domingo, 26 de agosto de 2018

Los procesos de inclusión educativa a partir de las neurociencias

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Cada vez se torna más necesario que la formación de docentes y profesionales que trabajarán en las escuelas se realice en consonancia a los avances científicos y tecnológicos para propiciar cambios en el aula y en la escuela. Las propuestas educativas en espacios de aprendizaje democrático y de comunicación logran desplegar potencialidades. Al mismo tiempo, para generar escenarios para aprender y para socializar la información, es necesario conocer acerca de cómo se producen los aprendizajes y desde allí, plantear las mejores intervenciones para que ello tenga lugar.

“La subjetividad está atravesada por los modos históricos de representación con los cuales cada sociedad determina aquello que considera necesario para la conformación de sujetos aptos para desplegarse en su interior, enunciados ideológicos, representaciones del mundo, lógicas de la identidad”.
Korinfeld1

Partiendo de estas ideas es que nos cuestionamos sobre la importancia de esta formación a partir de nuevos paradigmas y nuevas modalidades que comprendan y sostengan la diversidad como aspecto constitutivo de las personas y que sustenten las prácticas educativas y profesionales a partir de las posibilidades de aprendizajes diferenciados y de resultados diferentes, en tanto logros producidos por los puntos de partida diversos y por recorridos educacionales y trayectorias escolares diferenciadas.
Nos interrogamos también sobre cuáles son los motivos que dificultan el aprendizaje, o en algunos casos lo impiden. En este planteo, también nos interesa poner en cuestión cuáles pueden ser las razones que dificultan la enseñanza, cuáles los motivos que hacen que se reiteren discursos que no se adecúan a los tiempos actuales, o a los grupos, o a cada persona en particular. Es momento de reconocer que no toda dificultad de aprendizaje está enunciando una problemática por parte del estudiante, sino que en muchos casos estas remiten a dificultades en la enseñanza, a no visualizar las necesidades individuales, a no poder desplegar un abanico amplio de materiales, recursos, actividades, configuraciones de apoyo y diversidad en las propuestas evaluativas.
Cuando nos referimos a las instituciones escolares, sabemos que cada alumno/a tiene una manera particular de aprender. Lejos estamos del paradigma normalizador y homogeneizador en donde todos aprendían lo mismo, de la misma manera y en los mismos tiempos.
El respeto por la singularidad debiera primar hoy en las aulas, valorando las diferencias, considerándolas necesarias para formar a nuestros alumnos/as para una sociedad pluricultural.
Es así que nos cuestionamos sobre las mejores propuestas de inclusión educativa, las más apropiadas para cada niño/a, adolescentes y/o jóvenes, respetando esa singularidad. Creemos que es fundamental analizar para cada niño/a, adolescente y/o joven, qué será más efectivo para su socialización, para el despliegue de sus intereses y posibilidades, para compensar aquellos aspectos que no han logrado hasta el momento de la escolarización un desarrollo pleno, cuáles situaciones posibilitarán el desarrollo de conductas resilientes. Dice Zelmanovich, P. (2012): “El estatuto de lo simbólico se ha modificado en las coordenadas de la época de la mano de la revolución informática y comunicacional. Esta produce un tiempo continuo y una deslocalización del saber, que impactan en las figuras emblemáticas que lo encarnaban en las sociedades modernas, entre los que ocupaba un lugar destacado, el maestro, el profesor. Las posibilidades de tomar filiaciones culturales (necesarias) entre las generaciones, al tiempo de abordar la necesaria diferencia que es lo que pone en funcionamiento la maquinaria antropológica, se ven afectadas en tanto tambalean los puntos de referencia que orientan a quienes asumen el encargo social de producirlas”2. Ante la necesidad de seguir construyendo propuestas didácticas innovadoras y de pensar en otros modos de intervención profesional, tomamos la línea de pensamiento de la autora y centramos a la escuela como escenario de filiación cultural.
También acordamos con Davini (2015), cuando ella caracteriza “La noción de práctica docente”: “…Cuando hablamos de ‘prácticas’, no nos referimos exclusivamente al desarrollo de habilidades operativas, técnicas o para el ‘hacer’, sino a la capacidad de intervención y de enseñanza en contextos reales complejos ante situaciones que incluyen distintas dimensiones y, muchas veces, hasta al tratamiento contextualizado de desafíos o dilemas éticos en ambientes sociales e institucionales” (p.29)3. Sostenemos que estos aportes conceptuales ayudan a ver a la escuela de otro modo y se constituyen en otros modos de pensar la inclusión educativa.

Aportes de las neurociencias
Diversos son los aportes de las Neurociencias en cuanto a la tarea del “aprender”. Una diferencia sustancial es la diferencia del aprendizaje de una persona adulta y el aprendizaje en un niño: el cerebro del niño es más plástico. Por un lado, esto implica que el cerebro de niños y jóvenes está más abierto a aprender y a enriquecerse de las influencias del ambiente, pero también es más vulnerable a estas influencias si su ambiente es adverso y sobre todo si, además, está mal nutrido.
Si bien estas redes neuronales nos hacen únicos, también es cierto que la riqueza en la diversidad de personalidades, habilidades y conductas humanas, proviene de los genes, ya que son los responsables de la “instalación eléctrica básica”. Instalación que está formada por neuronas y conexiones entre las distintas regiones cerebrales. Pero es la experiencia la responsable de la precisión de estas conexiones, mediante las cuales el niño puede adaptarse a su entorno particular, desde lo geográfico, cultural, familiar, escolar.
Es fundamental que el docente aproveche esta plasticidad cerebral en el proceso educativo: el cerebro es el único órgano que tiene la capacidad de aprender y enseñarse a sí mismo. Tener en cuenta esta perspectiva, esta plasticidad cerebral para posibilitar aprendizajes realmente significativos y en caso de algún déficit en particular, tener las herramientas necesarias para acompañar a cada alumno desde su propia singularidad.
Permanentemente nuestro cerebro interactúa, aprende e intercambia información con el entorno desde las percepciones, pensamientos, emociones, imaginación, predisposiciones y comunicación, y cada cerebro está organizado de manera única. Si bien desde lo anatómico funcional pertenece a la especie humana, la diversificación se irá dando a través de las diferentes etapas madurativas. Esta diversificación es una construcción de circuitería cerebral propia: cada cerebro va modificando sus circuitos neuronales a través de sus experiencias a lo largo de su vida, que lo hacen volverse único e individual.
Cada aprendizaje va cambiando la estructura cerebral, a medida que nos vamos apropiando de nuevos conocimientos, a través de nuevas experiencias y diferentes entornos, nuestro cerebro se va complejizando. Se va armando una red de conexiones desde la etapa prenatal y este “cableado” va a ser único para cada ser humano, ya que las experiencias que cada individuo tiene son únicas e irrepetibles (Cervino, 2017).
El producto del proceso de enseñanza y de aprendizaje se irá expresando a lo largo del tiempo. Cada niño/a aprende de una manera diferente, tiene un estilo de aprendizaje propio, como así también inclinaciones y talentos diversos. Es esta diversidad una de las características que nos distingue como humanos.
Otra de las características es el lenguaje humano, la comprensión del lenguaje hablado, la lectura o la producción del habla y de la escritura, todas ellas actividades cotidianas que realizan los seres humanos con aparente facilidad y rapidez. Sin embargo, un análisis profundo de estas actividades revela un panorama de gran complejidad. El uso del lenguaje refleja el alcance y los límites en la capacidad adaptativa humana. Así, el estudio del modo en el que las personas resuelven el problema de codificar y decodificar mensajes lingüísticos resulta esencial. Desde las Neurociencias es posible describir cómo el cerebro genera lenguaje y cómo las alteraciones del sistema nervioso modifican el lenguaje normal, como así también exponer a través de la psicología del lenguaje los principios de la actividad lingüística, los procesos de percepción y reconocimiento de la comprensión y de producción del lenguaje.
Teniendo en cuenta, entonces, que cada cerebro es único y particular, surge la necesidad de formar docentes, psicopedagogos y profesionales que en este nuevo marco en donde la mirada está puesta en la diversidad del alumnado y el respeto por esta diversidad, utilizando para su abordaje la premisa de que todos los alumnos son diferentes y que cada uno tiene una manera de aprender que lo hace único.

Formación de docentes y psicopegagogos
Nos interesa plantear algunas concepciones de Formación Docente y de Formación de Psicopedagogos/as que pueden ayudar a la implementación de nuevos paradigmas en la Educación Superior, y desde allí propiciar otros cambios en los diferentes niveles educativos. “Creemos que establecer ‘lo diverso’ y dar cuenta de ello en el campo educativo, y específicamente en la Formación Docente, es de alguna manera establecer ‘lo otro’, ‘el otro’ de la diferencia, y ello es una tarea compleja que nos convoca como actores implicados en dicho campo” (Ledwith, A. y Zelaya, G. 2008)4. Esta convocatoria se resuelve en el día a día cuando podemos acompañar a nuestros estudiantes en la construcción de sus trayectorias formativas, en la construcción de su posicionamiento profesional, en su desempeño personal y académico, y para ello es necesario que la institución de formación docente pueda pensarse a sí misma y renovarse. “Creemos que las prácticas instituidas en las escuelas poseen una racionalidad propia del momento histórico-social al cual pertenecen. Sabemos además que los escenarios cambian y no siempre cambia la escuela” (Ledwith, A. y Martedi, M. 2016)5.
Al pensarse a sí misma, la escuela logra potenciar resultados, encausa objetivos, logra diseñar los abordajes más adecuados para dar solución a cada problemática, diseña intervenciones posibles, se anima a cambiar. “El desafío de construir una educación más justa y democrática, se ve cristalizado al interior de la escuela y de sus prácticas, al alojar la diversidad que nos caracteriza, al construir una mirada pluralista, al plantear la inclusión educativa en el hacer diario, buscando otros modos para la transmisión y para el despliegue de potencialidades” (Ledwith, A. y Zelaya, G. 2016)6.
Así resulta posible pensar en la diversidad y en la inclusión con un marco institucional abierto a la diversidad. Se torna viable pensar en prácticas educativas en consonancia. “Sólo podremos educar ‘para la diversidad’, si enseñamos a nutrirse de esa diversidad. Es decir, si educamos ‘en la diversidad’. Qué mejor para un niño/a contar, en su recorrido escolar, con docentes diferentes, que le puedan ofrecer modelos distintos de identificación y experiencias diversas, y transitar su formación en instituciones que resulten también para esos niños y niñas, escenarios de posibilidad”7.
Queda el desafío que nos toca por encontrar la forma de articular la inclusión de alumnos con capacidades diferentes al aula común. La Neurociencia nos da un marco para trabajar en ello. Para preparar a los/las futuros docentes y profesionales con esta mirada atenta hacia la diversidad, pero al mismo tiempo, para quienes estamos acompañando las trayectorias formativas de los/las futuros docentes y psicopedagogos/as, hacer primar la diversidad debe ser un punto de partida y además un punto de llegada. Que cada estudiante tenga la posibilidad de construir su posicionamiento profesional y docente, producto de los abordajes teóricos realizados y de las experiencias asumidas.

Rosa Catrambone*
Andrea Ledwith**

* Rosa Catrambone es Profesora para la Enseñanza Primaria, Profesora en Educación Especial en Déficit Intelectual, Profesora en Ciencias de la Educación, Licenciada en Ciencias de la Educación, Posgrado en Metodología de la Investigación UM, Master en Neuropsicología Infantil y Neuroeducación. E-mail de contacto: rosa_catrambone@yahoo.com.ar
** Andrea Ledwith es Profesora en Educación Preescolar. Profesora en Ciencias de la Educación. Universidad de Morón. Licenciada en Ciencias de la Educación, con especialización en Política, Planeamiento y Conducción Educativa. U. de Morón. Diploma de Postgrado en Gestión de las Instituciones Educativas. E-mail de contacto: aledwith@hotmail.com

Notas:
1- Korinfeld, D. Levy, D. Rascován, S. (2013): Entre adolescentes y adultos en la escuela. Puntuaciones de época. Paidós. CABA.
2- Zelmanovich, P. (2012): Atenciones y desatenciones culturales entre generaciones. En Southwell, M. (comp.): Entre generaciones. Exploraciones sobre educación, cultura e instituciones. Flacso. Homo Sapiens. Rosario.
3- Davini, M.C. (2015): La formación en la práctica docente. Paidós. Bs. As.
4- Ledwith, A. Zelaya, G. (2008): Formación docente, ciudadanía y necesidades educativas especiales: pasado, presente y futuro. Itinerarios posibles”. 4º Foro Educativo “Escuela Ciudadana – Ciudad Educadora”. Zona Oeste. Gran Buenos Aires. Universidad de Morón- O.E.I.- Sadop. U. de Morón. Septiembre de 2008.
5- Ledwith, A. Martedi, M. (2016): Intervenciones interinstitucionales: necesidad y posibilidad de instituir nuevas lógicas en la práctica docente. Facultad de Psicología. Universidad de Buenos Aires. Quinta Jornada de Psicologia Institucional “Pensando juntos, cómo pensamos: un análisis de las prácticas instituidas”.
6- Ledwith, A. Zelaya, G. (2016): Experiencias Formadoras en el Profesorado de Educación Física e Inglés del Colegio Ward como una práctica pedagógica emancipadora. III Encuentro hacia una pedagogía emancipatoria en nuestra América. Educación, construcción, disputa y contradicción.
7- Ledwith, A. Martedi, M. (2017): “Las Instituciones de Formación Docente como escenarios de posibilidad”. II Jornadas Nacionales Profesora María Eva Rossi. “Las Diversidades, las emociones y la afectividad en la educación”. Instituto Superior de Formación Docente Nª3 D. Julio César Avanza. Bahía Blanca. Provincia de Buenos Aires. 29 y 30 de junio de 2017.

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