Jugar
en los niños es sinónimo de vida. A través de lo lúdico
aprenden a manejar el mundo que los rodea y adquieren habilidades para
interactuar con el ambiente. El juego es un motor esencial de
desarrollo: favorece la simbolización, la socialización, la expresión
de emociones, la creatividad. Jugando el niño estructura su subjetividad, en
directa relación con sus padres, familia y entorno.
Según
proclamó en 1959 la Asamblea General de las Naciones
Unidas, jugar es un derecho de la infancia y los
adultos tienen la responsabilidad de velar por su cumplimiento en todos y
cada uno de los niños y niñas, aunque en algunas situaciones se encuentren
mayores dificultades para el desarrollo de esta actividad. Los niños con
discapacidad tienen derecho al juego y al acceso a los juguetes.
Para
los papás de Sofía Ortiz –de siete años, con síndrome de Down-, o
para la mamá de Sofía Briñon -de nueve años, con encefalopatía
crónica no evolutiva, más conocida como parálisis cerebral-, o los de Ian Graschinsky-de
10 años, también con encefalopatía crónica no evolutiva-, el juego es
algo vital e importante. Todos ellos son chicos con algún tipo de
discapacidad, y vivieron en carne propia lo que significa no tener juguetes que
se adapten a sus necesidades. Pero sus historias sirvieron como motor para
marcar una precedencia y apostar por la integración y estimulación a
través de los juguetes inclusivos.
Y
es que a pesar de que cada vez son más los juguetes destinados para chicos con
alguna discapacidad, el camino para conseguir que en el mercado se comercialice
este tipo de productos no fue para nada fácil.
En
el caso de Daniela Briñon -mamá de Sofía- fueron la
desinformación y la falta de juguetes que estimulen a niños con
discapacidad los disparadores para que iniciara la comunidad online Zona de
Sentidos en el año 2013: "Me pareció vital contar con un espacio
de información y contacto entre familias de chicos con discapacidad porque
ingresar en este recorrido a ciegas es muy complejo y agotador", contó
sobre el proyecto, que en noviembre del 2017 fue declarado de interés
legislativo por la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires.
La
mamá de Sofía recorría múltiples jugueterías por día para encontrar para su
pequeña el juguete perfecto. "Siempre me preguntaban qué edad tenía mi
hija y ahí me mostraban los juguetes, pero nunca coincidía con la edad, o con
los estímulos, ya que eran muy fuertes para lo que ella podía tolerar",
enfatizó Briñon, quien comenzó a crear juguetes para que su
hija pueda divertirse.
Desde
ese entonces, la mamá asumió un rol para poder brindarle a su
hija lo mismo que todos los padres: la posibilidad de jugar. Fue un camino
de ida que además brindó la posibilidad a muchos padres que estaban en la
búsqueda de este tipo de objetos que le aporten un extra a sus hijos con
distintos tipos de discapacidades, y que requerían de estímulos diferentes a
otros chicos de sus mismas edades.
"El
espacio de juego de ella es tan importante como las terapias. Como
padres es importante que no perdamos la visión de contar con ese
espacio de ocio que tienen ellos, que, como cualquier persona, quieren
desconectarse, reírse, no pensar nada por un rato. El juego es
fundamental", concluyó Briñon.
El
caso de Sofía Ortiz, una niña con síndrome de Down, fue uno que
llegó a los oídos de la Cámara Industrial Argentina del Juguete. La necesidad
de tener una muñeca con la que se pueda identificar fue el disparador de la
muñeca "Oli".
"Hace
más de dos años, Alcides, un prefecto que me conoce y que sabe que estoy en la
Cámara, me cuenta que le compró una muñeca a su hija y que ella le dijo que no
se parecía a ella y entonces él me preguntó si yo no le podía conseguir algún
muñeco que estuviesen haciendo los fabricantes con rasgos con síndrome
de Down", contó el presidente de la Cámara, Matías Furió. Así fue como
comenzó el proyecto para crear a Oli, y Furió se puso en contacto con
fabricantes de juguetes y también con la Asociación de Síndrome de Down de la
República Argentina (ASDRA), con quienes trabajaron durante este tiempo en
el diseño y estética del muñeco.
"Estamos
felices. Es un paso gigante con el tema de la inclusión. Estamos muy
orgullosos. Nosotros al nacer Sofi ingresamos a un mundo que no conocíamos y
queremos que todos conozcan", explicó Alcides Ortiz durante el acto
de presentación de la muñeca.
Para Sheila Graschinsky, mamá
de Ian, un niño de diez años con parálisis cerebral, el juego es un espacio
fundamental para su hijo. "Los primeros años me pasaba que me encontraba
en una juguetería buscando el juguete perfecto para Ian, que sirva para
estimular, jugar, interactuar y terminaba comprando cosas que no servían y a
medida que no encontraba me desilusionaba".
Graschinsky recuerda estar en la calle, cuando alzó la vista y
se encontró en una casa de cortinas. "Era perfecto, tenía una cortina que
contenía argollas de plástico, era de muchos colores, ese fue su primer
juguete, uno que él podía agarrar sin lastimarse". Sheila creó la Fundación Ian para encontrar un
espacio de contención entre todos y acercar propuestas y aportar a un mundo más
inclusivo.
Hoy,
Ian tiene diez años y el tiempo y las cosas avanzaron.
"Me parecen espectaculares las propuestas de juguetes inclusivos que
existen, pero también como padres debemos ayudar a que el juego
funcione, un chico con discapacidad necesita únicamente que le acerquen el
mundo, que se rodee de gente solidaria y que entienda que el juego es
importante y que ellos también quieren jugar".
Propuestas
que suman
La
necesidad de juguetes que estimulen, integren y diviertan a chicos con algún
tipo de discapacidad es un hecho innegable. Fue en el año 2016 que un
grupo de profesionales planteó la idea de este tipo
de productos a especialistas del rubro del diseño para que creen juguetes
para niños con discapacidad.
En
la experiencia de Carina Cavallo, una de las organizadores del
concurso y miembro de la Fundación
FUNDALC –un lugar para recuperación y rehabilitación general de
personas afectadas (niños, jóvenes y adultos) por distintas patologías que han
dejado alteraciones funcionales y/u orgánicas y que produjeron algún
tipo de discapacidad temporal o permanente- era fundamental contar con
este tipo de juguetes, ya que ayuda a la aceptación e integración de aquellos
que a raíz de un accidente o un padecimiento quedaron con alguna discapacidad.
"Nosotros,
que tenemos nenes internados, siempre estamos pensando cosas innovadoras y
divertidas, y el de los juguetes era un tema pendiente. Fue así que nos
vinculamos con juguetes universales con una idea un poco loca, que era el hecho
de que si no tenemos juguetes, ¿por qué no generamos un premio que incentive el
diseño para propuestas lúdicas? Y así comenzó todo", describió Cavallo.
Que
la sociedad disponga de productos de consumo accesibles para todos beneficia,
en primer lugar, a las personas que tienen mayores problemas de accesibilidad,
en este caso a las personas con discapacidad. No obstante, el diseño universal
de productos beneficia, en segundo término, a la sociedad en general,
ya que facilita que las personas con y sin discapacidad puedan compartir
recursos y momentos de ocio, y esto siempre es beneficioso para ambas partes.
Fuente Infobae
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