Cuando aplicamos el modelo Liddell-Johnson al análisis del componente fonológico de la LSA (Massone y Johnson, 1994; Massone, 1993) vimos que había segmentos que no podían ser descriptos ni como M ni como D. Análisis posteriores realizados por Johnson añadieron un tercer tipo de segmentos al que llamaron X y que Oviedo más precisamente denominó T o transiciones (Oviedo, 2001). La adición de un tercer segmento a la matriz segmental permitió resolver el problema. Los segmentos T son generalmente segmentos que debido a procesos fonológicos ven drásticamente reducida su duración. Hemos aplicado este modelo fonológico de análisis de los componentes de las señas también a la Lengua de Signos Catalana -LSC- y a la Lengua de Señas Uruguaya –LSU.
Es decir, que todas las señas de la LSA –como de toda LS- se producen en una determinada articulación en el espacio o en el cuerpo del señante –rasgo ubicación-, con una específica configuración de la mano –rasgo CM-, una posición de la o las manos con respecto al cuerpo -rasgo dirección-, una determinada posición con respecto al plano horizontal –rasgo orientación- y en ocasiones específicos rasgos no-manuales que son parte de la seña o lexema. Estos rasgos forman un haz que se produce en forma simultánea -fonema- y que se coarticula con otros haces formando la estructura secuencial de las señas -morfemas-, es decir, durante los M. Si la seña está formada por un único segmento simultáneo de rasgos será una D. Pero las señas pueden estar formadas por combinaciones de D, M o T. La estructura secuencial de las señas tiene capacidad contrastiva, es decir fonemática. Cada lengua de señas organiza estos elementos o rasgos en un sistema propio ya que cada lengua tiene su propio sistema fonológico. Es decir, que hay posturas de la mano y movimientos que son distintivos en una lengua de señas y no en otra.

 Figura 1: Verbo pronominal SEÑAR o seña sustantiva LENGUA-DE-SEÑAS –según el contexto- que los Sordos usan como nombre de su lengua y que en ocasiones forma frase nominal con la seña ARGENTINA. Esta seña se produce con ambas manos con un movimiento oscilatorio en forma alternada. El señante es Juan C. Druetta, líder Sordo de la comunidad y colaborador en mi proyecto de investigación.

La estratificación simultánea de los elementos lingüísticos y el uso del espacio son los dos aspectos más importantes de las lenguas de señas determinados por la modalidad viso-espacial. El espacio alrededor del cuerpo del señante es explotado en los distintos niveles de análisis desde el fonológico -localizaciones fonológicamente contrastivas-, el morfológico -morfología de concordancia verbal-, hasta el sintáctico -concordancia- y especialmente el discursivo –anáfora, referencia, deixis, coherencia.
La articulación en el cuerpo y en el espacio y los rasgos no-manuales juegan, entonces, un papel muy significativo ya que continuamente se manipulan ubicaciones y relaciones con esas ubicaciones entre los distintos componentes mencionados en cada una de las señas, actividades que hacen, a su vez, a su compleja estructuración gramatical. La utilización de este espacio varía según de qué lengua se trate y en la LSA según el tipo de interacción y de distancias sociales interpersonales: pública, privada o íntima. En el discurso político sordo, por ejemplo, el espacio es usado en su forma más amplia. En este espacio señante la sintaxis y el discurso se espacializan, es decir, el espacio sirve a propósitos sintácticos y discursivos y los R-loci -lugares en el espacio de localización de la referencia- son de naturaleza arbitraria y abstracta. Además es usado para expresar un determinado punto de vista y cambios en su uso pueden señalar diferentes niveles de significado o diferentes secciones del discurso.
La LSA es una lengua con orden canónico SOV, este orden es alterado por cuestiones semánticas y pragmáticas o comunicativas –como sucede con cualquier orden canónico en toda lengua. Hemos identificado las siguientes clases de lexemas: determinante, sustantivos, pronombres, verbos, adverbios, conjunciones, preposiciones, interjecciones y subordinante. Algunas relaciones preposicionales se marcan en verbos, hay señas que tienen múltiples funciones como los verbos de estado que pueden funcionar como adjetivos. He identificado un gerundio y un participio pasado y marcación de tiempo pasado perfecto y futuro. La LSA es una lengua altamente flexiva. Entre algunos de los aspectos de la gramática de la LSA que estamos actualmente estudiando figuran la coordinación y la subordinación, los clíticos, los procesos morfológicos, las funciones del espacio, la clasificación sistémica de los verbos, y comenzaremos junto con la lingüista María Marta García Negroni a realizar la primera gramática normativa de la LSA. Hemos descripto para la LSA elementos gramaticales que o bien no existen en otras LS o que aún no han sido descubiertos como la existencia de sufijos numerales, un marcador de concordancia, verbos cópula y verbos sufijazos.

Figura 2: LIBRO NO-ENTENDIÓ. “No entendió para nada el libro”. Enunciado de la LSA que muestra la existencia de construcciones simultáneas y verbos sufijados. La convención universal para escribir las LS es en mayúsculas y se denomina “glosa”. Las glosas son una aproximación al significado de las señas no una relación directa, constituyen solo una herramienta que la lingüística de la lengua de señas diseñó a los efectos de su análisis. Cuando existen rasgos no manuales, como en el caso de este enunciado, se marcan por encima de los constituyentes manuales del enunciado.
La LSA, como todas las lenguas de señas, es una lengua polisintética -como el Esquimal, las lenguas amerindias, algunas lenguas aborígenes, algunas lenguas caucásicas o el Kwakw'ala- (las lenguas polisintéticas son aquellas en la que se unen unas partes de la oración a otras formando palabras o señas de muchas sílabas), y aglutinante, es decir, una lengua con lexemas complejos formados por la juxtaposición de distintos formativos con límites claros entre ellos.
La Comunidad Sorda Argentina: el Homo Fabulans
¡El cuerpo es un uniforme! ¡El cuerpo es milicia armada! ¡El cuerpo es acción violenta! ¡El cuerpo es reivindicación de poder! ¡El cuerpo está en guerra! ¡El cuerpo se afirma como sujeto! ¡El cuerpo es un fin y no un medio!
¡El cuerpo significa! ¡Comunica! ¡Impugna! ¡Subvierte!”
Italo Calvino, Si una Noche de Invierno un Viajero
Elhomo fabulans, la condición de narrador, es la condición de posibilidad de la existencia social, es el lector modelo de todo discurso revolucionario. Más aún, como señala Mancuso (2007), el narrador así entendido es la metonimia misma del revolucionario. Un revolucionario es un narrador consciente de su poder enunciativo, es alguien que se reconoce como un sujeto narrativo con el derecho inalienable de enunciaciones semióticas alternativas, condición de posibilidad de toda eventual hegemonía alternativa. Los Sordos se están constituyendo desde hace unos años enhomo fabulans. Ya que como diría Gramsci (1975) no existe una hegemonía que sea absoluta.
Estas enunciaciones semióticas alternativas ayudan a los Sordos a ir construyendo en el momento actual prácticas significantes sustentadas que le dan materialidad a una nueva identidad, una identidad multiétnica y políglota -como toda identidad. Este nuevo escenario fruto del trabajo desde el año 1998 hasta el presente de los líderes Sordos argentinos reorganiza y produce prácticas transformadoras, como por ejemplo, por primera vez el diálogo con representantes gubernamentales e instituciones – Universidades- y fuera de las escuelas especiales. Son pues estos líderes Sordos aquellos narradores revolucionarios que a través del uso de la LSA en esferas públicas fuera del ámbito del sistema educativo logran cambio social. La ideología – en este caso el discurso dominante oralista- no está interesada en el cambio social, por lo tanto, sería impensable que todo el mundo hable lengua de señas –tampoco es el deseo de los Sordos. Sin embargo, los Sordos son conscientes que deben usar la LSA en cada y en todo contexto comunicativo, puesto que el usar la lengua es en sí misma una práctica social que produce cambio social. Y produce además efectos sobre el propio hablante, cuando un Sordo habla español lo aplasta el oralismo y la discapacidad, en cambio, cuando habla LSA ingresa al mundo del pluriligüismo y su pertenencia a una comunidad es un acto político performativo y de identidad.
Los Sordos están logrando así cuestionar la indecibilidad del signo introducido por el discurso dominante –el discurso oralista con sus valores discriminadores concebidos como trascendentales, naturales- es decir, deconstruyen ese discurso, le generan fracturas e introducen una nueva para-realidad. Ya no es más la LSA el máximo fetiche, la LSA atraviesa otros ámbitos más públicos, no endogrupales, los Sordos logran así desnaturalizar el signo e interpelar a la ideología y producen estrategias de subversión cuestionando la ilusión del significado trascendental propio de la ideología dominante u oralista.
El discurso político Sordo actual, los líderes Sordos, los hoy homo fabulans,hacen transparentes nuevas prácticas significantes en el intento de no anular la posibilidad del desdoblamiento. Los textos son ahora sitios de lucha en los que se negocian nuevos valores de sentido –común- (Raiter, 2003) que busca elcambio de creencias, conductas y actitudes con respecto y hacia los Sordos. Se plantea, pues, legitimar una lengua que se pensaba carente de gramática y reivindicar a un grupo humano como no discapacitado sino como minoritario con su propio mundo de significaciones.
El discurso político Sordo intenta cambiar las construcciones de saber a fin de alterar las relaciones de poder entre Sordos y oyentes. Le otorga un nuevo valor al signo "Sordo" que se desplaza semánticamente.
Este proceso de prácticas de subversión discursiva que se está dando en nuestro país desde los líderes Sordos si bien es un proceso social dinámico que obviamente expresa luchas y contradicciones internas como todo proceso social, representa hoy simbólica y prácticamente para toda la Comunidad Sorda argentina una etapa de descolonización de su propia subjetividad, una entrada en la libertad y un mecanismo de resistencia étnica. Y además una lengua minoritaria, como dice Luis Behares (comunicación personal) contiene los significados primordiales del grupo y, en ese sentido, funciona como lengua sagrada que no se enseña sino que se transmite. Identidad étnica que fue invisibilizada por el discurso dominante oralista, por el discurso médico hegemónico, que tendió a la fragmentación de su comunidad – lemas oralistas que rezaban no hace muchos años: no hay peor compañero de un niño sordo que otro niño sordo-, a la biologización de su ser social, por ese intento de homogeneizar y normalizar -congresos que aún hoy se denominan: Semana de lucha contra la sordera-, a la manipulación de sus cuerpos -prohibido hablar en LSA- y, por ende, a la violencia corporal -implantes y audífonos introducidos en sus cuerpos a pesar de ser investigaciones aún experimentales-, y a la violencia epistémica, a la opresión y a su conquista -neo-oralismo y español señado.
Es importante señalar que los valores introducidos en este nuevo discurso neo-oralista están escondidos, no se explicitan y se naturalizan las condiciones de discapacidad de los Sordos, si este nuevo neo-oralismo se acepta ya que parece incluir a la LSA -siendo solo español señado- el nivel de explotación es aún mayor porque para el sentido común la hegemonía oralista pareciera haber sido finalmente deconstruida. Y parafraseando a Baudrillard (1987), sucedería que las masas se sumen en una indiferencia extasiada, y nuevamente ocurriría como con el discurso dominante oralista una banalización espectacular y repetitiva, más de lo mismo que sigue discriminando (¡qué horror un déjà vu!).
Los Sordos, homo fabulans,son plenamente conscientes de este increíble poder de la ideología dominante y de su mundo de significaciones, y de estas influencias extralingüísticas que hacen a una política lingüística de abuso a la elaboración y mantenimiento de su lengua minoritaria y comunitaria y a su propia identidad y cultura.
Política lingüística que no garantiza ni la libre selección, ni la conservación, ni la emancipación, ni la reglamentación de coexistencia, ni la propagación como lengua natural a ser utilizada en cualquier situación, ni sus derechos humanos. Política lingüística que abusa, manipula, discrimina, privilegia otra lengua, prohíbe y tiene como fin la limpieza étnica y un lingüicidio. Impide, por lo tanto, la estandarización, la normalización, la planificación, la codificación, y la unificación de la LSA, ya que no establece el aparato para su uso: academias, medios de comunicación, administración, iglesia, aparato jurídico, constitución, legislación. Ya que para ello las influencias extralingüísticas deberían considerar valores éticos –no lingüicidas ni discapacitadores- y propender a una ideología política de aceptación del grupo Sordo como comunidad lingüística con su propia cultura y de la LSA como su lengua natural.
Algunas batallas se han ganado: la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad- si bien se los sigue tratando como discapacitados-, la Ley de Medios, algunas leyes provinciales que reconocen a la LSA (Córdoba, La Plata). Pero las instituciones: Universidades, aparato jurídico, aparato administrativo, la Iglesia, las escuelas, no garantizan la libre selección.
Por consiguiente, si bien, como dijera Gramsci, ninguna hegemonía es absoluta, los Sordos son conscientes del peligro, como bien señala Greimas (1973): “Todo discurso, desde el momento en que plantea su isotopía semántica particular, no es más que una explotación muy parcial de las considerables virtualidades que le ofrece el tesoro lexemático; ese discurso solo puede proseguir su curso si deja sembradas en el camino muchas figuras del mundo que fue rechazando, pero que siguen viviendo su existencia virtual, listas para resucitar ante el menor esfuerzo de memorización".
Es entonces que la comunidad sorda a fin de salir de su condición de subalterno y seguir produciendo cambio social, es decir ser políticamente performativos, debe –y quiere- ejercer poder político y convertirse en dirigente y resolver los problemas de su colectividad e imponer su concepción de mundo teniendo por eje su lengua y su patrimonio cultural, dar soluciones a los problemas dejados irresueltos e incrementar su cosmovisión a otras esferas –como bien están haciendo fuera de las escuelas especiales. El momento revolucionario aparece según Gramsci (1975) inicialmente a nivel político, cultural, ideal, moral pero traspasa a la sociedad en su complejidad embistiendo hasta su estructura económica, es decir, a todo el bloque histórico, esto es a las relaciones sociales de producción y a sus reflejos ideológicos. Esta nueva conciencia política de los Sordos es pues parte de una y de su determinante fuerza hegemónica.
Porque el peligro, retomando la idea de Greimas pero desde Bachtín – y siguiendo el crítico análisis que de la teoría verbal y discursiva de Michail M. Bachtin hace Mancuso (2005)- es que los textos- los discursos- son autorreferenciales o automodelizados, es decir, que todo texto de alguna manera no solo es siempre responsivo -responde a otros textos, procedentes y eventualmente venideros- y además colectivo, sino que también construye un código, es decir, un corpus de textos que funciona como un programa pragmático, un programa que prevé, genera, anticipa y asegura prácticas.
Y “el código es un potentísimo programa de inducción de comportamientos” (Mancuso, 2005) -esa existencia virtual de Greimas, esa memoria textual de Lotman, esa inercia textual de Bachtin. Aunque esa memoria textual nunca es absoluta y puede permitir que las voluntades individuales elijan otra opción sígnica, es por ello que el discurso político Sordo actual puede extrañarse y, por ende, diferenciarse del programa establecido por el discurso dominante. Pero no olvida, a su vez, que la cultura es iterativa, tiende a la repetición obsesiva y a una imposibilidad de no producción de diferencia, anula la diferencia.
Este juego paradójico entre repetición y diferencia ya fue marcado por de Saussure cuando habló de la mutabilidad e inmutabilidad del signo lingüístico: los significados se mantienen precisamente porque cambian. Recordemos la frase de Gramsci “ninguna hegemonía es absoluta”, nunca carece de contradicciones internas y esta es la condición de posibilidad de la emergencia de hegemonías alternativas.
Es por ello que los Sordos deben llevar su lucha a la esfera social a fin de adquirir capital simbólico, es decir, de producir conflicto de formas, choque de cadenas significantes. Y al decir de Bachtin (1929) diálogo: diálogo como conflicto, como manifestación de la asimetría, de la tensión y no de una dialéctica que resuelva ni produzca una síntesis, no de una dialéctica hegeliana, sino bachtiniana, postmoderna, lacaniana. Esta práctica dialógica tensionable podrá ser performativa políticamente, podrá producir textos agónicos con derecho a réplica, responsivos, y allí los Sordos producen el cambio social por medio de estas prácticas discursivas cuya no-continuidad sígnica constituye el núcleo ideológico –el nuevo signo que su nuevo discurso político performativamente crea al tomar autoconciencia de sí y al traicionar y pervertir los viejos patrones textuales e iterativos del discurso oralista. Y como diría nuevamente Bachtin es justamente la existencia de los patrones repetitivos y su posibilidad de apertura la que ha permitido esta diferencia textual.
El discurso político Sordo sigue buscando su individualización textual, su propio sentido común (Raiter, 2003) y no debe padecer los patrones colectivos iterativos –ideológicos- del discurso dominante –lo cual es realizado más allá de su conciencia-, no pedir solo respeto a su lengua y no discriminación, sino acción afirmativa y la construcción de un otro –el oyente- diferente a la conciencia que hoy tienen de él –también es un ser fragmentado, escindido, un sujeto fractalcomo dice Baudrillard (1987). Tener la plena conciencia de que textos producen nuevos textos en una semiosis ilimitada, textos que atraviesan las relaciones sociales establecidas por la hegemonía y la pueden desestabilizar, desafiar.
¿Cómo, cuándo y por qué se produce la fractura de esos patrones y cuál es el significado ideológico de la misma? Es en épocas de grandes crisis en que aumenta la signicidad de los textos (Lotman, 1979). Los grupos desfavorecidos están luchando por encontrar nuevas identidades en un mundo que pretende homogeneizarlos, a fin de poder encontrarse en casa en este mundo. Y esta situación es permanente e irreversible ya que deben enfrentar un mundo en permanente cambio en el cual los objetos, el dinero, el amor, el trabajo, etc., es evanescente. Esta angustia permanente es el gatillo que los lleva a buscar nuevas identidades en el afán de fragmentar la unidad del grupo dominante, la minoría capitalista/ del discurso dominante, la ideología. En esta búsqueda los excluidos obviamente resisten el discurso dominante a través de prácticas lingüísticas y manifestaciones socioculturales y dan origen a discursos emergentes que buscan crear una nueva pararealidad semiótica, discursos que disputan y cambian las referencias sociosemióticas de la red en la que aparecen, inaugurando, entonces, una nueva. Un discurso, como dice Raiter (1999) logra esta condición y pasa a convertirse en emergente cuando el discurso dominante no puede calificarlo de ningún modo y el dominante debe responder perdiendo así la iniciativa discursiva en manos del nuevo discurso.
El discurso político Sordo, el discurso de los científicos sociales comprometidos con su realidad no deben reencontrar mitos puesto que si lo hacen le sería socialmente funcional a la ideología. Sería un signo seguramente repetitivo, ya presente en la memoria textual, que no conformaría una nueva tensión textual y que la ideología dominante usaría para persuadir de que acepta la diversidad.
Utilizar algún valor de signos preexistentes o realizar prácticas en donde estuviese implicado sería legitimarlo nuevamente- ya que siempre fue parte del discurso dominante oralista, del discurso pedagógico-, no implicaría cuestionamiento, no se daría un nuevo sistema de referencias, el discurso perdería iniciativa discursiva. 
El discurso político sordo y el discurso de las ciencias sociales sobre este grupo deben luchar, pues, por su individualidad discursiva, marcar conflicto y tensión, intentar ser no iterativos, a fin de no convertirse en un nuevoready-made banal y solocool, no más que un nuevo trompe l¨oeil.
Referencias
. Baudrillard, J. (1987).L`Autre par Lui-Méme.París: Éditions Galilée.
. Bachtin, M. (1929). El Signo Ideológico y la Filosofía del Lenguaje. Buenos Aires: Nueva Visión, 1975
. Gramsci, A. (1975).Cuadernos de la Cárcel. México: ERA, Universidad Autónoma de Puebla 2001
. Greimas, A. J. (1973). En Torno al Sentido.. Madrid: Fragua,
. Liddell, S. y Johnson, R.E. (l985). American Sign Language: Phonological base. Sign Language Studies 64: 195-278.
. Lotman, I. M. (1979).Semiótica de la Cultura. Madrid: Cátedra.
. Mancuso, H. R. (2005).La Palabra Viva. Teoría Verbal y Discursiva de Michael M. Bachtin. Buenbos Aires: Paidós.
. Mancuso, H. R. (2007). Genealogía y deconstrucción del relato social moderno. En: Mancuso, H.R. (comp). Ars Poética, Ars Política. Arte, Política y Crítica Cultural (Argentina, 1920,1980). Buenos Aires: Miño y Dávila.
. Massone, M.I. (1993). Diccionario Bilingüe Lengua de Señas Argentina-Español-Inglés. Buenos Aires, Sopena Argentina. 2 vol
. Massone, M.I. y Johnson, R.E. (1994). Sistema para la descripción fonética de la Lengua de Señas Argentina. En: Massone, M. I. y Machado. E. M.Lengua de Señas Argentina. Análisis y Vocabulario Bilingüe. Buenos Aires: Edicial. 348 págs.
. Oviedo, A. (2001).Apuntes para una Gramática de la Lengua de Señas Colombiana. Cali, Colombia: Universidad del Valle and INSOR.
. Raiter, A. (1999).Lingüística y Política. Buenos Aires: Biblos.
. Raiter, A. (2003). Lenguaje y Sentido Común. Las bases para la formación del discurso dominante. Buenos Aires: Biblos.
. María Ignacia Massone, Centro de Investigaciones en Antropología Filosófica y Cultural del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas, e Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo.
El presente texto es una edición abreviada del original.
Por : por María Massone       

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