sábado, 30 de abril de 2011

Hospital Borda, el patio trasero de la salud pública en la Ciudad

Diez días sin gas, graves problemas edilicios, falta de insumos y trabajadores en conflicto es la realidad que padecen sus 800 pacientes Decir que la gestión macrista es una cosa de locos, a esta altura, es un chiste que ya ha sido ampliamente superado por la realidad. El hospital de salud mental José T. Borda (sus casi ochocientos pacientes, el personal médico, el profesional, el de enfermería y el de mantenimiento) poco a poco fue quedándose sin los servicios básicos y ya lleva diez días sin gas. Por eso, ayer, los trabajadores del centro de salud hicieron un paro y volverán a reunirse el lunes para decidir, en base a la respuesta oficial, cuáles serán los próximos movimientos para defender a la histórica institución psiquiátrica.
En principio suena como seguro que el martes habrá una manifestación de trabajadores de todo el campo de la salud porteña a la sede de la Jefatura de Gobierno, en apoyo a los trabajadores del Borda. Esa actividad deberá ser coordinada con otra. Ese día la Comisión de Salud de la Legislatura porteña citó para las 13.30 a las autoridades de la cartera sanitaria y del área de Salud mental, para que se presentara a dar explicaciones. También se convocó a los trabajadores del nosocomio para que presenciaran la interpelación.
El jueves pasado, cuando se realizó la asamblea que decidió la medida de fuerza de ayer, los trabajadores se habían reunido con legisladores que fueron convocados para recorrer el estado de las instalaciones y encontrar una solución al conflicto. Es que reina la desconfianza de parte de la gente del Borda. La marcha atrás con el anunciado proyecto cívico del macrismo, con el consecuente cierre de los hospitales neuropsiquiátricos, no parece ser tal, la sensación es la de que el gobierno del PRO lo va a seguir intentando, pero por otros medios. La legisladora del bloque Encuentro Popular para la Victoria, Gabriela Alegre, confió a este semanario que hay denuncias de trabajadores que, cuando aún había gas, vieron a una cuadrilla que se dio a la fuga ante la aparición de una cámara de televisión. Luego de este hecho extraño empezó a sentirse el olor a gas que justificó el corte.
“Cada vez que empiezan a trabajar aparece una nueva pérdida”, cuenta Alegre. “Tanto los trabajadores, como después el director, con quien nos reunimos también, nos dijeron que es poco creíble, porque hace muy poco tiempo se inauguró la obra de gas del pabellón central y hace dos años, la del Amable Jones, uno de los pabellones más grandes, y en ambos casos hubo que verificar toda la extensión de gas desde la calle, por eso existe la sensación de que en verdad es una excusa para ir deshabilitando partes del hospital, para ir cerrando de a poco”.
Alegre, junto a su compañero de bloque, Juan Cabandié, se encargaron de uno de los pedidos de informes que se le hace al Gobierno de la Ciudad, y que se suma a los presentados por el diputado nacional, Juan Carlos Dante Gullo, el del presidente de la Comisión de Salud de la legislatura, el socialista Jorge Selser, y el de la legisladora de Diálogo por Buenos Aires María Elena Naddeo.
La prueba de la desconfianza, además de la falta de luz, agua potable y gas, también la encuentran en el reciente cierre del pabellón 14-22, que estaba dedicado a personas con adicciones, y cuyos pacientes hoy contradicen cualquier consejo médico amontonados con el resto de las patologías psiquiátricas.
El diputado nacional Dante Gullo dijo a Miradas al Sur que no hay que meterse en las especulaciones en torno de las intenciones repecto de los terrenos en los que están apostados, además del Borda, el Moyano y el Rawson. Se mantiene firme en que “el Gobierno de la Ciudad tiene que arbitrar todos los recaudos para de forma rápida restablecer los servicios a los 800 internados”. Gullo fue uno de los que se espantaron en la recorrida que hicieron los legisladores, y aseguró a este dominical que el gigante hospitalario “se está manteniendo gracias al hombro que ponen todos los trabajadores, ya sean médicos, enfermeras, mantenimiento, en fin, si no es un abandono total”. En la recorrida, los legisladores hablaron de una clara desidia, que incluye olores cloacales en los lugares de cocina, y por eso se presentaron informes para que se brinde información sobre “la falta de suministros básicos como agua, luz y gas” y sobre la “gravísima situación de desamparo” de los internos que “no pueden bañarse, que no cuentan con calefacción y que carecen de la provisión de comida adecuada”.
Para Alegre, “lo que más me impacta es la falta de sensibilidad por la situación de los casi 800 internos, la de los trabajadores, y la de los enfermeros, que trabajan solidariamente, porque si no sos solidario en esos lugares no podés estar, bañando a los pacientes calentando agua en una jarra eléctrica”.
Jorge Selser (Proyecto Sur) también habló con Miradas al Sur y explicó que el edificio “no ha tenido mantenimiento durante muchos años y que, desde la gestión Macri, concretamente, hay un abandono absoluto del nosocomio. Hay áreas que están prácticamente sin funcionar, están cerradas, salas de internación, y esa situación pone en peligro la vida de los internos”. Respecto de las versiones de cierre, Selser levanta la apuesta: “Difícilmente pueda cerrarse porque la comunidad hospitalaria se va a movilizar en torno del Borda y esto va a ser un nuevo escándalo en el gobierno de Macri. Lo mejor es que lo resuelva porque si llega a haber un intento de este tipo, la verdad es que no le va a ir bien”. De todos modos, el legislador no es optimista: “Creo que esto va a ser una lucha para largo, por cómo se está moviendo el Gobierno, lo veo mal, esperemos que se solucione lo antes posible por los internos y por la gente que trabaja ahí”.
Nadie quiere arriesgar, pero la coincidencia absoluta es que en el trasfondo de la cuestión hay fuertes intereses inmobiliarios. “Calculá que todo el complejo que forma el Borda, el Moyano y el Rawson, es de unas 20 hectáreas en un lugar privilegiado”, recuerda Gullo.
Los trabajadores del hospital Borda no bajan los brazos. En la oportunidad anterior en que faltó el gas, la jueza Alejandra Dana había dictado un amparo, que el Gobierno de Mauricio Macri apeló, como de costumbre, pero entonces las obras se hicieron y la causa quedó durmiendo en la Cámara de Apelaciones. Los trabajadores del hospital decidieron retomarla, entendiendo que los problemas que excusan la falta del actual suministro son parte del mismo entramado que constituye el objeto de esa causa. Quedará por ver cómo sigue el próximo capítulo, qué decide la asamblea de trabajadores y si alguien del Gobierno, el subsecretario de Salud, Néstor Pérez Baliño, o el de Administración del Sistema de Salud, el puertista Rafael Ralph Kirby, a quien señalan como el poder detrás del ministro Jorge Lemus, se presentan a la cita con la Comisión legislativa.

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