En
algún momento se ha llegado a dudar o hasta cuestionado si los niños que
presentan algún tipo de discapacidad atraviesan por los mismos acontecimientos
que comprometen la constitución
subjetiva. ¿Podemos imaginar que un chiquito con Síndrome de Down no atravesará
por el espadio del espejo, o que un niño con una discapacidad neurológica
no conocerá los avatares del Edipo?.
Cuando de constitución subjetiva
hablamos ningún niño quedará exento de tener que atravesar por aquellos
acontecimientos subjetivantes que permitirán el advenimiento de un sujeto, con
el pasaje desde lo puramente orgánico al cuerpo subjetivado. El juego y el
jugar cumplen un papel central, fundamental, irremplazable e imprescindible en
la constitución y estructuración subjetiva.
Antes de continuar hagamos algunas
aclaraciones,
¿De qué hablamos cuando
hablamos de sujeto?.
Cuando decimos sujetos hacemos
referencia al sujeto en tanto sinónimo de aparato psíquico, al sujeto del
inconsciente, al sujeto del deseo. Sujeto que no está presente desde el
comienzo de la vida, y que sólo podrá aparecer en escena a partir de un Otro
encarnado en la madre o en quien cumpla la función materna. La madre desde su
función sostendrá, manipulará y mostrará el mundo a su bebé. Estará ahí para
satisfacer sus necesidades a través de sus cuidados estableciendo con estos un
ordenamiento temporal ( sueño, comidas, etc), erogeneizando un cuerpo,
delimitando zonas corporales, presentando objetos libidinales. Pero lo que
fundamentalmente hace la madre es interpretar. Interpretar los gestos, los
sonidos , los llantos de su hijo transformándolos en demandas, “la madre
tendrá que interrogarlo, preguntarle
acerca de lo que le pasa, lo que siente, lo que piensa, lo que ama, y es la
respuesta del bebé ( la motricidad, los reflejos) lo que ella decodifica
otorgándole un sentido escénico, articulándolo al universo del lenguaje”
(Levin, E.,2006).
“Por esto decimos que el bebé nace
en un baño de lenguaje. El lenguaje está en él mucho antes de la capacidad de
apropiarse del mismo.
Los padres son los autores de estas marcas. Inscriben significantes en el cuerpo real del bebé.... Cuando decimos que el bebé es tomado por ese baño de lenguaje, nos referimos a que quienes se hacen cargo del bebé, portan una imagen simbólica del cuerpo de su hijo, que, en el encuentro con su cuerpo real, promueven la producción de un sujeto.”(Ranieri, L.,2006).
Los padres son los autores de estas marcas. Inscriben significantes en el cuerpo real del bebé.... Cuando decimos que el bebé es tomado por ese baño de lenguaje, nos referimos a que quienes se hacen cargo del bebé, portan una imagen simbólica del cuerpo de su hijo, que, en el encuentro con su cuerpo real, promueven la producción de un sujeto.”(Ranieri, L.,2006).
Juego y estructuración subjetiva
¿Por qué el juego es la actividad
central y constituyente en la vida de todo niño? ¿Por qué la infancia es el
tiempo del juego?
Dice Elsa Coriat “Mi manera de entender las palabras de Freud
en relación a que el juego convierte en activo lo que se ha sufrido
pasivamente, es la siguiente: El juego es el escenario en que el niño se
apropia de los significantes que lo marcaron.”
Los significantes que hacen marca en
el niño son aquellos donados por los padres desde su propia historia.
“Significantes que, del lado del niño-bebé, en un primer tiempo sólo se
establecen como marcas sueltas, sin relación entre sí, sin conexión la una con
la otra, tatuajes en el cuerpo que todavía no forman red. La actividad lúdica,
la que nosotros, los serios adultos llamamos
con complacencia juego, es un sostenido trabajo de elaboración por parte del
niño...En esta operación, el significante que hasta entonces estaba aislado y
encerrado en la mudez de la marca comienza a hablar... Podríamos decir que
cuando los significantes se encadenan entre sí, liberan al sujeto, encerrado
hasta entonces”(Coriat, E.,2006).
El juego y su
posibilidad de ser
La posibilidad de jugar para un niño
no es algo natural, ni universal, ni es una capacidad dada por la herencia
biológica que aparecerá en un momento determinado del desarrollo. Sino cómo nos
explicaríamos los casos en que no existe verdaderamente un juego simbólico.
¿Qué hace posible el juego?.
Para que un niño pueda jugar es
necesaria la presencia de un “marco” que contenga y sostenga la escena lúdica.
Los elemento que conformarán este marco y formarán parte de la escena son todos
ellos brindados por un Otro. En este gran otro se encarnan las figuras
parentales, los significantes de sus
historias, la significación y el lugar simbólico otorgado al hijo, los
diferentes modos en cómo lo alimentaron, lo tocaron, lo miraron. Todas estas
marcas significantes serán talladas en el cuerpo del bebé para en otro tiempo,
más adelante, en el tiempo de ser niños, éste pueda jugar y jugarse en la
acción lúdica. ¿Pero qué sucede cuando estas marcas no sostienen, cuando los
funciones no han sido ejercidas satisfactoriamente y los elementos brindados al
niño no posibilitan abrir juego?. En estos casos nos encontramos con aquello
que dice Baraldi, C. (2005) “niños robotizados, adiestrados, incapaces de
encontrara significación en sus actos, incapaces de creación. Otras veces nos
encontramos con niños de mirada perdida y cuerpo despojado, niños que se chocan
con muebles y personas desconociendo su propia corporeidad”. Estos niños son
aquellos que no pueden abrir juego para encontrar su propio camino.
¿Qué sucede cuando conjuntamente nos
encontramos con la imposibilidad de jugar jugándose en un niño discapacitado?
¿Es esto condición misma de la discapacidad?. La respuesta es necesariamente
negativa. Como una ley , y como se presenta en cualquier niño la posibilidad o
imposibilidad de jugar no está condicionada por la herencia y la condición biológica. La imposibilidad de
jugar, tan común en niños con problemas en el desarrollo es más bien consecuencia de los efectos que la patología
tiene sobre quienes aguardan al niño. La llegada de un hijo con discapacidad
muchas veces dificulta el establecimiento del vínculo afectivo entre padres e
hijos con marcadas consecuencias en la constitución subjetiva. Los pequeños de mirada perdida robotizados, que se pierden en el objeto son
aquellos niños que presentan comprometida su estructuración psíquica, o que
presentan severas perturbaciones psíquicas (neurosis, psicosis infantiles) y junto con ello de las funciones instrumentales que posibilitan la
relación con los otros y con el medio. Son aquellos niño que no han recibido el
“pasaporte” que les permitan a través del juego atravesar el tiempo de la
infancia para aparecer como sujetos y desde su propio deseo transitar el camino
de la vida (Baraldi, C.,2005).
Bibliografía
1) Coriat, Elsa (2006),
Aportes del Psicoanálisis a la clínica de bebés, El Psicoanálisis en la clínica de bebés y niños
pequeños, Editorial de la campana, Buenos Aires.
2) Coriat, Elsa (2006), El
objeto del especialista, El
Psicoanálisis en la clínica de bebés y niños pequeños, Editorial de
la campana, Buenos Aires.
3) Baraldi, Clemencia
(2005), Jugar es cosa seria, Jugar es cosa seria, Hommo Sapiens
ediciones, Santa Fe.
4) Baraldi, Clemencia
(2005), La problemática de niños con una patología orgánica. El advenir de una
ilusión., Jugar es cosa seria, Hommo Sapiens ediciones, Santa Fe.
5) Wolkowics, Diana (2005),
En torno al juego, Jugar es cosa seria, Hommo Sapiens ediciones, Santa
Fe.
6) Freud, Sigmun (1990), Más
allá del principio del placer, Amorrortu Ediciones, Buenos Aires.
7) Levin, Esteban (2006),La
infancia del otro cuerpo, Discapacidad. Clínica y educación, Nueva
Visión, Buenos Aires.
8) Ranieri, Liliana (2006),
Ejes centrales de práctica clínica: constitución del sujeto, Clase presentada
en curso de especialización Abordaje interdisciplinario de los problemas del
desarrollo infantil, FEPI, Buenos Aires.
9) Winnicott, Donald
(1991), Realidad y juego, Editorial Gedisa, Buenos Aires.
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