sábado, 15 de septiembre de 2018

"En inclusión tenemos mejores leyes que resultados"


Borsani sostiene que para una escuela inclusiva la formación docente es clave.

La educadora María José Borsani opina que más que problemas de aprendizaje hay problemas de enseñanza.
María José Borsani es terapista ocupacional en salud mental por la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y maestra especializada en educación diferencial. Este último título es toda una marca de la época en que se graduó como docente y cómo se pensaba por entonces a la enseñanza. "Tenía yo 20 años cuando me recibí de maestra especializada en educación diferencial, carátula que con el tiempo devino en maestra en educación especial. Sí, mi título reza educación diferencial, lo que marca una clara señal del paradigma segregacionista desde el que se delinearon los ejes curriculares de esa carrera, lo diferencial en referencia a la normalidad, no referenciado al derecho a la diferencia, menos aún a la diversidad", cuenta en la presentación de su libro "De la integración educativa a la educación inclusiva. De la opción al derecho" (Homo Sapiens Ediciones), de reciente publicación. Más allá de los logros y avances dado en este debate, asegura que en materia de inclusión todavía "tenemos mejores leyes que resultados".

Borsani también es profesora de la Diplomatura Superior en Educación Inclusiva de la Universidad Nacional de Santiago del Estero. Trabaja en la clínica privada, dicta charlas y cursos en distintos ámbitos de la educación del país. Será una de las conferencistas principales del Congreso de Educación "La escuela en el siglo XXI" que se realizará el sábado 13 de octubre en el Salón Metropolitano, organizado por Homo Sapiens. Su último libro se propone mostrarles a quienes se asoman a entender qué es la educación inclusiva el camino construido para llegar a esta idea. También es una invitación a quienes ya lo transitan a mirar las prácticas pedagógicas. "Yo me recibí de maestra diferenciada hace 44 años y en el paradigma que me recibí estábamos muy ancladas en ver el problema en el alumno, por eso predominaba el problema en el aprendizaje. Esta mirada se ha ido corriendo y hoy preguntamos qué es lo que interfiere para que el alumno no pueda acceder al aprendizaje, y lo que interfieren son barreras al acceso y a la participación. Y las mayores barreras del aprendizaje son las pedagógicas, y que son puestas por los docentes".
Su trayectoria profesional le demuestra que cuando las prácticas se piensan en función de las necesidades de las alumnas y los alumnos se empiezan a modificar: "Más que problemas de aprendizaje son problemas de enseñanza. Hemos corrido la mirada del alumno al docente, estamos pensando qué puede hacer el docente. Si un alumno no aprende con la manera en que el docente enseña, el docente tendrá que cambiar la manera de enseñar".
—¿Qué caracteriza a esa escuela inclusiva?
El respeto a la diversidad, el derecho a la educación de todos los alumnos, el respeto por sus necesidades educativas. Ya no decimos necesidades educativas especiales, porque hay que responder a las necesidades de cada quien llega a la escuela. Esto va de la mano de la universalidad de la educación: tenemos que dar respuesta dentro de los espacios comunes educativos a los alumnos desde los cuatro años hasta terminar la secundaria. Pensar la escuela secundaria obligatoria ha sido un cambio muy profundo y hoy es uno de los sectores más conmovidos, porque no se puede esperar a que se desgrane su población, debe darse permanencia y educación de calidad a todos. Y en este "todos" incluimos a los que vienen con proyectos de integración y a los que en su historia familiar son los primeros que pisan la escuela secundaria.
—¿Qué lugar tiene la escuela especial en esta idea de escuela inclusiva?
La escuela especial también ha pasado por un momento de gran conmoción en relación a pensarse a sí misma y a su trabajo con la escuela (tradicional). Ha podido armar un "entre" con los espacios comunes, acompañando a los alumnos con alguna discapacidad, dentro de la escuela común. Se ha redefinido su propio trabajo y quehacer. No tanto para sostener al alumno sino al docente con aportación de métodos y recursos, para que ese docente pueda ser profesor o maestro de estos alumnos que tienen alguna discapacidad.
—¿Cómo deben formarse las docentes para sostener una escuela inclusiva?
Le dedico un capítulo al tema en mi libro. Es el punto de inflexión, no pueden ser docentes con la idea de que todos los alumnos aprenden lo mismo, en el mismo tiempo y con los mismos métodos; ha quedado demostrado que cada uno de los chicos que están en la escuela tienen sus tiempos, sus formas, cada uno llega con sus necesidades. El respeto por estas modalidades hace que el docente deba tener esta formación. Y en los institutos de formación docente, la diversidad está puesta como un tema romántico. Si bien se lo ha podido correr de la idea de patología y la diversidad ya no es déficit, queda como una cuestión romántica y como una opción. Y la diversidad debe ser tomada como un valor educativo que atraviese a todo el sistema y toda la formación docente.
—Muchas veces la sociedad no acompaña esa búsqueda de escuela inclusiva...
Yo hablo de escuelas inclusivas, pero es un tema mucho mayor, que es pensar en culturas inclusivas. Tiene que ver con una mirada mucho más amplia, inmersa dentro de una perspectiva de derechos. Incluso en mi libro planteo que en materia de inclusión "tenemos mejores leyes que resultados". Hubo una política de derechos, una convicción política muy grande que queda refrendada en 2006 con la ley de educación nacional, sin embargo cuesta ponerla en marcha.
—¿Cómo pensar una escuela inclusiva en un modelo económico que permanentemente está excluyendo?
Hoy esa es razón de más para pensar que la escuela debe ser inclusiva. Sabemos lo compleja que puede ser la vida familiar, la opción después de esa es la escolar. Entonces si la escuela va a dejar de lado a sus alumnos, los va a homogeneizar o no dar oportunidades será un agente de exclusión. La escuela debe ser lo más amplia posible, contemplar la mayor cantidad de variables subjetivas con la que llegan sus alumnos y entender que ese derecho debe ser salvaguardado.
—¿Cuáles son las preocupaciones comunes que expresan las docentes en los cursos?
Algo que les preocupa mucho es que si bien pueden ubicarse en la escuela inclusiva para dar clases, a la hora de evaluar cuesta diversificar la evaluación; el considerar que si se plantean determinados objetivos y se trabaja de determinada manera, a la hora de evaluar no se puede correr a lo que marca la escuela tradicional y evaluar a todos con la misma vara.
Pero es lo que se hace desde las políticas educativas, con las pruebas estandarizadas.
Sí, que evalúan de la misma manera en un país que va desde La Quiaca a Tierra del Fuego, y desde la Cordillera hasta el Atlántico, con una diversidad étnica, lingüística y cultural que es muy compleja, a alumnos que tienen derecho a ser evaluados en cada uno de los lugares, según los parámetros que corresponden.
En perspectiva de derechos
"Tenemos que poder entender que la educación inclusiva es un derecho y que si estuviéramos realmente parados en el paradigma del derecho no tendríamos que usar la palabra inclusiva. Ojalá tenga la oportunidad de escribir un libro sin esa palabra. La inclusión reitera algo que va mas allá de la integración, es una vuelta superadora y no es una cuestión restringida a nuestro país, sino que responde a un movimiento mayor que es el de Educación Para Todos (EPT). Vale abrir el panorama y mirarlo desde lugares más amplios para poder ubicarnos y saber que no responde a un capricho político de un momento", analiza María José Borsani sobre los desafíos que plantea la educación del siglo XXI.
Aclara que en su libro hace un recorte de época a estos últimos años: su escritura es pos ley nacional de educación (2006) "y sus sólidos postulados de sostener una educación inclusiva"; es pos Declaración de los Derechos de las Personas con Discapacidad (2007) y la consiguiente adhesión de la República Argentina (2008), "lo que define por un lado un escenario situado en el paradigma del derecho y por otro lado un contexto de época que va a remolque de estas ideas, un territorio social y político ambivalente al que le cuesta efectivizar y sostener estas conceptualizaciones".

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