lunes, 30 de julio de 2012

Niños superdotados, ¿entre la exclusión y la discapacidad?

Descripción de la imagen:bebé  sentado a pila de libros
Existe una franja de niños comúnmente catalogados como “superdotados”, que pueden verse afectados por un abanico de discapacidades específicas cuyo diagnóstico no es fácil de determinar y cuyas necesidades educativas no alcanzan a ser satisfechas. Muchas veces el enfoque específico en sus discapacidades puede impedir el reconocimiento y el desarrollo de sus habilidades cognitivas, sufriendo la falta de una correcta estimulación y el riesgo de la exclusión escolar. No es extraño, entonces, encontrar una discrepancia entre el potencial académico de estos estudiantes y su rendimiento real en el aula. Para que puedan alcanzar su potencial, es imperativo que sus capacidades sean reconocidas y estimuladas
Sufren de estrés, angustia, acoso escolar por parte de sus compañeros, trastornos físicos, falta de motivación, aburrimiento. No logran sentirse comprendidos y esta frustración puede desencadenar toda una serie de trastornos de ansiedad, depresión o agresividad que terminarán perjudicando su desempeño escolar y social.
No se trata de estudiantes diagnosticados con trastorno de atención o hiperactividad, de aprendizaje o TGD; sin embargo, pueden compartir varios de los síntomas relacionados con estas dolencias y en muchos casos desarrollar discapacidades o trastornos asociados. Son niñas y niños “superdotados” o “de altas capacidades” que ante la falta de reconocimiento, atención de sus necesidades educativas especiales y una adaptación curricular individualizada, pueden padecer el fracaso escolar y anular sus potencialidades.
Lamentablemente, el prejuicio popular, muchas veces reproducido por los propios docentes, asume que los niños con alto coeficiente intelectual no padecen problemas de aprendizaje. No obstante, alrededor del 70% de los estudiantes con superdotación manifiestan un bajo rendimiento escolar debido a la falta de motivación y entre el 35% y el 50% fracasarán a nivel escolar o desertarán ante la angustia que les provoca ir a la escuela.
Por su parte, los padres de los niños superdotados se ven obligados a encarar un penoso batallar contra las escuelas, muchas veces por la vía legal, y denunciar la ausencia de equipos psicopedagógicos específicos para la atención de sus necesidades educativas especiales.
En tanto, los docentes de las escuelas convencionales se debaten entre la presión ejercida por los padres y la escasa o inexistente capacitación y consejería que reciben para poder contener y satisfacer estas demandas.
Mientras el sistema desoye sus necesidades y no acompaña sus potencialidades, los niños con superdotación que aún permanecen en las escuelas, pasan de aburrirse a llamar la atención, con el riesgo de desarrollar problemas de conducta, y sus compañeros, al percibirlos diferentes, los aíslan o los someten a bullying.
Con este panorama de por medio es difícil no preguntarse cómo es que un alto coeficiente intelectual, la curiosidad innata, el entusiasmo ante las tareas de interés y los desafíos, la intuición, el impulso autodidacta y el amor al aprendizaje puedan resultar en cualidades que no encuentren su espacio de desarrollo en el ámbito de la escuela tradicional.
Esto sin duda nos pone nuevamente ante el desafío de repensar las estructuras de enseñanza diagramadas para brindar un aprendizaje impersonal y homogenizador que ya no se condice con la realidad y los procesos evolutivos de los niños de hoy y de la sociedad.

Características generales e identificación
Se estima que alrededor del 2% de niñas y niños pueden ser catalogados como superdotados, pero más de un 98% de los casos podrían estar sin diagnóstico. Los especialistas han llegado a la conclusión de que es entre los 4 y los 7 años que los pediatras pueden realizar un diagnóstico fiable.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) precisa que para ser considerada como superdotada, una persona deben contar con un coeficiente intelectual superior a los 130.
Los primeros signos son detectados por los padres, quienes, al notar ciertas precocidades, deciden recurrir a su pediatra o a un psicopedagogo. De allí en más el profesional deberá realizar su análisis y decidir si será necesario esperar más tiempo para contar con un diagnóstico o si efectivamente se encuentra frente a un niño de alta capacidad, para ello habrá de distinguir entre un niño superdotado y un niño con talento académico, aplicado y estudioso.
Hasta entrada la década de los 80 se creía que el 80% de la inteligencia era heredada y que la superdotación se encontraba estrechamente ligada con factores genéticos. Pero con el correr de los años se fue comprobando que sólo el 50% de la dotación es hereditaria y la otra mitad se relaciona con el entorno y la buena educación recibida.
Las psicopedagogas francesas Arielle Adda y Hélène Catroux elaboraron una tabla que resumiría los rasgos generales que caracterizan a los niños con esta condición para la publicación española “Muface”, teniendo en cuenta los siguientes rasgos:
- Suelen empezar a caminar, leer, sumar y restar precozmente, con poca o ninguna ayuda.
- Entienden pronto los matices del lenguaje y utilizan un vocabulario avanzado, por lo que expresan sus ideas con una facilidad y claridad impropias de su edad.
- Demuestran una gran curiosidad y creatividad. Son observadores e investigativos, hacen preguntas constantemente y consultan libros de referencia, diccionarios y enciclopedias.
- Aprenden con mucha rapidez y tienen una excelente memoria, sobre todo para lo que les interesa. Sorprenden a padres y profesores reteniendo información diversa y recordando detalles durante largos períodos de tiempo.
- A veces se distinguen de los demás por tener un pensamiento creativo, es decir, ideas originales y divergentes, con lo que son capaces de percibir una determinada situación de muchas formas diferentes.
- Aunque pueden ser introvertidos, son casi siempre muy independientes y suelen atesorar capacidad de liderazgo.
- Pueden sobresalir en una o varias asignaturas, y generalmente rinden muy bien en el colegio si están debidamente motivados. De lo contrario, muestran pérdida de atención y se aburren fácilmente.
- Sus intereses y aficiones son diversos y muy variados, pero muchas veces están enfrascados en sus temas y se muestran ajenos a todo lo que les rodea.
- Tienen excesiva carga de energía. Frecuentemente están alerta y parecen ansiosos, explorando intereses más allá de las limitaciones habituales de los niños de su misma edad.
- A menudo muestran inestabilidad emocional, así co-mo resistencia a la autoridad si ésta es impositiva.
Más allá de estas características generales, los niños superdotados pueden reunir un amplio abanico de particularidades y trastornos asociados que les impidan un adecuado rendimiento académico y un desarrollo social y emocional pleno. Según la especialista española Yolanda Benito, Doctora en Psicología, Directora del Centro Psicológico y Educativo Huerta del Rey de Valladolid y Presidenta de la Federación Iberoamericana para la Educación de Alumnos Superdotados y con Talento, “el desequilibrio interno y social del niño superdotado puede ser fuente de problemas, lo que no quiere decir que deba considerarse en sí como anormal. Sin embargo, sí puede suscitar la aparición de conductas más patológicas: los niños superdotados parecen, pues, estar sobrerrepresentados en la población de niños con problemas (Prat, 1979). Los síntomas más frecuentemente encontrados son la inestabilidad y el paradójico fracaso escolar (Ajuriaguerra y Marcelli, 1987). En todos estos casos, la discronía entre la edad cronológica y la edad mental, así como la vivencia de las experiencias escolares como frustrantes, en lo referente a los niveles de aprendizaje y a su entorno social, hacían que los síntomas de los trastornos alcanzaran mayor virulencia”.
En estos casos y en cuanto a los niños superdotados con discapacidades no asociadas, los métodos de identificación habituales (las pruebas estandarizadas y las listas de observación) no son adecuados para detectar la superdotación y sacar a la luz el potencial oculto.
Por sólo dar algunos ejemplos, los niños con dificultades de audición no pueden responder a instrucciones verbales o pueden carecer de un vocabulario que refleje la complejidad de sus pensamientos; los niños con trastorno del lenguaje no pueden responder a las pruebas que requieren respuestas verbales; los niños con problemas de visión pueden mostrarse incapaces de encajar en ciertas medidas de desempeño y los niños con discapacidades de aprendizaje pueden mostrar un alto nivel de vocabulario pero encontrar dificultades para expresarse por escrito (Whitmore & Maker, 1985).
Por otra parte, los niños superdotados con discapacidades a menudo utilizan sus talentos para tratar de sobreponerse a la discapacidad. Esto provoca que ambas condiciones puedan no verse en su verdadera dimensión: la discapacidad puede aparecer menos grave porque el niño está utilizando todo su potencial para hacerle frente, mientras que los esfuerzos desplegados para sobrellevar su discapacidad pueden dificultar otras expresiones de la superdotación. Ante un mapa que presenta tantas complejidades, podemos percibir la urgencia que impera en poder contar con profesionales especializados y programas de Educación que puedan colaborar con la detección de la superdotación y sepan elaborar estrategias de derivación para un análisis personalizado.

Altas capacidades y problemas de aprendizaje
Si bien cada vez se conoce y se aprende más acerca de los niños que “no encajan en el molde”, se puede observar que el sistema educativo en general no está diseñado para atender las necesidades del niño superdotado y más aún si tiene una discapacidad asociada o no.
De allí que no resulte fácil para un docente discernir si se encuentra frente a un niño con problemas de aprendizaje o si detrás de su condición se esconde una superdotación invisibilizada.
Los niños superdotados con problemas de aprendizaje reúnen una condición conocida como “doble excepcionalidad”. Algunas de las características que se deben tener en cuenta para identificar a estos niños son los siguientes:
- Evidencia de un gran talento o habilidad, en discrepancia entre el rendimiento previsto y real.
- Problemas para llevarse bien con sus compañeros y evidencia de una baja autoestima (Brody y Mills, 1997).
¿Es posible entonces que un niño pueda etiquetarse como superdotado y tener a la vez problemas de aprendizaje? ¿Puede un estudiante brillante tener dificultad para leer o escribir, con la ortografía, el cálculo, o la organización de sus tareas?
Muchas personalidades eminentes han atravesado durante su infancia distintos problemas de aprendizaje, aun habiendo dado sobradas pruebas de su sobredotación. Uno de los más claros referentes de esta situación es el científico Albert Einstein, quien recién fue capaz de hablar a los cuatro años y no alcanzó a leer hasta los siete.
“El concepto de que un estudiante pueda tener diferentes habilidades y necesidades en el arte y en matemáticas no es difícil de aceptar y comprender para la mayoría de la gente. Sin embargo, no resultará sencillo aceptar el concepto de que la superdotación de un alumno pueda estar vinculada con sus dificultades de aprendizaje, por ejemplo en el caso de un estudiante cuyo nivel de lectura está muy por encima del nivel de su grado, pero que tiene grandes dificultades con la ortografía y la escritura, esto es más complejo de asimilar para la mayoría. Y las implicaciones para organizar los programas de estudio para estos dos tipos de estudiantes (es decir, aquellos cuyo talento y la discapacidad se encuentran en áreas relacionadas o no relacionadas) son muy diferentes. Los estudiantes cuyos talentos y discapacidades se superponen en las áreas académicas son quienes tienen más probabilidades de ser mal interpretados, desatendidos, y necesitar de servicios especiales”, aseguran Linda Brody y Carol Mills (Gifted Children with Learning Disabilities: A Review of the Issues, 1997).
Según el prestigioso psicologo canadiense Albert Bandura (1982), una cuestión significativa que debe ser abordada cuando se trata de evaluar a estos niños es el concepto de autoeficacia. La autoeficacia es la capacidad que una persona desarrolla para organizar y llevar a cabo alguna acción. Los niños con alta dotación y discapacidades del aprendizaje pueden manifestar un amplio y saludable sentido de autoeficacia, y si los contenidos se le presentan de un modo estructurado, dividido en tareas manejables, puede alcanzar con facilidad el éxito en sus metas.
La especialista norteamericana Amanda Snelling afirma que la gran inteligencia de estos niños “puede pasar desapercibida durante años, al igual que su discapacidad de aprendizaje, lo que acarrea dificultades en la realización de tareas en el aula y falta de motivación”. Para Snelling, es posible que estos niños logren mostrar en sus hogares una inteligencia creativa impresionante que no se condice con las calificaciones que reciben en la escuela.
Los estudios sobre esta doble condición han concluido que el ambiente óptimo para los niños con altas capacidades y problemas de aprendizaje es aquel que acepta las diferencias y proporciona ayudas puntuales para el problema de aprendizaje. Un tutor que pueda trabajar de manera personalizada podría ser muy útil para acompañar el proceso, servir de nexo para con el docente titular y ayudar a alcanzar resultados más exitosos.
Además, a estos niños se les deben ofrecer todas las posibilidades de exponer sus propias preferencias y deseos. Su inteligencia los ayudará mucho, ya que pueden entender las implicaciones de su discapacidad para el aprendizaje y por lo tanto lidiar mejor con ella.
Susan Baum, referente en la materia y autora del libro “Ser superdotado con trastornos de aprendizaje: Estrategias para ayudar a los estudiantes brillantes con dificultades de aprendizaje, ADHD, y más”, ha sabido analizar el tema con gran agudeza y ayudar a los docentes para dar con estrategias que les permitan trabajar con estos estudiantes especiales. En su libro, Baum aconseja tener en cuenta los siguientes ítems:
- Ofrecerles variedad de opciones para la comunicación de ideas. La escritura no es la única manera de comunicarse, todo aprendizaje puede ser expresado y aplicado en una variedad de modos. Diapositivas, exposiciones, murales, producciones audiovisuales, son algunos ejemplos.
- Encontrar fuentes de información que sean apropiadas para los estudiantes que pueden tener dificultades para leer. Algunos ejemplos son las visitas, entrevistas, fotografías, historias gráficas, películas, conferencias, o la experimentación.
- Estos estudiantes tienen dificultad para organizar y administrar el tiempo de estudio, es necesario proporcionarles estrategias de gestión de sus tareas.
- La tecnología puede proporcionar medios eficaces para organizar y acceder a la información, aumentar la precisión en las matemáticas y la ortografía, y mejorar la calidad visual de las tareas y trabajos prácticos.
- Ayudar a los estudiantes que tienen problemas en la memoria a corto plazo a desarrollar estrategias para recordar, como por ejemplo el uso de la mnemotecnia y las técnicas de visualización.

TDHA y trastornos asociados
Algunas investigaciones han indicado que en muchos casos, un niño es diagnosticado con TDAH (Trastorno Disatencional con Hiperactividad) cuando en realidad se trata de un niño superdotado y sus características son en realidad una reacción ante un plan de estudios inadecuado (Webb & Latimer, 1993).
Ahora bien, ¿qué características entonces pueden compartir estas dos condiciones?
Según el criterio de los especialistas, los estudiantes superdotados que están aburridos, poco estimulados y que reciben un plan de estudios inadecuado pueden presentar las siguientes conductas y actitudes:
- Problemas de atención, distracción y “soñar despierto” cuando se aburre.
- Baja tolerancia a la persistencia en tareas que le parecen irrelevantes.
- Comienza muchos proyectos pero son pocos los que realiza hasta el final.
- Su carácter puede dar lugar a luchas de poder con las autoridades.
- Nivel de actividad alto, puede necesitar menos horas de sueño.
- Dificultad para restringir el deseo de hablar.
- Cuestiona las normas.
- Pierde sus cuadernos y tareas, olvida los deberes, es desorganizado.
- Altamente sensible a las críticas.
- Sus problemas de conducta están relacionados con situaciones específicas (Cline, 1999; Webb & Latimer, 1993).
A partir de estas pautas, el siguiente paso es poder diferenciar entre superdotación y TDAH. Según los especialistas, uno de los puntos centrales es poder discernir si el niño es capaz de concentrarse cuando se encuentra interesado en la actividad.
También es importante evaluar si al niño se le presentan los contenidos de una manera que no le resultan desafiantes. Aquí es donde el docente o el psicopedagogo deberán implementar modificaciones en el plan de estudios o en la forma en que se trasmiten los contenidos, para cotejar si se producen o no cambios en las conductas ina-propiadas.
Del mismo modo es necesario comprobar si los comportamientos de desatención o hiperactividad se producen en determinados momentos del día, durante ciertas actividades, con algunos profesores o en ciertos ambientes.
Desde ya que también existe la posibilidad de que un niño tenga una superdotación y al mismo tiempo haya desarrollado TDAH. Puede suceder que los talentos del niño que logran evidenciarse en diferentes áreas logren enmascarar el TDAH, como también es posible que los profesores tiendan a centrarse en los comportamientos disruptivos de los alumnos superdotados con TDAH, y no puedan identificar los indicadores de altas capacidades. En este sentido ambas condiciones pueden ensombrecerse, ocultarse mutuamente.
Por estos motivos y ante signos que puedan evidenciar ambas condiciones, el diagnóstico de TDAH en los niños superdotados debe ser realizado o confirmado por un equipo multidisciplinario que incluya al menos un médico capacitado en la diferenciación de las psicopatologías infantiles y un profesional que entienda el rango normal de las características del desarrollo de los niños superdotados.
La investigación disponible sugiere que no se debe asumir que todas las intervenciones recomendadas para los niños con TDAH son apropiadas también para los niños superdotados. De hecho algunas de las intervenciones comúnmente recomendadas para niños con TDAH pueden empeorar los problemas de los niños con TDAH con superdotación (Luna, 2002). Por ejemplo, los niños superdotados tienden a preferir la complejidad, si se les reduce el tiempo de trabajo y se les simplifican las tareas pueden aumentar su frustración.
En este caso el reto de los pedagogos será presentarles un nivel apropiado de desafío intelectual, con apoyos e intervenciones para hacer frente a su falta de madurez social y emocional.

Algunas pautas de apoyo
Ya sea por falta de capacitación o de recursos económicos y didácticos, los docentes no se sienten preparados para afrontar las necesidades de estos niños que reúnen una doble condición que puede resultar tan paradójica en sí misma, o al menos dentro de la perspectiva tradicional de evaluar el rendimiento académico.
Estos alumnos cuentan con el derecho de ser contenidos y estimulados dentro de su clase y dentro del horario escolar, a través de una propuesta cooperativa donde las diferentes competencias puedan acompañarse en armonía.
La mayor parte de los especialistas recomienda que tanto padres como docentes tengan la capacidad de preguntar al niño acerca de sus sentimientos y deseos, que lo ayuden a encontrar una solución creativa personalizada, transmitiéndole a su vez un sentimiento de comprensión, amor y seguridad.
Igualmente se invita a apoyar y elogiar los esfuerzos realizados por el niño que tiendan a la superación de sus dificultades, ayudándolo a ayudarse a sí mismo a través de la autogestión de sus tareas y el acompañamiento en sus intereses.
Es muy importante que padres y educadores puedan brindar oportunidades para que el niño pueda trabajar con las cosas que disfruta, a la par que se le presenten nuevos saberes y experiencias que le permitan ampliar los intereses.
Del mismo modo, se aconseja mantener una variedad de recursos dentro del hogar, ya sea fomentando el talento artístico, proporcionando variedad de materiales de exploración, creación y juego o compartiendo actividades recreativo/educativas, como ver documentales o compartir lecturas familiares.
Estimular el dinamismo y la diversidad de contenidos, ayudar a la adutoadministración de tareas y metas, mantener encendidos los desafíos y mostrar que los conocimientos son experiencias vivas e integrales que siempre muestran facetas por descubrir, favorecer los espacios de juego y esparcimiento como ámbitos donde también se puede aprender, promover la actividad física, las vivencias placenteras y el relacionamiento con otros niños que compartan los mismos intereses son pautas que también se pueden promover desde el hogar y que ayudarán a apuntalar el trabajo llevado a cabo por los docentes y los profesionales.
El intercambio de experiencias entre padres que comparten las mismas problemáticas, retos y experiencias, también puede proporcionar un espacio para el desarrollo de estrategias y abordajes familiares para acompañar positivamente los procesos de los niños.
La superdotación asociada o no a la discapacidad, nos ayuda a ampliar las perspectivas sobre la necesidad de dar con una educación más integral, dinámica, inclusiva y ecléctica y menos y academicista y resultista.

Luis Eduardo Martínez
martinez_luiseduardo@yahoo.com.ar

No hay comentarios:

Publicar un comentario