miércoles, 6 de febrero de 2013

Autoimagen: ¿es posible desafiar el concepto mediático de belleza?



El verano es una época de mayor exposición corporal, que para muchas personas con discapacidad se vuelve un total padecimiento. En una sociedad donde los medios de comunicación bombardean cotidianamente con imágenes y nociones de una 'belleza ideal' completamente arbitraria y cada vez más lejana a la realidad, aquellas personas cuyos cuerpos escapan a la norma tienden a recluirse y sentir vergüenza de sí mismas, padeciendo los consecuentes efectos negativos sobre la autoestima y la imagen corporal. Desafiar las nociones generalizadas de belleza y las concepciones estrechas de masculinidad y feminidad constituye un reto que cada vez más personas se animan a asumir.

¿De dónde provienen nuestras concepciones acerca del cuerpo y de la belleza? Desde niños nuestro imaginario de lo bello y deseable se ve influenciado por las concepciones familiares, la sociedad a la cual pertenecemos, la educación que recibimos, la cultura, el intercambio con amigos y referentes y cada vez más por la publicidad y los medios de comunicación. Estos últimos dos actores ejercen una poderosa y hasta agresiva influencia sobre nuestras percepciones de la belleza que obedece a una lógica capitalista del consumo y que a su vez interviene sobre nuestras actitudes hacia los demás y en nuestra propia autoestima,. 
Paradójicamente, estos cánones sesgados y arbitrarios con los que convivimos a diario y que manipulan la percepción de la gran mayoría de la población representan a menos de un 5% de las personas. Sin embargo su impacto sobre la sociedad es demoledor. 
El rechazo hacia el propio cuerpo y la persecución de estándares y modelos poco representativos vienen provocando en las últimas décadas toda una serie de graves trastornos en la salud como la anorexia nerviosa, la bulimia, la tanorexia y vigorexia, además de problemáticas como el bulliying y la discriminación.
Si la sociedad en su conjunto mujeres y varones, cada vez se encuentran más vulnerables ante los rígidos patrones de belleza moldeados por el mercado, ¿en qué medida la promoción y conquista de ideales inalcanzables puede afectar al colectivo de personas con discapacidad, en cuyos cuerpos habitan estigmas y prejuicios?
Tanto en la publicidad como en los medios de comunicación en general, rara vez las personas con discapacidades son presentadas como individuos atractivos, independientes y plenos, lo cual contribuye en gran medida a reforzar la discriminación y el aislamiento social y a provocar efectos profundamente negativos sobre su autoestima e imagen corporal.  
Y si bien pareciera que ante temas tan complejos y urgentes como son el acceso a la salud, la integración laboral o la accesibilidad, la problemática de la autoimagen y los patrones normativos de belleza pudiera quedar reducida a un debate menor, se trata de una situación que afecta intensamente la calidad de vida y constituye un eje de reflexión especialmente abarcado en el ámbito de los colectivos de mujeres y mujeres feministas con discapacidad.
Con el fin de ampliar la comprensión cultural de la belleza y los cuerpos de la diversidad, estos espacios de reflexión han comenzado a problematizar las nociones generalizadas de imagen corporal dominante e incluso dar un paso más allá al animarse a cuestionar dos imperativos: en primer lugar, que todas las personas deben amar a sus cuerpos, y segundo, que los únicos cuerpos deseables son los cuerpos sanos, altamente funcionales. 
El cuerpo es también un sitio político entendido y experimentado en relación a las producciones discursivas de lo que es normal y deseable, no obstante y a pesar de una falta de representatividad en los debates generales y en los medios, los colectivos de personas con discapacidad intentan intervenir en estas producciones y acercar nuevos enfoques sobre el vínculo con el cuerpo y la posibilidad de romper las barreras que limitan nuestra capacidad de celebrar la diversidad humana.  
A continuación profundizaremos en el impacto provocado por los cánones convencionales de belleza en las personas con discapacidad, reflexionando sobre la posibilidad de configurar una definición de belleza holística y plural que se extienda más allá de la representada por el mercado y la publicidad.

Autoimagen y estereotipos
A niveles generales, la brecha entre la belleza ideal y los cuerpos reales (y sobre todo a partir de las técnicas de retoque digital de imágenes) se agiganta en la misma medida que crece el alto nivel de insatisfacción para con el propio cuerpo. Y esta insatisfacción afecta tanto a mujeres como a varones.
Dada la capacidad de penetración que la publicidad tiene en nuestro cotidiano y la manera en que los cánones de una belleza imposible nos son impuestos a diario, es fácil olvidar que dichos estándares son arbitrarios y varían en gran medida de una cultura a otra, como también han ido variando a lo largo del tiempo. Asimismo, estas tendencias reflejan determinados roles que hombres y mujeres se espera que cumplan. 
En el año 1999 la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard realizó un estudio sobre las adolescentes de las islas Fiji antes y después de la introducción de series norteamericanas de televisión para jóvenes como “Friends” y “Melrose Place”. Al inicio del estudio, sólo el 3% de las niñas de Fiji había reportado un trastorno de la alimentación. Tres años más tarde, el seguimiento realizado por los especialistas de Harvard documentó un aumento de un 15% en tasa de trastornos de alimentación, además de que el 74% de las niñas encuestadas manifestaron sentirse "demasiado grandes o demasiado pesadas".
Basta con ver cualquier publicidad pensada para el público masculino y nos encontraremos con toda una serie de clichés y posturas que se encuentran ligadas a estereotipos machistas (la mirada de los medios es esencialmente una mirada masculina): independencia, dominación, fuerza, agilidad, poder… Son sólo algunos de los rasgos asociados con la masculinidad en nuestra sociedad. Sin embargo, para los varones con discapacidad física, especialmente quienes dependen de apoyos como bastones, prótesis o sillas de ruedas, es prácticamente imposible medirse con estos ideales, lo cual trae aparejado el cuestionamiento hacia su masculinidad y hacia el lugar que ocupan en la sociedad.
La omnipotencia, la capacidad de liderazgo y de imponer la propia voluntad y control y el desenvolverse sin la necesidad de la ayuda de otros, son características del varón exitoso y seductor que están muy presentes en los medios de comunicación en general y que conflictúa seriamente a los hombres con discapacidad, especialmente a los más jóvenes, que se encuentran en plena etapa de socialización. Este choque continuo contra un modelo inalcanzable llega a repercutir negativamente en diversas áreas de la vida, como ser en la confianza para conseguir empleo o comenzar un proyecto, en la manera de desenvolverse socialmente y en la vida afectiva y sexual.  
En el caso de las mujeres con discapacidad, la desventaja crece por la condición de género. Lidiar con los cánones de belleza las empuja todo el tiempo a tener que demostrar que son "mujeres reales", “con todo lo que hay que tener”, mujeres competitivas y deseables. 
Esta falta casi total de la representación significa que la vida de las mujeres con discapacidad sigue siendo un misterio para la mayor parte de las personas sin discapacidad, quienes sólo las perciben como víctimas indefensas que necesitan protección y cuidado.
Para ellas, además de la presión de tener que encajar en determinados patrones estéticos, entra en juego la expectativa de la maternidad, un punto muy delicado, ya que a diferencia de muchas mujeres sin discapacidad que deben medirse con esta demanda social, en el caso de las mujeres con discapacidad puede no ser su deseo sino su propia condición física u orgánica la que pone límite a la expectativa social.  
Todas estas presiones y frustraciones que afectan doblemente a las mujeres, provocaron que, lejos de asumirse como víctimas pasivas, muchas de ellas comenzaran a debatir y buscar otras miradas sobre la cuestión. Uno de los tantos grupos de intercambio y problematización sobre este tema es la organización norteamericana Forward (FWD, del inglés “feministas con discapacidad”), quienes han lanzado una serie de documentos con provocadoras manifestaciones al respecto. 
Para las activistas de Forward es necesario tener en cuenta que no se puede empujar a una persona a tener que amar a su cuerpo todo el tiempo. Por el contrario, es un derecho de las personas con discapacidad el sentirse en conflicto con sus cuerpos y transitar las tensiones y los procesos necesarios para poder explorar su identidad y lograr una autoimagen positiva verdadera. 
Ahora bien, ¿por dónde empezar a revertir y transformar este juego perverso?

Autoestima, dignidad y respeto
La autoestima es el concepto que tenemos de nuestro valor personal y de nuestras capacidades. En este concepto se entrelazan la autoconfianza, el sentimiento de propia competencia y el respeto hacia uno mismo.
Sin embargo, no es tarea sencilla mantener una autoimagen equilibrada en un entorno que continuamente daña la autoestima y nos pone de cara a horizontes inalcanzables. 
Al respecto, Jesús Flórez, catedrático de la Universidad de Cantabria y asesor científico de la Fundación Síndrome de Down de la misma región española, se pregunta: “¿Cómo favorecemos el respeto y el orgullo de sí mismos cuando la sociedad prima la velocidad, la autosuficiencia, las habilidades para comunicarse, la productividad, la eficacia?”. 
Una de las posibles claves detectadas por Flórez para contemplarse a sí mismo con sentido de dignidad y con respeto radica en la aceptación, se asienta la utilización y el desarrollo de las propias capacidades y habilidades, proceso acompañado por la defensa activa y promoción de los propios derechos y necesidades.
Según el Centro para la Investigación sobre la Mujer con Discapacidad (The Center for Research on. Women with Disabilities) de los Estados Unidos, los cambios de valoración se darán en la medida que las mujeres con discapacidad comiencen a desafiar las percepciones de la belleza corporal. “La discapacidad pone en jaque todas las nociones de perfección y belleza según la definición de popular y la cultura dominante. Tenemos que transformar lo que se ha considerado tradicionalmente como algo negativo y acentuar la realidad de que “diferentes" lleva consigo oportunidades interesantes y creativas para el cambio. Al comenzar el proceso de recuperación y abrazar nuestras diferencias, vamos a celebrar nuestra gama de particularidades y habilidades”.
En este sentido, los profesionales coinciden en una serie de pasos a seguir para poner un freno a la influencia mediática y la presión social y trabajar por la potencialización de los valores personales y colectivos:
-Maximizar los efectos positivos y minimizar los negativos. Concentrarse en las capacidades más que en las limitaciones, ya que esto es una realidad que nos atraviesa a todos, todos tenemos habilidades y limitaciones. 
-Evitar las comparaciones poco realistas. No medir las propias capacidades con metas inalcanzables, sino saber extraer de ellas su máximo potencial sobre objetivos acordes a las propias necesidades y deseos.
-No relacionar el propio valor con cualquier situación frente a la que uno pueda hallarse limitado. Somos mucho más que nuestros límites.
-Apreciarse a uno mismo también es reconocer que la propia discapacidad ha sido origen de múltiples aprendizajes y crecimiento. 
-Aprender a canalizar las emociones negativas (ira, enfado, rabia, impotencia, etc.). Pasar de verse a uno mismo como víctima de la discapacidad y de la sociedad a verse como agentes de la propia vida.
-Trabajar en redes, animarse a problematizar y buscar alternativas en el espacio colectivo. No abandonar la lucha por los cambios sociales y personales necesarios,  y ser capaces de reivindicar los propios  derechos ante la sociedad y ante los poderes públicos y privados. 
Otro de los factores cruciales destacados por los especialistas es el apoyo brindado durante la niñez por las familias y las personas cercanas y su capacidad para brindar la adecuada motivación y autovaloración. 
Es muy importante que el entorno de un niño con discapacidad facilite el desarrollo de su autonomía y su autoconfianza. La escucha de los deseos del niño, el acompañamiento de los mismos, el trabajo para la aceptación de los límites y el diálogo sincero son pilares para la aceptación de las diferencias y la imagen corporal.
Actualmente son muchas las asociaciones y proyectos colectivos que se encuentran trabajando activamente para subvertir el rol de víctimas y combatir las ideas erróneas generalizadas y los estereotipos negativos acerca de las personas con discapacidad. Su desafío mayor es alcanzar un más amplio grado de representación en la sociedad y en los medios. 

 Si analizamos los medios, nos daremos cuenta de que hay pocas imágenes positivas sobre las personas con discapacidad, ya sea en la televisión o en las revistas. Los niños con discapacidad casi no tienen modelos que los representen y que puedan admirar. E incluso los varones y las mujeres con discapacidad que aparecen en los medios se encuentran encuadrados dentro de los típicos cánones de belleza.  
Modificar estas estructuras no es un trabajo fácil ni rápido, necesitan revertirse muchos años de limitaciones impuestas por una pequeña minoría sobre sociedades enteras. De todos modos, es una tarea posible que muchas personas con discapacidad están llevando adelante tanto en el ámbito de sus acciones individuales como en el trabajo cooperativo.
Al desafiar cotidianamente las nociones generalizadas de belleza y las concepciones estrechas de masculinidad y feminidad, las personas con discapacidad encuentran la llave para su propia aceptación y logran una mayor autoestima. Y sin dudas este cambio se acelera en la medida en que se ocupen los espacios vacíos.
Laura Hershey, poeta, militante feminista norteamericana, quien portó a lo largo de su vida una severa atrofia muscular espinal, dedicó toda su vida para lograr una representación más justa de las personas con discapacidad en la sociedad y en los medios, sabiendo que esta posibilidad constituiría un impacto positivo para toda la sociedad. “Cuando al saludarme/ tocas mi mano./¿Qué rendijas palpadas se abren?/¿Qué miedo olvidas?”, decía en uno de sus famosos poemas. 
Y es bien cierto. Las luchas y conquistas de las personas con discapacidad han sabido reflejar y contener las angustias y las problemáticas de toda la sociedad. Quizás, a este colectivo tantas veces postergado y excluido le toque una vez más ser la vanguardia de la transformación; ahora en la lucha por la descolonización de los cuerpos y el derecho a celebrar la diversidad sin culpas, sin pudores, con orgullo:
“La empatía me repatria, aprovecho esta forma, mi cuerpo, mi cuerpo monstruo.
Por mi cuerpo viajo, aprendo, amo, es mi objetivo y mi luz”. Laura Hershey (1962-2010).

Luis Eduardo Martínez
martinez_luiseduardo@yahoo.com.ar

Publicado por  la Dra. Verónica Velasco
Tel 0341. 156011309

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