sábado, 23 de abril de 2016

Un medico extraordinario



Nació con una discapacidad motriz muy compleja denominada a nivel médico “Artrogriposis múltiple congénita” patología que afecta seriamente las articulaciones de los miembros y la musculatura de la espalda. 
Para algunos era impedimento para que pudiera lograr sus objetivos, pero para él fue un impulso para alcanzar su gran sueño de ser Pediatra.
Para eso debió vencer adversidades, discriminaciones y hasta malos tratos de sus propios colegas, pero su fuerte convicción de avanzar y progresar en la vida, fue determinante, para que hoy sea profesional.
Hoy goza de su profesión, es un especialista reconocido por sus colegas y recibe con gran calidez en su consultorio del Hospital Pereira Rossell en Montevideo, a sus pequeños pacientes.
José, es el reflejo vivo del “sí se puede”. Una brillante historia de superación personal que CAMBIO quiere compartir con sus lectores.

Vocación de la vida
“Yo decía que sería médico desde que tenía tres años, en ese momento podría haber sido bombero, astronauta, cualquiera de los oficios que quiere ser un niño a esa edad”, expresa José ante la consulta de cómo logró su especialidad.
“Obviamente que fue difícil y tuve varias reuniones, soy de Salto y cuando ya había terminado el liceo esa ilusión había cambiado.
Comencé a preocuparme para ver como venirme a Montevideo y obviamente encarar una carrera que es muy larga y poder llevarla al día, poder ir cumpliendo con los exámenes, cumpliendo con las etapas que te van imponiendo.
Es bastante dura en ese sentido, la patología que yo tengo se llama artrogriposis múltiple congénita que afecta en mi caso las articulaciones de los miembros y los músculos de la espalda”.
Destaca el apoyo de su familia y de sus amigos, los que verdaderamente están con él en las buenas y en las malas y sobre todo los colegas que lo estimularon a continuar estudiando, más allá de los obstáculos que se le presentaban.

Las adversidades en su profesión
José explica que “hasta avanzada la carrera de medicina yo no estaba seguro si me iban a dejar recibir o no, obviamente que no iba a hacer cirugía y que no me iba a meter en un CTI.
Dentro de las opciones que me daban era que hiciera laboratorio, especialidades en las que no me vieran principalmente, más que en las que yo pudiera trabajar en forma autónoma.
Cuando uno va avanzando en la carrera ves lo amplio y diverso que puede ser el campo laboral como de estudio.
Entré en pediatría en 2011 y empecé a cursarla, entré en el Pereira Rossel e hice mi formación el pos grado en pediatría.
Empezar a buscar trabajo primero fue dificultoso, por tener las manos torcidas tenía que dar más explicaciones, que gente que no había empezado pediatría.
Me decían que esperara avanzar un poquito más en la carrera para poder hacer pediatría, vos no ves a las personas discapacitadas, que se supone que son el 10% de la población, insertas en el mercado laboral de la misma forma que otras personas.
Estar en algún lado estar en ese 10%, que son alrededor de 300.000 personas, me costo un montón, me generó mucha ansiedad, pero después apareció la oportunidad y quede muy feliz”.
Atiende a niños de todas las edades y las preguntas de sus pequeños pacientes son parte de su consulta; “Qué tenés en la mano, qué tenés en el brazo, por que caminas así, el niño pregunta y yo les contesto, pero con todos tengo un gran relacionamiento”, sostiene.
Su original manera de examinar.
La dificultades en sus miembros superiores, especialmente las manos, fue uno de sus principales obstáculos a vencer, ya que para examinar a los pacientes y oscultarlos, debía tener la capacidad de sensibilidad de sus compañeros.
Sin embargo, la práctica y su perseverancia de vida, llevaron a que José desarrollara una forma muy original de utilizar sus manos, sin la dependencia de otras personas.
Para el cepillado de dientes, lavado de cara, comer, tomar objetos, escribir y diversas actividades de la vida cotidiana en que las personas utilizamos las manos, José se las ingenió para usar la boca, como método de autoayuda.
Con la boca toma el estetoscopio y lo coloca en el pecho o espalda de sus pacientes.
Examina el abdomen de los niños utilizando los muñones de sus muñecas y su condición especial, hace que tenga un trato distinto para con sus niños.
Ha logrado desarrollar la misma sensibilidad en sus muñecas para detectar anomalías que sus colegas en las manos.
La forma de trasladarse y las dificultades que le generan la falta de sus manos, no son impedimento para que pueda llegar a sus consultas y desarrollar su profesión con normalidad.
“A veces la limitación sos vos mismo”
“Yo soñé con ser médico, las veces que fui discriminado me cuestioné un montón de cosas sobre lo que estaba haciendo, me sentía ofuscado, perdido, pero las cosas pasan y vas tomando nuevas herramientas para poder seguir el camino.
Muchas veces la limitación sos vos mismo, en sentido a los prejuicios que tenés de vos mismo”, explica.
A pesar de su discapacidad, José tiene una gran funcionalidad, lo operaron 15 veces en los codos y en los pies y debió someterse al Centro de Rehabilitación para su recuperación.
Hoy confiesa que el Centro Teletón “fue su casa” y modificó mucho, el hecho que niños con diversas patologías puedan acceder a rehabilitación temprana y así mejorar su calidad de vida.
“La vida el discapacitado no es un piano y un violín, no es una situación constante la tristeza. Capaz que hay episodios de rabietas de enojo de tristeza, pero no es lo que pasa en la vida continúa, logré el cometido y lo estoy logrando pero no miro para atrás y pienso en todas
las adversidades ni nada, sino hubiera sido acá habría sido en otro lado pero habría seguido”.
Fuente: discapacidad y salud

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