miércoles, 31 de marzo de 2010

Un grupo de discapacitados mostró su diario Vía Crucis


"Estamos acá por la discriminación, ¿les suena esa palabra?", se escuchó retumbar desde un megáfono por la peatonal Córdoba, ayer al mediodía. La pregunta partió de un grupo de personas con capacidades diferentes que decidió hacer visible su vida cotidiana restringida por una ciudad que parece no registrarlas. A tono con la fecha religiosa, las distintas organizaciones que las nuclean marcharon con un formato original, un Vía Crucis de nueve estaciones que representan los principales obstáculos que encuentran a diario.
A pesar de la profundidad del reclamo, los pedidos conmovían por sencillos: transitar las calles, utilizar el mismo transporte y acceder a idénticos espacios. Ni más ni menos que vivir dentro de una comunidad. Así lo hicieron saber varias decenas de niños, jóvenes y adultos, algunos con síndrome de Down, en sillas de ruedas y con limitaciones motoras o sensoriales, a los que acompañaban familiares y organizadores.
"No queremos quedar confinados a nuestros hogares, existimos", reclamó el grupo a través de los volantes que buscaban atraer la atención, no siempre lograda, de quienes apuraban el paso por el microcentro. "La reacción de la gente es de sorpresa, porque no está acostumbrada a ver a los discapacitados circulando", dijo Martín Contino. La expresión fundamentó un proceso doloroso y cristalizado; recluir a los discapacitados a sus hogares o escuelas y naturalizar este hecho como algo normal.
Personificación. "Acérquese señora, señor a esta manifestación", pedían a los transeúntes mientras portaban cruces de madera en las que se leían: exclusión, discriminación, falta de trabajo, accesibilidad, falta de deporte adaptado, burocracia y explotación. Bajo el lema "Ponéte en mi lugar, llevá mi cruz", la movida arrancó en plaza Pringles y fue hasta la Municipalidad.
En el trayecto hubo nueve paradas, asimiladas a las estaciones del Vía Crucis cristiano. En cada una de ellas los participantes hacían referencia a un problema y lo acompañaban con la lectura de un texto. Además, hubo expresiones artísticas, como la interpretación del tango Cambalache, que sonó desde el interior de un comercio, donde el grupo hizo un alto con vivas para quienes se animaron al dos por cuatro, mientras Sin Barreras, una de las organizaciones convocantes, se reafirmaba con un rotundo "presente".
Luciano Palazesi, de 22 años, con parálisis cerebral, a punto de recibirse de contador público y una de las personas destacadas por LaCapital en el reconocimiento a los personajes de 2009, repartía volantes a los transeúntes. Algunos lo escuchaban, otros extendían la mano sin detener el paso, pero también hubo quien siguió de largo. "Hay de todo", admitió el joven. "Ayudar a concientizar a la gente para que nadie se sienta discriminado", fue la síntesis que hizo de su tarea.
Desde el Centro de Terapia Asistida con Animales (Ctaca), Adrián insistió en la necesidad de dar a conocer a la gente que hay que aprender a "vivir como un otro, y eso a veces es dificultoso". Y luego siguió: "Todos somos ciudadanos, pero no a todos se nos brindan las mismas posibilidades". A tono estuvieron las palabras de Claudio Alcovich, portavoz del grupo.
"Estamos acá para que la sociedad y los políticos tomen un poco más de conciencia", reclamó desde su silla de ruedas. Y dijo que sienten transcurrir los días en un Vía Crucis constante. "Hay muchas ordenanzas y decretos, pero no se ejecutan las obras, por eso seguimos varados en lo mismo; desde el año pasado no tuvimos ninguna repercusión", señaló.
Menos mal que Elsa Cambra mostró otra cara de la realidad. "¿Dónde firmo? Me siento muy tocada, tengo una nieta con una discapacidad y sé de esta lucha", le dijo a los organizadores. "Acompañanos, por favor", fue la respuesta y la mujer dejó su trayecto para seguir la marcha donde, en realidad, la única limitación se veía pasar a los costados, entre quienes no tuvieron un minuto para darles.
Estaciones
Las estaciones del Vía Crucis fueron: “La condena” (exclusión), “Golpeando las puertas del trabajo” e “Historia del diario vivir” (accesibilidad), “Con las alas del alma” (integración), “Ciegos, sordos y mudos” (discriminación), “La máquina de impedir” (dificultades con obras sociales) y “Dios será pueblo” (reclamos a la Municipalidad).

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