martes, 25 de septiembre de 2012

Capacitación en habilidades sociales para jóvenes con autismo


Descripción e la imagen: Rostro e niño

Se sabe que la intervención temprana puede cosechar frutos significativos para los niños con autismo, pero una nueva investigación indica que los adolescentes con este trastorno también son capaces de aprender habilidades sociales y retenerlas a largo plazo si son estimulados correctamente. Los nuevos programas de capacitación en habilidades sociales enseñan, con buenos resultados, a interactuar en situaciones sociales cotidianas a través del juego y de experiencias concretas.
  Uno de los desafíos más significativos para las personas con Trastornos del Espectro Autista (ETA) es la dificultad en la interacción social. Además de los posibles trastornos del habla y el lenguaje, se suma una “barrera” que dificulta la empatía necesaria para interpretar lo que otra persona podría estar sintiendo o pensando. La mayoría de las personas puede observar a sus interlocutores y adivinar, a través de la combinación del tono del habla y del lenguaje corporal, aquello que “realmente” les pasa.
Pero para una persona con autismo, esta facultad se encuentra vedada y no puede acceder a esta información sin un debido entrenamiento. Esta “barrera” puede llevar incluso a las personas con autismo de más alto funcionamiento a cometer un mal desempeño social que puede causarle todo tipo de problemas. Como ejemplo de ello podemos encontrar que estas personas pueden herir los sentimientos de otra sin darse cuenta, realizar preguntas inadecuadas, comportarse de forma extraña ante otra persona que desconoce su condición y, en general quedar expuestos a situaciones de hostilidad, burla, acoso y aislamiento social.
Si bien se ha establecido que la intervención temprana puede cosechar grandes recompensas en el desarrollo de los niños con autismo y sus destrezas para la interacción social, una nueva investigación indica que los adolescentes con este trastorno también serían capaces de aprender las habilidades necesarias para mejorar su de-sempeño social y lograr retenerlos a largo plazo.Los hallazgos provienen de un estudio publicado recientemente y en el que un grupo de investigadores de la Universidad de California (UCLA), Estados Unidos, dieron seguimiento a un conjunto de jóvenes con autismo de alto funcionamiento que participaron en un programa de habilidades sociales de 14 semanas de duración. A lo largo de una serie de sesiones semanales de 90 minutos, los estudiantes fueron entrenados para interactuar en situaciones sociales del mundo real a través de juegos de rol y tareas simples, como invitar a un amigo a casa y oficiar de anfitriones.
Mientras los jóvenes realizaban estas prácticas, sus padres también asistieron a sesiones especiales para aprender a entrenar correctamente a sus hijos en 
casa.Según testimonio de maestros y familiares, una vez concluido el entrenamiento, los estudiantes mostraron un mejor funcionamiento social y ampliando su capacidad de socializar y hacerse de nuevos amigos.
Cabe destacar que al realizarse una evaluación de seguimiento que se llevó a cabo a las 14 semanas de realizado el programa, los adultos cercanos a los jóvenes indicaron que los participantes tenían cada vez menos problemas de comportamiento. Es más, según informaron los investigadores en la publicación científica “Journal of Autism”, los adolescentes continuaron utilizando sus nuevas habilidades sociales y en algunos casos mostraron una mejora significativa en su desempeño social.
Para Elizabeth Laugeson, profesora clínica, asistente de psiquiatría en la UCLA, quien dirigió el estudio "esta es una noticia emocionante que demuestra que los adolescentes con autismo pueden aprender habilidades sociales y que las herramientas incorporadas siguen siendo utilizadas incluso después de terminado el programa, mejorando su calidad de vida y ayudándoles a desarrollar relaciones significativas que les permitan sentirse más cómodos dentro de su mundo social".
A continuación nos adentraremos en las nuevas tácticas para promover habilidades sociales en jóvenes y adolescentes y veremos qué tipo de actividades son las más indicadas para ello.¿En qué consiste la capacitación en habilidades sociales?
Es común que padres y pedagogos pongan el acento para que los jóvenes con Trastorno del Espectro Autista (TEA), sobre todo los que tienen un alto funcionamiento, puedan alcanzar un buen desempeño en todo lo relacionado con el rendimiento académico.
La integración escolar se convierte entonces en el mayor objetivo, con el riesgo de pasar por alto el desarrollo de las habilidades sociales.
Todo el énfasis puesto exclusivamente en la estructuración de ritmos y procesos de aprendizaje provoca que muchas veces los adolescentes queden a la deriva, excluidos de todas las dinámicas que se llevan a cabo en los recreos y los demás espacios no estructurados, transformándolos en entornos sociales que se vuelven sumamente complejos de habitar por carecer de las herramientas y el entrenamiento adecuados.Por otra parte, esta falta de integración que muchas veces deriva en episodios de bullying, malos entendidos, aislamiento, ansiedad y depresión, podrá a su vez repercutir negativamente en  lo académico, traduciéndose como malas calificaciones o ausentismo. Las estadísticas muestran, por sólo citar un ejemplo, que los niños con Síndrome de Asperger están expuestos a un 94% más de posibilidades de ser intimidados en episodios de acoso escolar que otros niños sin trastornos del desarrollo.
Los datos muestran que esta franja estudiantil está sometida a episodios de victimización 1-2 veces a la semana, ya sea durante los  recreos o a la salida de clases.
En las últimas décadas, muchas investigaciones han indicado que el deterioro social es una característica común de este colectivo, y que una percepción errónea es considerar que estos niños no tienen interés en relacionarse con los demás. Los niños con TEA no eligen enemistarse, sino que al no recibir el adecuado estímulo van perdiendo el conjunto de habilidades que son esenciales para el desarrollo de relaciones significativas con sus pares.
Esta pérdida o falta de habilidades puede traducirse en déficits sociales comunes, como ser la falta de apertura y cierre de una conversación, iniciativa para la interacción con compañeros, problemas de decodificación de las expresiones faciales y el lenguaje corporal, la falta de observación e imitación de la conducta social adecuada en situaciones específicas.Para poder superar estas falencias, los jóvenes deben ser capacitados de forma explícita y tener la oportunidad de practicar una y otra vez con la debida  orientación y persistencia a través de un programa de entrenamiento adecuado. Las habilidades sociales que estos adolescentes puedan cultivar serán de vital importancia para su futuro laboral y comunitario.
Los profesionales que suelen promover las técnicas para la mejora de las habilidades sociales pueden ser tanto trabajadores sociales, psicólogos como terapeutas ocupacionales y del habla que se especializan en trabajar con personas con autismo.
Si bien no hay un único método reconocido, las prácticas recomendadas deben contemplar el conjunto de técnicas capaces de promover habilidades de interacción social que van desde las básicas (tales como el contacto visual) a las habilidades más complejas y sutiles (la iniciativa para los vínculos).En el ámbito escolar, la terapia de habilidades sociales pueden consistir en actividades de grupo (por lo general a través de juegos, intercambios y ejercitando la conversación) tanto con compañeros que comparten la condición como con jóvenes con desarrollo típico.
Los grupos pueden ser supervisados por psicólogos escolares y pueden llevarse a cabo tanto en el aula como durante el recreo. Más allá del ámbito escolar, los grupos para la promoción de habilidades sociales son similares en cuanto al estilo, pero los jóvenes son agrupados por edad y capacidad, pudiendo recibir programas específicos y personalizados.
En el proyecto de la UCLA, según comenta la Prof. Laugeson “cada clase es muy estructurada y las habilidades se dividen en pequeñas reglas y pasos de etiqueta social que brindan a los adolescentes las acciones específicas que pueden tomar en respuesta a una situación social”. Este programa lleva ya varios años en funcionamiento y se caracteriza por enseñar las técnicas de socialización utilizadas comúnmente por los adolescentes tipo, y no lo que los adultos piensan que los adolescentes deben hacer. Por ejemplo, si los adolescentes con TEA son objeto de burla, "la mayoría de los adultos aconsejan a los chicos que ignoren a quien los acosa y notifiquen el suceso a un adulto, pero el problema es que cuando se consulta a los jóvenes que suelen sufrir burlas si esta estrategia funciona, suelen decir que no. En este curso, por el contrario, se enseña a los chicos a brindar respuestas cortas que los ayuden a “no morder el anzuelo” y lograr esquivar las burlas.
Pero para la terapeuta norteamericana Michelle García Winner, incluso es necesario ir aún más allá. García Winner se especializa en logopedia y en el tratamiento de personas con déficits cognitivo-sociales, autismo de alto funcionamiento, síndrome de Asperger y trastorno de aprendizaje no verbal.
En el año 1995 comenzó a enseñar un método llamado “Social Thinking” (Pensamiento Social) con un grupo de estudiantes brillantes de escuela secundaria; su proyecto nació de la necesidad de acompañar a estos estudiantes destacados, pero que estaban completamente perdidos en cuanto a lo social".  Para García Winner no bastaba que estos chicos recibieran pautas de comportamiento, sino que necesitaban saber por qué deben utilizar esas habilidades. El “pensamiento social” es lo que ponemos en marcha cuando nos relacionamos con otras personas: nosotros pensamos acerca de ellos. Y nuestra forma de pensar acerca de las personas afecta la forma en que nos comportamos, que a su vez afecta el “cómo” responden los demás a nosotros, que a su vez afecta a nuestras propias emociones. Según esta metodología, la mayoría de nosotros hemos desarrollado nuestro sentido de la comunicación a partir del nacimiento, gracias a una constante observación y la adquisición de información social que nos enseña a  responder  adecuadamente ante nuestro entorno. “He desarrollado el concepto de “Pensamiento Social”, porque me di cuenta de que no tenía un vocabulario para hablar de las expectativas sociales de una manera explícita. Nosotros simplemente esperamos que el comportamiento de las personas sea socialmente apropiado. Solemos explicar a los estudiantes que deben "respetar, cooperar y negociar" con los demás, pero cuando realmente nos detenemos a pensar en estos términos, nos damos cuenta de lo difícil que es definirlos. Cuando decimos a un estudiante que debe ser más “respetuoso”, él o ella no saben lo que realmente se supone que esperamos de su comportamiento”, manifiesta la logopeda.Para entender mejor cómo se toma la correcta perspectiva en un entorno de grupo, García Winner desarrolló un conjunto de herramientas resumido en dos estrategias.
La primera de ellas se llama "Los cuatro pasos en la toma de perspectiva”, donde ayuda a entender el proceso a través del cual establecemos una correcta empatía y captación del otro teniendo en cuenta la relación con el espacio. Para ello la especialista pone el ejemplo de dos personas que comparten un ascensor:
Paso 1: “al ingresar al espacio tengo que pensar un poco acerca de la otra persona, como seguramente ella tendrá algún pensamiento sobre mí”.
Paso 2: “me pregunto: ¿Por qué está cerca mío, ¿Cuál es su propósito? ¿Tiene intención de hablar conmigo?”.
Paso 3: “me pregunto lo que la otra persona estará pensando de mí”.
Paso 4: “Imagino cómo yo quisiera que el otro piense sobre mí, pienso qué debo hacer y posiblemente modifico mi comportamiento para que la otra persona piense de mí como yo deseo”. Una vez que se haya realizado adecuadamente este entrenamiento, García Winner sugiere la estrategia de “Los cuatro pasos en la comunicación”.
“En estos cuatro pasos de comunicación animamos a reconocer el acto comunicativo como sinérgico”:
Paso 1: Pensando en los demás y en lo que los demás están pensando sobre nosotros. “Si vamos a hablar con alguien, tenemos en cuenta la información que conocemos acerca suyo. Por ejemplo, si quiero hablar con un estudiante nuevo,  tengo que pensar en aquello que puedo saber acerca de él, incluso si nunca lo he visto 
  antes”.
Paso 2: Establecimiento de una presencia física. Cuando deseamos comunicarnos o “pasar el rato" con otra persona, tenemos que establecer una presencia física para mostrar a la persona que deseamos su compañía o que tenemos intención de hablar con ellos.  Nuestra presencia física es una manera no verbal para señalar la intencionalidad comunicativa posible. Por ejemplo, si una está pensando en mí y quiere pasar el rato conmigo, pero yo me encuentro a dos metros de distancia y mirando hacia otra parte, incluso aunque yo también desee charlar con ella, no estaré manifestando mi deseo ni invitando a que el otro se acerque. Uno de los problemas más frecuentes que viven las personas con TEA en el entorno escolar es que no son capaces de encontrar una forma espontánea para trabajar o sumarse a un grupo porque no encuentran una manera rápida y eficiente de establecer su presencia física. La presencia física también incluye los atributos físicos no verbales de comunicación, como la intensidad de la voz, la prosodia y la capacidad de mostrarse relajado y receptivo en presencia del otro.
Sin embargo, la posibilidad de enfocar estas destrezas físicas de comunicación más abstractas en el tratamiento depende en gran medida de la auto-conciencia de los estudiantes y la capacidad para auto-controlar sus habilidades. Estas habilidades de comunicación requieren un auto-monitoreo más sofisticado”
Paso 3: Pensar con los ojos. “Cuando buscamos comunicarnos con una persona y luego de establecer una presencia física, nuestra intención de comunicar sólo será explícitamente clara una vez que hayamos establecido contacto visual. Los ojos ayudan a interpretar las respuestas emocionales y los cambios en el pensamiento de nuestro interlocutor. Si bien el paso 2 indica la intención social posible, en el paso 3 se solidifica la intención comunicativa.  Paso 4: Usar el lenguaje para relacionarse con los demás. “Mientras que el lenguaje es fundamental para toda comunicación social, a menudo es ineficaz si los tres primeros pasos no están en su lugar.
En la comunicación, los actores deben tener en cuenta y ajustar su mensaje a partir de los pensamientos, sentimientos, conocimientos previos, experiencias, intenciones y necesidades de su pareja comunicativa.
Cada socio tiene que trabajar para regular su habla y así satisfacer las necesidades del oyente a la vez que logra transmitir sus propios pensamientos a la interacción. La comunicación social efectiva requiere que los estudiantes logren formular preguntas acerca de las otras personas, producir respuestas de apoyo, y añadir sus propias ideas mediante la conexión de sus experiencias o pensamientos a lo que otras personas están diciendo.
Como conclusión, García Winner asegura que es también  importante que tanto padres como educadores y consejeros puedan comprender a los estudiantes y los impulsen a “salir” hacia sus compañeros, si es que ya han logrado implicarse en los tres primeros pasos de comunicación.
Para los estudiantes con altas capacidades verbales, como las personas con Síndrome de Asperger, es una necesidad fuerte dentro del tratamiento que se les enseñe que la comunicación no se trata únicamente de hablar. Continuidad y creatividadSegún la percepción de distintos especialistas en la materia, en teoría, si la terapia de habilidades sociales que se les proporciona a los jóvenes con autismo de alto funcionamiento es buena e intensiva, podrán ir conquistando nuevas capacidades para conversar, compartir, jugar y trabajar con otros compañeros con desarrollo típico, llegando a ser casi “indistinguibles” de los demás chicos.
El problema es que la terapia de habilidades sociales tiende a ser ofrecida no más de una o dos horas a la semana, y si bien puede proporcionar a los alumnos autistas un conjunto de habilidades y técnicas específicas como mirar a la cara de una persona cuando se está  conversando, es poco probable que éstos puedan conservar las mismas.Para poder llegar a un resultado duradero es necesario que se cuente con un programa intensivo. Para ello será necesario contar con el compromiso familiar y la mayor cantidad de actividades que estén en la misma frecuencia.Por ejemplo, en los Estados Unidos se cuenta con actividades como el “Teatro terapia”, una variación de la terapia de habilidades sociales, donde se ejercitan estas prácticas desde un espacio más lúdico y distendido.
También existen herramientas de enseñanza de habilidades sociales para padres en el formato de libros y videos que plantean diferentes tipos de interacciones, junto con sugerencias y consejos.
En nuestro país también se cuenta con buenas terapias de acompañamiento y diversos recursos didácticos que ayudan a desarrollar las capacidades empáticas de estos jóvenes. Si se logra un proceso integral, tanto en  la intervención educativay terapéutica,  como en el tiempo libre, los alumnos con TEA suelen mejorar su rendimiento en las interacciones sociales y en la comprensión de emociones y pensamientos de sus interlocutores. Lo más importante es que el entorno esté lo suficientemente involucrado con el proceso y logre desarrollar la motivación necesaria para entusiasmarlos, ya que en este sentido suelen tener algunas dificultades.
Por eso los especialistas señalan lo necesario de incluir premios y recompensas para acompañar los logros obtenidos.
El entrenamiento de las habilidades sociales, más allá de la metodología, tendrá verdadero sentido a partir de la creatividad con que padres, pedagogos y terapeutas logren mantener vivo el interés de los jóvenes y los ayuden a percibir internamente el valor y el sentido que pueden adquirir los procesos comunicacionales.
Y en este sentido, cada familia, cada institución y cada proyecto humano deberá animarse a construir sus propias respuestas.
Luis Eduardo Martínezmartinez_luiseduardo@yahoo.com.ar
Twitter:@MartinezLuisEdu

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