martes, 10 de diciembre de 2013

Aprendizaje autodirigido, ¿solución a la escuela expulsiva?

El aprendizaje autodirigido es un método de enseñanza en el que el estudiante asume la iniciativa en sus necesidades de aprendizaje, las estrategias pedagógicas, la búsqueda de recursos y su autoevaluación. El pedagogo que lo acompaña sólo se desempeña como un facilitador más del aprendizaje. Según un reciente estudio, los estudiantes con discapacidades cognitivas y de aprendizaje que participan en programas de aprendizaje autodirigido tienen más probabilidades de acceder a la instrucción general y lograr un buen desempeño académico. Ventajas y desventajas de una tendencia que, ante la crisis de un sistema educativo expulsivo, reúne cada vez más practicantes.

urante una reciente entrevista*, el lingüista y filósofo norteamericano Noam Chomsky, incisivo crítico del modelo capitalista, argumentó: “Podemos preguntarnos cuál es el propósito de un Sistema Educativo y, por supuesto, hay marcadas diferencias en este tema. Hay la tradicional: una interpretación que proviene de la Ilustración, que sostiene que el objetivo más alto en la vida es investigar y crear, buscar la riqueza del pasado, tratar de interiorizar aquello que es significativo para uno, continuar la búsqueda para comprender más, a nuestra manera. Desde ese punto de vista, el propósito de la educación es mostrar a la gente cómo aprender por sí mismos. Es uno mismo el aprendiz que va a realizar logros durante la educación y, por lo tanto, depende de uno cuánto logremos dominar, adónde lleguemos, cómo usemos ese conocimiento, cómo logremos producir algo nuevo y excitante para nosotros mismos, y tal vez para otros. Ese es un concepto de educación. El otro concepto es, esencialmente, Adoctrinamiento; algunas personas tienen la idea de que, desde la infancia, los jóvenes tienen que ser colocados dentro de un marco de referencia en el que acatarán órdenes, aceptarán estructuras existentes sin cuestionar, etc. Y esto resulta, con frecuencia, bastante explícito”.
Para Chomsky, actualmente en cada aula, ya sea de escuela primaria, secundaria o en la universidad, se disputa una batalla entre estos dos enfoques, que son además dos maneras completamente distintas de ver el mundo. “En las escuelas ciertamente se les entrena o para pasar exámenes o bien para la investigación creativa”, advierte. 
Este filoso análisis, que inserta al sistema educativo dentro de un sistema-marco tan complejo como el capitalismo, toca apenas un aspecto de la crisis educativa, es decir, el de las diferentes miradas metodológicas en pugna. Sin embargo, problemáticas apremiantes como la deserción escolar, la medicalización de los niños por presión de las escuelas, los trastornos de conducta, la caída en la autoridad de los docentes, la estigmatización del alumno diferente, la falta de participación y compromiso de los padres para con la escuela y el seguimiento del proceso de aprendizaje de sus hijos, la falta de recursos y las trabas para que los docentes accedan a actualizaciones y cursos especiales, son apenas algunos de los síntomas que evidencian una crisis de amplia magnitud que nos pone de cara a un interrogante: ¿llegó el momento de pensar en un nuevo sistema o en nuevas formas de aprendizaje superadoras del sistema de escolarización estándar que conocemos hasta hoy en día? Del otro lado de esta pregunta no son pocas las voces que argumentan que ya no se puede seguir educando sobre la estructura de una estructura que muy poco ha cambiado en los últimos 150 años.   
Pero dentro de este mismo escenario, otro suceso ha generado grandes cambios. Como nunca antes en la historia de la educación pública las aulas se han abierto a la inclusión, y esto es algo para celebrar, toda una diversidad reunida comparte la oportunidad de aprender, pero en vez de sacar ventaja de lo que este potencial representa para crear un aprendizaje cooperativo, esa riqueza humana debe pasar por el mismo cuello de botella: se le da la bienvenida a la diversidad pero para estandarizarla, obligando a los estudiantes a alcanzar los mismos objetivos desde las mismos criterios de evaluación y por los mismos senderos.
Currículas y exámenes estandarizados, la misma secuencia jerárquica de materias donde las matemáticas se posicionan en la cima y las artes permanecen desbarrancadas, aquello que Sir Ken Robinson define como una cadena de montaje dentro de un espacio que se parece más a una fábrica que a un espacio donde se cultivan la curiosidad, el saber y la creatividad.
Robinson, Doctor por la Universidad de Londres y reconocido a nivel mundial como un experto en creatividad y educación, sabe bien de qué se trata esta crisis. Él mismo porta una discapacidad motriz como consecuencia de una poliomelitis y sabe que sin el decisivo apoyo de sus padres para que completara su educación no hubiera podido ser quien hoy es. 
Sir Robinson plantea que la inteligencia es diversa en cuanto a los campos en los que puede expresare y en relación a la sensibilidad particular desde donde puede surgir. Es dinámica, interactiva y única en la forma que tiene de manifesarse en cada persona. Pero desde su análisis, al pretender estandarizar esta diversidad la escuela provoca que los niños comiencen tempranamente a sentir miedo al fracaso, miedo al error, no quieren correr riesgos, dejando así morir su creatividad; y como sociedad evitamos con ello que lo nuevo sea traído al mundo. 
“Todos tenemos talento. El punto de inflexión es cuando amas aquello que haces. El talento tiene que ver con descubrir aptitudes naturales y alentarlas activamente. Tengo el convencimiento de que la mayoría de adultos no tienen ni idea de cuáles son sus talentos, que dedican sus vidas a trabajos que quizás les parecen interesantes, pero no sienten pasión”, afirma Robinson. 
En búsqueda de este amor primero, de esta chispa que abre las puertas del aprendizaje, distintos proyectos pedagógicos que buscan crear una visión superadora de la educación han comenzado a posicionarse con mayor respaldo y solvencia respecto a décadas anteriores. 
La paradoja de escuelas que “normalizan” a niños con discapacidad y expulsan hacia la medicalización o la educación especial a niños que no se adaptan a la norma, ha empujado a muchas familias que, en su doloroso peregrinar de escuela en escuela, del gabinete psicopedagógico al consultorio del neurólogo, deciden salirse de la “cadena de montaje” para abrirse a la posibilidad de nuevos paradigmas.  
Uno de estos aportes lo brinda el método de Aprendizaje autodirigido (del inglés Child directed o Self-directed education), una forma de enseñanza que subvierte la competencia en colaboración como reconocimiento de la esencia cooperativa del ser humano.
Existe una variedad de definiciones sobre lo que es el Aprendizaje autodirigido, pero en un sentido amplio, se lo puede considerar como un proceso por el cual los estudiantes “toman la iniciativa, con o sin la ayuda de los demás, en el diagnóstico de sus necesidades de aprendizaje, en la formulación de objetivos de aprendizaje, a la hora de identificar los recursos humanos y materiales para el aprendizaje, en la elección y puesta en práctica de estrategias de aprendizaje adecuadas y para evaluar los resultados del aprendizaje” (Knowles, 1975, p. 18).
En este sentido, los adultos que asumen el rol de pedagogos se brindan como una herramienta más en el proceso de facilitación de contenidos. "Necesitamos profesores que no sólo sean capaces de enseñar cosas, sino que dejen a los niños espacios para cultivar su talento. Cada persona aprende de forma diferente, por eso es importante la forma de enseñar", puntualiza Robinson.
En este estudiar al propio ritmo y desde los propios intereses, cada niño es parte de una proceso colaborativo donde todos los recursos están puestos al servicio de su creatividad. 
Estos nuevos enfoques, al igual que el Homeschooling (Educación en el hogar) y las Escuelas Libres comunitarias, han comenzado a sumar miembros activos, especialmente entre aquellas familias cuyos niños fueron empujados del sistema educativo convencional por no poder alcanzar los objetivos estandarizados. 
Actualmente, han comenzado a publicarse estudios que afirman que dentro de estos proyectos de aprendizaje los niños con desafíos cognitivos pueden acceder a una verdadera instrucción general y lograr un buen desempeño académico.
¿De qué manera?

Trastornos del aprendizaje y conducta, ¿epidemia o respuesta saludable?
La discapacidad, los trastornos del aprendizaje y los trastornos de conducta  problematizan aún más los paradigmas educativos convencionales. Si cada persona es única e irrepetible, con sus propias necesidades y potencialidades: ¿por qué el sistema educativo busca estandarizarlo y reclama que todos los niños se ajusten a los mismos objetivos?.
Para Sir Ken Robinson, el modelo educativo aún vigente es un modelo industrial, impersonal, y que da la espalda a las necesidades individuales de los estudiantes. En su análisis equipara este aprendizaje estandarizado con la industria de la comida rápida, que jamás se adapta a las circunstancias locales, concluyendo que este tipo de educación empobrece nuestro espíritu y nuestra disponibilidad ante el aprendizaje de la misma manera en que la comida rápida va deteriorando el organismo físico. 
En oposición a este sistema, Robinson propone el aprendizaje personalizado como la única forma para proporcionar nuevos conocimientos y habilidades. “Todos nacemos con extraordinarias capacidades de imaginación e intuición. En la mayoría de los casos sólo utilizamos una fracción de estas facultades y, a veces, ninguna. Al crecer, vamos olvidándolas para ser iguales que los demás. Aunque tu cuerpo y tu intuición te dice de muchas formas que esas capacidades siguen estando ahí, aunque estén olvidadas”, sostiene. 
Desde esta perspectiva, la falta de adaptación de los niños ante un sistema que los estandariza, sería ya no una falencia personal sino una saludable reacción, tal como la que tendría el organismo frente a la comida rápida. 
“Debemos cambiar un modelo de educación esencialmente industrial, de manufactura, basado en la linealidad, en la conformidad, en la agrupación de personas por otro, basado más en principios de agricultura: tenemos que poner las condiciones para que el desarrollo humano comience a florecer. Tenemos que crear un movimiento en educación para que las personas desarrollen sus propias soluciones, con apoyo externo, basado en un currículum personalizado. Esta es la respuesta para el futuro”, enfatiza Robinson. Y en este sentido, el paradigma del aprendizaje autodirigido busca reconciliar a los estudiantes con la iniciativa de llevar a cabo una experiencia de aprendizaje y tomar la responsabilidad y la autoevaluación.
A mediados de 2012, Karrie A. Shogren, profesora en la Facultad de Educación de la Universidad de Illinois, Estados Unidos, examinó el impacto del modelo de aprendizaje autodeterminado** en el rendimiento de los estudiantes y el acceso a la enseñanza de educación general. El programa, que se centra en el establecimiento de objetivos y la resolución de problemas, se propuso impartir habilidades de autodeterminación para ayudar a los estudiantes con discapacidad a tener más éxito en su transición al lugar de trabajo o la universidad. Los resultados fueron sorprendentes. 
Los estudios sugirieron que los adultos jóvenes con discapacidades que tienen una mayor autodeterminación, que son capaces de realizar con eficacia sus decisiones, resolver problemas y abogar por sus necesidades, tienen más probabilidades de conseguir un empleo, alcanzar la educación superior, salarios más altos y tienen una mejor calidad de la vida. Con este panorama se pudo establecer que los estudiantes con discapacidades cognitivas y de aprendizaje que participaron de este programa de aprendizaje autodirigido tenían más probabilidades de acceder a la instrucción general y lograr un mejor de-sempeño tanto académico como vocacional.
“La autodeterminación es realmente, ese conjunto de habilidades y actitudes que permiten a los estudiantes ser autónomos, autorregular su comportamiento y luego sentirse empoderados”, explicó Shogren. “Sabemos por otros estudios que la libre determinación es un fuerte predictor de resultados positivos para los adultos con discapacidad, por lo que queremos ofrecer una instrucción que posibilite esas características. Los estudiantes con discapacidad no siempre tienen los mejores resultados, especialmente en comparación con los que no tienen discapacidades, por lo que realmente necesitan que se les enseñen algunas de estas habilidades”.
Este estudio involucró a más de 300 alumnos con discapacidad intelectual y de aprendizaje que estaban recibiendo servicios de educación especial. Los estudiantes fueron asignados al azar y divididos en dos grupos, uno que no recibió instrucciones y otro que sí recibió la instrucción del programa de Aprendizaje autodirigido durante el primer año. Luego, ambos grupos de estudiantes participaron del mismo programa autodirigido durante el segundo año. 
Al comienzo del primer año del estudio, todos los estudiantes tenían bajos niveles de participación en tareas que podrían estar relacionadas con las normas generales de educación, en particular los estudiantes con discapacidades cognitivas. Pero luego, los que habían acumulado mayor experiencia en la instrucción de Aprendizaje autodirigido aumentaron significativamente sus puntuaciones: 1,5 puntos para los alumnos con dificultades de aprendizaje y en más de 2 puntos para los alumnos con discapacidad intelectual. 
“Históricamente, en la educación especial muchas de nuestras prácticas de enseñanza, incluso las destinadas a fomentar la autodeterminación, han sido demasiado dirigidas por el maestro”, aseguró Shogren. "Los maestros se encargan de la educación, el establecimiento de los objetivos y lo que los estudiantes están trabajando. Estamos muy interesados en que sean los alumnos quienes comiencen a autodirigirse y se involucren en el proceso de establecer metas relacionadas con el aprendizaje”.
Sin dudas, aportes como los que brinda esta investigación, tiran por la borda toda una serie de preconceptos respecto de las capacidades de un alumno con necesidades educativas especiales para lograr un aprendizaje exitoso. Desde este punto de vista, sólo necesitaría de un contexto adecuado, mayor participación y respeto por sus ritmos.

Creatividad: tan importante como la alfabetización
Robinson, como otros tanto críticos del sistema educativo convencional, asegura que la creatividad y la alfabetización tienen la misma importancia para el aprendizaje y que deberían ser tratadas con el mismo estatus. 
“Cuando nos apasiona lo que hacemos y además tenemos la preparación adecuada para hacerlo bien, estamos en nuestro ‘elemento’, un estado maravilloso en el que trabajamos sin cansancio y con gran creatividad. Hacemos aquello que realmente queremos hacer y donde somos quienes siempre hemos querido ser. Descubrir ese ‘algo’ es lo que nos va a ayudar a alcanzar nuestro mayor grado de autorrealización y también a desplegar nuestro máximo nivel de contribución a la sociedad”, asegura. 
Como ejemplo de ello, Robinson narra en sus conferencias el caso de Gillian Lynne, coreógrafa de éxitos teatrales de la magnitud de Cats o de El Fantasma de la Ópera. Cuando era una niña de ocho años, Lynne cuadraba con los síntomas de lo que hoy podría definirse como un TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), lo cual complicó seriamente su escolarización y por lo cual la escuela sugirió a sus padres que consultaran a un médico especialista en problemas del aprendizaje. Al final de la consulta y luego de observarla y escuchar a su madre, el profesional le dijo a Lynne que tenía que charlar un momento a solas con su madre, dejando a la niña sola en el consultorio, pero con la radio encendida. El profesional y la madre fueron a una habitación contigua desde donde podían observar a la pequeña que, en el momento de quedarse sola, comenzó a bailar. Luego de observarla por un rato, el especialista dijo a su madre: “Señora Lynne, Gillian no está enferma, ella es una bailarina… llévela a una escuela de danza”, consejo que fue tomado al pie de la letra y que posibilitó que una niña con problemas de aprendizaje se convirtiera en una de las más destacadas coreógrafas del mundo. Sin desestimar a aquellos investigadores que toman en consideración un trastorno como el TDAH, Robinson asegura que si Lynne fuese una niña de hoy en día, en vez de enviarla a una escuela de danzas, se le hubiera recetado Ritalin.  
Desde la plataforma virtual AbacoEnRed (Aprendizaje Cooperativo sin Fronteras), un espacio de intercambio de experiencias y reflexiones relacionadas con Procesos de Construcción colectiva de Oportunidades de Aprendizaje, Herman Van de Velde, doctor en Ciencias Pedagógicas (Cuba) y coordinador del espacio afirma que la crisis educativa se encuentra inserta en un engranaje aún mayor: “El neo-liberalismo, como ‘mentalidad’ (el conjunto de las disposiciones actitudinales de una persona o predominante en una comunidad o sociedad), se ha impuesto en cada una/o de nosotras/os y se ha convertido en el supuesto reflejo de la ‘esencia’ humana: ‘competidora’, la ley del o de la más fuerte, egocéntrico y egoísta, totalmente responsable por lo que ha logrado (‘la pobreza es consecuencia de quienes no quieren trabajar’), no hay causas socio-políticas y económicas, sino sólo personales. ¿Por qué se aplazó? Porque no estudió, porque no puso atención… ¿Reconocen las propuestas? Nunca, porque el sistema es alienante, porque el tipo de evaluación no corresponde, porque el enfoque está en la enseñanza y no en el aprendizaje, etc. No, estos argumentos no valen. Sólo es el esfuerzo personal que permite superarse… ¿Y las condiciones, el ambiente,…?”, se interroga. 
En busca de un ambiente favorable y verdaderamente inclusivo, maestros y padres, residentes en pequeñas comunidades o creadores de redes cooperativas, se encuentran trabajando activamente para modificar esta lógica desde experiencias de Aprendizaje autorigidido, poniéndose al servicio de los niños. 
Esta metodología permite a los niños tomar el control de sus opciones educativas, no es dirigida por un maestro, se opone a un sistema basado en expertos, eligiendo confiar en la capacidad del individuo para conducir su propia educación, siguiendo sus intereses. 
Una de las ideas erróneas sobre el Aprendizaje autodirigido es pensar que los alumnos aprenden en completo aislamiento de los demás, cuando en realidad, un punto central es que el aprendizaje se debe a factores de motivación intrínsecos de cada individuo y sus propios deseos de desarrollar habilidades y conocimientos y compartir con otros la experiencia de aprendizaje. 
La curiosidad y los intereses naturales del niño son la clave para las actividades diarias de un programa de Aprendizaje autorigidido. El énfasis está puesto en la imaginación, el contacto con la naturaleza, el juego, el arte, la música y los programas formales se utilizan como disparadores. Dependiendo de cada región, existen normativas que aceptan este tipo de “escolarización”, y de no existir,  los niños son preparados para rendir de manera libre los exámenes regulares anuales. 
Se puede sintetizar diciendo que el Aprendizaje autorigidido descansa sobre 5 principios:
-Programas congruentes con una vida de aprendizaje: es decir, en armonía con las formas en las que cada niño aprende y los métodos únicos en que cada niño puede desarrollarse mejor. Se trata de un aprendizaje que va desde el nacimiento hasta la muerte. El éxito dependerá de la variedad, profundidad y calidad de los aprendizajes que logremos. Cada uno de nosotros exhibe y desarrolla estas capacidades naturales de manera individual de acuerdo con las potencialidades personales, el apoyo comunitario, las experiencias que nos encontramos, las fortalezas que descubrimos, los intereses que comienzan a dirigirnos y motivarnos y los patrones de aprendizaje que podamos desplegar. El programa debe ser congruente con estas unidades de aprendizaje permanente, natural e individual.
-Los programas deben adaptarse a la maduración, transformaciones y transiciones experimentadas por los estudiantes: las principales características de esta formación son el desarrollo de la reflexión, el carácter y la competencia. El éxito en la transición que enfrentarán los estudiantes desde la infancia a la edad adulta depende de que se les aseguren nuevas libertades y el cumplimiento de las responsabilidades que van con ellas. 
-Los programas deben preocuparse por todos los aspectos de una vida plena: los estudios académicos son importantes y se incluyen, pero también lo son el ámbito personal, social y la experiencia humana. El dominio personal se centra en el cultivo de talentos, valores e intereses. El área social tiene que ver con la capacidad del individuo para relacionarse con los demás, aprender de ellos y trabajar en conjunto. 
-El aprendizaje dentro de estos programas debe contemplar una gama  de capacidades humanas, incluyendo nuestros sentidos, emociones y acciones, así como nuestros intelectos. Esta conquista se basa en la experiencia directa. La experiencia es absorbida por los sentidos y la mente reflexiona, investiga y planifica. Pero también los sentimientos ayudan a resolver, conducir y dirigir nuestros pensamientos y esfuerzos. Y todo el conjunto se realiza en la acción. El Aprendizaje autorigidido está diseñado para ampliar la conciencia, cultivar la unidad, fomentar conclusiones reflexivas y planificar la forma en que se llevarán a la acción estos procesos.
-Las actividades de Aprendizaje autodirigido deberían llevarse a cabo en lugares adecuados para su desarrollo. El formato de “clase adaptada” al método puede ser útil, pero incluso adaptada puede transformarse en un entorno limitado. Los cultores de este sistema aseguran que una experiencia de aprendizaje se desarrolla mejor cuando incluye una gama más amplia de personas y lugares para aprender. “Aprendemos sobre los demás y sus vidas al conocerlos directamente y trabajar con ellos. Desarrollamos mejor el carácter mediante el servicio y otros actos solidarios. Aprendemos al desafiarnos a nosotros mismos en situaciones del mundo real”, afirman. 
Estos principios, a su vez, sirven de base para los siguientes elementos pedagógicos esenciales: 
-Los estudiantes y no el profesor tienen el control del proceso educativo. Para el estudiante, esto representa un cambio, del control externo al control interno. 
-Los estudiantes aprenden a lograr los resultados del curso, a pensar de manera independiente y planificar y ejecutar sus propias actividades. Estos procesos y las habilidades que intervienen en ellos se unen en propuestas de los estudiantes para el estudio y la acción. Se preparan y luego se negocian con sus profesores, a menudo, en forma de acuerdos por escrito, que se convierten en los registros de sus objetivos. La intención es proporcionar un marco de trabajo que permita a los estudiantes  identificar sus intereses y los equipa para llevarlas a cabo con éxito.
-Autodirección, se enseña a los estudiantes a desafiarse a sí mismos y no competir contra otros. 
-Autogestión, las opciones y libertades se movilizan por el autocontrol y las responsabilidades. Los estudiantes desarrollan estos atributos en la medida en que estén calificados en la gestión de su propio tiempo, esfuerzo y recursos que necesitan para realizar su trabajo. 
-Motivar y evaluar sus propios esfuerzos. Cuando los estudiantes adoptan estos principios se convierten en los elementos principales de la auto-motivación. Del mismo modo, aprenden a evaluar su propio progreso. Planean el método por el cual se evaluará su trabajo y por lo general negocian los términos con los profesores, estos términos se indican en las propuestas de aprendizaje que presentan a sus docentes, dado que la responsabilidad de demostrar que han alcanzado sus objetivos se encuentra en ellos mismos. Así como la auto-motivación estimula a los estudiantes a producir logros, la autoevaluación los motiva a buscar el mayor provecho posible.
Claro está que este sistema cuenta también con detractores, quienes señalan que esta forma de escolaridad como el Unschooling no es para todos. En primer lugar porque argumentan que no todos los niños tienen el suficiente grado de automotivación como para desligarse de maestros activos, y por otro lado porque si los padres optan por este método, deberán estar dispuestos a tomar un papel activo para ayudar a sus hijos siempre que sea posible, cosa que es muy difícil de conseguir en la actualidad y mucho menos bajo el ritmo de vida de las grandes ciudades. 
También suele criticarse que la autogestión de contenidos por parte del niño puede derivar en unilateralidad de intereses, con lo cual se estrecharían mucho las perspectivas de ser una persona con saberes integrales en un futuro. 
El mismo punto de observación se aplica para señalar que los niños, sobre todo los más pequeños, necesitan de ritmos diarios parejos, que les brindan seguridad y confianza, y que si los adultos a su alrededor no se los pueden brindar a través de actividades pautadas, pueden provocarse procesos desarmónicos para su desarrollo. 
Otros argumentos afirman que los niños pequeños no están preparados para asumir determinadas responsabilidades, y el Aprendizaje autodirigido podría agobiarlos de presiones y quemarles etapas.  
Pero sin dudas, uno de los aspectos más cuestionados es el de si un niño desescolarizado podrá confrontarse con la realidad posterior, ya que no existen universidades que trabajen con esta lógica y la carencia de formación tradicional suele despertar prejuicios, con lo cual tendrán dificultades para conseguir empleo.
Seguramente todo dependa de las estrategias y la preparación de los maestros y padres, y el nivel de compromiso asumido con el proyecto.
Lo cierto es que tampoco la escuela tradicional responde a todas las expectativas, ofreciendo una única talla para todos, sin respetar la diversidad de ritmos y sin valorar la totalidad de las inteligencias que pueden poblar el aula. 
Hoy, como nunca antes, el monopolio de la enseñanza tradicional se encuentra en jaque al no poder contener y acompañar las necesidades tan variadas y cambiantes que presenta el aula inclusiva.
Modalidades como el Aprendizaje autodirigido son intentos saludables hacia la búsqueda de una propuesta más salutífera y respetuosa para con los estudiantes, y con el derecho de buscar, experimentar y por qué no de equivocarse, ya que sin estos factores en juego no se puede conquistar el saber. 
Por otra parte, cada nueva apuesta, cada nueva búsqueda, traerá seguramente nuevas aportaciones para la enseñanza tradicional, dinamizando su estructura, movilizando sus objetivos y ampliando sus capacidades. 

Luis Eduardo Martínez

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