jueves, 28 de noviembre de 2013

HBO emitirá un informe Periodístico sobre el trabajo de “Los Tiburones del Paraná”


El mismo forma parte de una nueva temporada, la 4º, del programa 'Destino Deporte" que se emite por la señal internacional HBO para toda Latinoamérica, en sus versiones castellano/portugués. El informe de “Tiburones del Paraná' forma parte de un capítulo estreno de esta nueva temporada y se emitirá el 3 de diciembre a las 20 horas. La productora que grabó el informe y estuvo al frente de este proyecto fue Eyeworks / Cuatro Cabezas y las grabaciones y entrevistas se hicieron en abril en Arroyo Seco, provincia de Santa Fe, Argentina, sede del Complejo 'Los Tiburones'.

Destino Deporte es el programa periodístico deportivo exclusivo de la cadena HBO, que excede los resultados y las estadísticas de las diferentes disciplinas para meterse en los territorios menos explorados de la actividad deportiva. Figuras del mundo del deporte y fuente de inspiración para el resto de sus colegas; el deporte como medio de inclusión social o como vehículo de cultura; deportes nuevos y extremos que reflejan la búsqueda del desafío permanente y elevan la adrenalina de quiénes lo practican a límites excepcionales; competencias de importancia y nivel internacional, historias de la competitividad excesiva; el relato del drama que vive todo deportista cuando llega la hora de retirarse. Todas las aristas del deporte tienen lugar en  Destino Deporte a través de investigaciones, con información y datos objetivos, con opinión y con la sensibilidad para entender las diferentes costumbres y circunstancias que caracterizan al deporte y a sus principales protagonistas: Los deportistas.
  
El programa 
Destino Deporte es un programa conducido por el periodista mexicano Rubén Espejel y, para la versión en portugués, el conductor brasilero Paul Leroy. Los informes son realizados por el comentarista y periodista argentino Matías Canillán (en el caso de “Los Tiurones”), los periodistas brasileños Juliana Camargo y Guilherme Arruda y el reportero mexicano Ricardo Puig.
 En cada programa, Destino Deporte aborda 4 historias relacionadas con el deporte: una de ellas central, de investigación y por lo tanto, de mayor duración; otra en que se presente el caso de algún deportista meritorio no sólo exclusivamente por sus logros sino también por su esfuerzo y capacidad para superar las adversidades, y un tercer informe más de color que registre una forma curiosa o inusual de encarar una actividad deportiva en algún punto del continente.
 
3 de Diciembre
 El informe sobre “Los Tiburones del Paraná” se emitirá el 3 de diciembre y no es casualidad. 
Precisamente ese día es el Día Internacional de las Personas con Discapacidad.

Bullying, ¿los niños con TEA son más vulnerables?


 Se ha sugerido que los niños con trastornos del espectro autista (TEA) son especialmente vulnerables a sufrir intimidación escolar, también conocida como bullying. Algunas encuestas aseguran que, además de sufrir acoso e intimidación, son intencionalmente provocados por sus compañeros para que 'activen' sus rabietas o arrebatos agresivos. Un estudio realizado en Estados Unidos encontró que el 63% de los niños con TEA de 6 a 15 años de edad habían sido acosados en algún momento de sus vidas. Se sabe que la intimidación tiene consecuencias físicas y emocionales a corto plazo que pueden comprometer seriamente el progreso de un niño con TEA. De allí la importancia de reconocer los síntomas del bullying para poder desarrollar estrategias de prevención.
La noticia fue rápidamente reproducida en los medios nacionales. Un alumno con problemas de aprendizaje y retraso madurativo fue atacado por sus compañeros con empujones y patadas, además éstos registraron la agresión con un teléfono celular y subieron las imágenes a la web. Una vez más “el fenómeno” de la violencia escolar impactaba en las pantallas y periódicos, sacudiendo la opinión pública y reabriendo el debate en las escuelas.  
Aunque el  bullying como concepto está íntimamente relacionado con prácticas como el machismo, la misoginia, el racismo y la discriminación del diferente, parece ser más fácil de tratar por la sociedad de manera aislada de estas otras prácticas, debido, quizás,  a lo dramático y conmovedor que significa contemplar la violencia de tales comportamientos cuando han sido incorporados y reproducidos por los niños.   
El término bullying fue acuñado por el investigador noruego Dan Olweus, quien en los años 70 fue comisionado por el gobierno de su país para desarrollar un programa de estrategias de abordaje y prevención ante el creciente aumento de casos de violencia escolar.
Si bien las investigaciones de Olweus fueron replicadas en diversos países con resultados dispares, el término bullying fue imponiéndose a nivel mundial para denominar esta problemática. Proveniente del vocablo inglés “bull” (que significa toro), esta expresión busca definir las actitudes de quienes actúan pasando sobre otros sin contemplaciones.
La intimidación u hostigamiento pueden darse en otros ámbitos que exceden la esfera escolar, como clubes, gimnasios y centros de recreación. También puede tomar muchas formas, afectando tanto la integridad física como la psicológica de la persona. Cada intimidación implica un desequilibrio de poder, donde generalmente el que abusa exhibe una cierta superioridad física o de posición, o simplemente los agresores superan en número al agredido.
Debido a sus dificultades para desenvolverse en el ámbito social, los niños con TEA se encuentran entre los grupos más vulnerables ante el hostigamiento. 
Los estudiantes con Trastornos del Espectro Autista a menudo carecen de habilidades sociales y de la capacidad de ubicarse en la perspectiva de otra persona, lo cual los deja en desventaja frente a chistes, bromas pesadas o situaciones de agresión. La dificultad para comprender el doble sentido o leer entre líneas los hace susceptibles de manipulación, y de verse envueltos en problemas. 
Recientemente la Dra. Judith Hebron, de la Universidad de Manchester, dirigió un estudio especializado para conocer más de cerca los motivos de esta vulnerabilidad. "Los niños con autismo son blancos fácil debido a que su comportamiento puede ser considerado como raro o diferente, y nuestra investigación nos dice que es probable que esto resulte en acoso, burlas y provocaciones", comentó. Los investigadores británicos especulan que las personas con autismo se vuelven particularmente vulnerables al entrar en la adolescencia debido a que las interacciones sociales se tornan cada vez más complicadas y sus compañeros de desarrollo típico están menos tolerantes a las diferencias y más interesados en la adhesión a las convenciones sociales.
Ya en 2012, un equipo del Kennedy Krieger Institute, en colaboración con el Centro para la Prevención de la Violencia Juvenil, dio a conocer los resultados de su estudio donde se reveló que el 63% de un grupo de 1.167 niños con TEA con edades entre los 6 a 15 años, había sido acosado en algún momento de su vida, una cifra sin dudas altísima. 
El impacto de la intimidación en este colectivo puede ser profundo y debilitante. Un problema cada vez mayor en gran parte de las escuelas y otros lugares públicos.
Existen pruebas de que las víctimas de bullying enfrentan un mayor riesgo de problemas de salud, como dolores de cabeza y dolores de estómago, problemas de salud mental, depresión y ansiedad, caída de sus competencias académicas, ausentismo escolar y suicidio. 
Otro de los aspectos preocupantes es la nueva forma de intimidación a través de las redes sociales. En el acoso cibernético o ciber-bullying, la agresión es llevada a cabo y “subida” a las redes sociales, de modo que las víctimas son alcanzadas con la agresión hasta dentro de sus propios hogares. Esto reduce para ellos, sin dudas,  la sensación de seguridad. 
El acoso escolar es tema muy serio, que se une a un contexto sobre el cual aún existe poco debate a nivel de las escuelas, por eso es importante poder reconocer los primeros síntomas y desarrollar estrategias de prevención.

Bullying, mucho más que una travesura
El bullying lejos está de ser una broma casual de mal gusto o una travesura propia de la infancia. Se trata de un conjunto de comportamientos agresivos intencionales que se llevan a cabo en varias ocasiones y a partir de una relación interpersonal caracterizada por un desequilibrio de poder. 
Existen distintas maneras de generar intimidación, algunas más directas y otras más sutiles, pero no menos nocivas, entre ellas podemos destacar:
-Agresión verbal, incluyendo comentarios despectivos, insultos, burlas y exposición en público. 
-Agresión física: golpes, patadas, empujones, zancadillas y escupidas. 
-Exclusión social y aislamiento.
-Difundir mentiras y falsos rumores que perjudican la imagen social.
-Amenazas: pueden ser meras intimidaciones mortificantes o la promesa de castigo si no se cumple con determinada demanda del agresor. 
-Robo o rotura adrede de pertenencias personales.
-Intimidación agravada por causas de género o raciales.
-Acoso sexual.
-Acoso cibernético (ya sea a través de teléfono móvil, e-mail o redes sociales). Si bien es más “sigiloso” que el acoso físico, casi siempre deja una “huella digital”, que facilita las intervenciones.
Las distintas formas de acoso pueden coexistir, y como consecuencia de estos sufrimientos sostenidos en el tiempo, la víctima será propensa a desarrollar determinados signos de afectación, como por ejemplo:
-Deterioro repentino en el rendimiento escolar.
-Cambios anímicos: llanto frecuente, mayor ansiedad, irritabilidad e hipersensibilidad.
-Reticencia a hablar de su día o cómo le va en la escuela.
-Presencia de contusiones, hinchazón o cortes inexplicables.
-Ropa o pertenencias dañadas o faltantes.
-Fata de deseos de ir a la escuela.
-Deseo repentino de cambiar de escuela.
-Cambio repentino en los patrones de sueño (dificultad para dormir o dormir demasiado).
-Frecuente autocrítica ("Nadie me quiere", “soy feo”, “soy tonto”).
-Cambios repentinos de humor, tales como: tendencia al retraimiento, tristeza o ira.
-Pérdida repentina de peso o aumento de peso.
-Mostrarse excesivamente preocupado por el aspecto físico o la higiene personal.
-Cambio en las rutinas diarias, en patrones de dieta o para dormir.
Como se mencionó anteriormente la investigación al respecto ha mostrado que los niños con discapacidades tienen mayor probabilidad de sufrir bullying, incluso algunos estudios hablan del doble o triple de posibilidades. 
De entre los niños con discapacidad, los que han sido diagnosticados con TEA son aún más vulnerables debido a las diferencias en las habilidades de comunicación, las habilidades motoras y la cognición social. Lamentablemente se ha sugerido que el traslado a ambientes educativos inclusivos puede ser un arma de doble filo (Hebron), sobre todo en la adolescencia, donde las diferencias se incrementan, y también como consecuencia de la falta de personal capacitado. 
Un estudio sobre el acoso escolar realizado en 2009 en los Estados Unidos y publicado por la National Autism Association reveló que el 65% de los padres encuestados informaron que sus hijos con síndrome de Asperger habían sido intimidados por sus compañeros en el último año; el 47% informó que sus hijos habían sido golpeados por sus compañeros o hermanos; el 50% reportó que sus hijos tenían miedo de sus compañeros; el 9% manifestó que sus hijos fueron atacados por un grupo de compañeros, recibiendo además daño físico en sus zonas íntimas; el 12% indicó que sus hijos no eran invitados a las fiestas de cumpleaños; el 6%  comentó que sus hijos eran casi siempre la última opción en el armado de equipos de deporte o durante los juegos; y el 3% dijo que su hijo comía solo en el almuerzo todos los días.

La intimidación en estudiantes con TEA 
Varios estudios proporcionan evidencias acerca de cómo los déficits en la “comprensión social”, una de las características de los niños y adolescentes con TEA, se tornan un factor relevante de vulnerabilidad. Si bien este dato tiene sus fundamentos, es importante señalar aquí que vulnerabilidad no es responsabilidad y que, llegado el caso, la vulnerabilidad es también favorecida por la falta de previsión y responsabilidad del entorno. 
El estudio realizado por el Kennedy Krieger Institute y publicado en su plataforma “Interactive Autism Network” examinó varios aspectos de la intimidación, señalando que, lamentablemente, un número importante de los niños que habían sido intimidados con frecuencia, eran aquellos alumnos con TEA que querían interactuar con otros niños (pero que tuvieron problemas para hacer amigos). De entre ellos, el 57% fue intimidado. Una cifra notablemente mayor en comparación con los niños no tan predispuestos a la socialización. (Un 25% de los niños que preferían jugar solos, el 34% de los niños que iban a jugar, pero sólo si alguien se les acercaba a invitarlos, sufrieron estas mismas prácticas). 
Para los especialistas, además de las barreras en cuanto a la empatía y las carencias en habilidades sociales, otro factor que les jugaba en contra era su completa (y muchas veces brutal) honestidad, un rasgo típico, que muchas veces es interpretado por los niños de desarrollo típico como algo intimidatorio para ellos. Muchos niños con TEA no sienten reparos en decirle a otra persona que “se ve gorda” o que no le gusta determinado aspecto de ella. En este sentido pueden carecer de “filtros” respecto de sus opiniones. Lo cual es interpretado por los demás como una descortesía, una pedantería o incluso una provocación. 
Otro problema verificado por los padres encuestados es la incomprensión social. Por ejemplo, un niño con TEA podría creer que un compañero que se chocó con él de manera accidental lo había hecho a propósito y, a continuación, arremeter en su contra para devolver la supuesta agresión. 
Se encontró además que el 61% de los niños intimidados habían sido diagnosticados con Síndrome de Asperger, un 28% de los niños, con diagnóstico de autismo y un 37% de aquellos, con otros tipos de TEA.
Los científicos involucrados en el estudio aseguraron que si bien se necesita de un análisis más detallado para comprender las causas de esta tendencia, se ha observado que los niños con síndrome de Asperger, que muchas veces tienen un elevado coeficiente intelectual pero que comparten muchos de los problemas de comprensión social con los demás en el espectro del autismo, son “blancos perfectos”. La Dra. Susan Carter, cuyo estudio del año 2009 encontró que el 65% de los adolescentes con síndrome de Asperger eran intimidados, señaló:
“Los niños y adolescentes con síndrome de Asperger tienen una gran cantidad de retos que enfrentan en las escuelas. Muchos de ellos nunca tendrán la oportunidad de expresar sus talentos, ya que no se les comprende adecuadamente y con frecuencia se les niegan los apoyos necesarios. En la actualidad, muchos niños con síndrome de Asperger tienen importantes déficits sociales, sensibilidades sensoriales graves, y son objeto de burlas, son aislados y socialmente excluidos por sus compañeros”.
Otro factor que puede aumentar el riesgo de acoso escolar para todos los niños con autismo son los problemas de salud mental co-ocurrentes. Se encontró que los niños con TEA que sufrían TDAH, depresión, ansiedad o trastorno de oposición desafiante (ODD) eran más propensos a ser intimidados que aquellos con el diagnóstico único de TEA. Esto está en consonancia con otros estudios que han encontrado que el déficit de atención y los problemas de salud mental aumentan el riesgo de la intimidación.
También cabe señalar que muchas veces la intimidación puede extenderse hacia los hermanos de desarrollo típico, volviéndolos también vulnerables. En estos casos, los niños o jóvenes que cometen el abuso pueden expresarse a través de burlas y comentarios descalificadores como:"Tu hermano es raro”, “¿por qué se comporta de esa manera? o “tu hermano está loco”. Lo cual conduce a una variedad de consecuencias negativas.  

Recursos para el autismo y la prevención de bullying
Una de las claves del estudio citado para echar luz sobre esta problemática radica en que los niños con autismo que tenían fuertes redes de apoyo (que incluían amigos y maestros) eran menos propensos a ser intimidados, al igual que aquellos cuyos padres participaban activamente en la escuela.
A partir de este dato, cobra otra dimensión todo el esfuerzo que se pueda hacer tanto en el hogar como en la escuela para prevenir el bullying. 
Si bien no hay manera de garantizar que un niño con TEA nunca sea intimidado, algunas observaciones han planteado acciones eficaces para reducir el acoso.
Una de las más importantes es el diálogo. Los padres deben comenzar a hablar con sus hijos acerca de la intimidación, tanto para informarse sobre el desarrollo social del hijo como para comunicarles ciertas estrategias ante posibles intimidaciones. 
Los padres deben tratar de crear un ambiente de tolerancia, respeto y cuidado en el que niños y jóvenes se sientan en confianza y puedan compartir todo aquello que los aqueje. 
Por su parte las escuelas deben incrementar la supervisión (sobre todo en el patio, baños, pasillos y micros escolares). De igual modo, deben lograr que los padres participen de charlas, debates e iniciativas de prevención, ya que los niños muchas veces reproducen en sus actos las percepciones que captan de su entorno y de los medios, y son los padres los que deben estar atentos para que desarrollen actitudes de recepción y acompañamiento de la diversidad dentro y fuera del aula. 
En este sentido, cada escuela debería crear su propia política anti-bullying, acorde a los desafíos y características de su comunidad. Esto involucra la confección de un protocolo a seguir cuando se produce el acoso. Los especialistas sugieren, además, que estas políticas y normas sean revisadas con frecuencia con los estudiantes y que se hallen escritas en diversas áreas de la escuela.
Estas normas no deberían expresarse simplemente en términos negativos, sino tratar de informar a los estudiantes cómo deben actuar en caso de detectar  un abuso y para prevenirlo. 
El miedo a las represalias a menudo inhibe a los estudiantes a la hora de comentar a sus maestros que han sufrido intimidación. Tanto docentes como familiares deben dejar bien en claro que pueden sentirse seguros de compartir la información necesaria. Asimismo, los alumnos con TEA deben tener clara instrucción acerca de los adultos a los que deben dirigirse en caso de haber sufrido bullying, los especialistas desaconsejan que sean ellos mismos los que resuelvan el asunto, sino un adulto preparado para ello. 
Actualmente existe mucha bibliografía para consultar, como documentales, que permiten conocer la problemática a fondo y elaborar las mejores estrategias para el hogar y la escuela. 
Países de la región, como Paraguay, Chile y Perú tienen sus programas anti-bullying, respectivamente articulados desde los ministerios de educación. En nuestro país todavía no existe una plataforma completa pero ya se encuentra en proceso un expediente para crear el “Programa Educativo Nacional de Difusión y Prevención del Acoso Escolar".  
Recientemente el Consejo Publicitario Argentino, con el asesoramiento del Equipo Diocesano de Niñez y Adolescencia (EDNA), Neuroeduca y Fundación Arcor, desarrolló una campaña de concientización llamada “Si no hacés nada, sos parte”. A partir de un spot de YouTube, el artista de rap argentino Emanero compuso la canción que representa la iniciativa, que tiene como objetivo informar a los adultos acerca del bullying, sobre sus efectos negativos en el desarrollo de niños y adolescentes, y facilitar herramientas que permitan solucionar el problema.
Para finalizar, urge aclarar que, si bien la promoción de habilidades de autodefensa es vital para evitar situaciones de intimidación, como también lo es facilitar las herramientas de diálogo e información necesarias, debemos reconocer que no son los niños los responsables de esta problemática que tiene su claro origen en toda la carga de discriminación y violencia social que se traspasa tanto desde los contenidos mediáticos, los diálogos familiares y el desinterés y complicidad de las instituciones. 
Los niños con necesidades educativas especiales no son las únicas víctimas, de acuerdo con un estudio realizado por la Red de Educación Gay, Lesbiana y Heterosexual de los Estados unidos, el 84,6% por ciento de todos los estudiantes LGBT reportaron haber sido acosados verbalmente en la escuela debido a su orientación sexual, mientras que el 40% reportó haber sido agredido físicamente.
Bajo la triste excusa de que a veces “lo niños son crueles”, la sociedad esconde su hipocresía y su complicidad como artífice de una cultura donde aún persisten la intolerancia, la resistencia y el desprecio hacia toda forma de diversidad.
En todo caso los niños imitan el modelo que nosotros les imponemos, ya sea por complicidad o por omisión.

Luis Eduardo Martínez

jueves, 21 de noviembre de 2013

Conductas autolesivas: la agresión hacia el propio cuerpo


Las conductas autolesivas no reciben toda la atención que debieran, teniendo en cuenta que aproximadamente el 1% de los adolescentes desarrolla algún tipo de ellas. Se caracterizan porque el sujeto se autoinflige daños corporales (cortes, lastimaduras, golpes, etc.) o manifiesta conductas desaprensivas que lo ponen en riesgo. Suelen ser mucho más frecuente en personas con retraso mental, autismo u otras dolencias, pero también se halla entre quienes no portan alguna de ellas. Como se realiza a escondidas, es necesario estar atentos a los signos que pueden revelar su presencia.

Introito
Una de las características principales de los organismos vivos y fundamentalmente de los animales es su fuerte instinto de autopreservación.
Así, estos últimos buscan las mejores condiciones posibles para su objetivo principal: mantenerse con vida e indemnes ante sus depredadores y los cambios en el entorno que impliquen riesgo, al tiempo que se apartan de aquello que resulte amenazante.
Los animales no atentan contra su vida o su integridad voluntariamente. Cuando ello ocurre, es producto de diversos factores, como la desorientación en el caso de los migrantes, la necesidad de aventurarse a hábitats desconocidos ante los cambios peligrosos para la supervivencia en el propio, el cansancio de los grandes traslados y otros factores.
Es distinto el caso de los seres humanos, que sí son capaces (al menos algunos de ellos) de ponerse en situaciones riesgosas por cuestiones deportivas, imprudencia, etc.; de agredir al propio cuerpo e, incluso, de acabar con su vida.

Caracterización
Como resulta obvio, las Conductas Autolesivas (CAL) o Autoagresivas son aquellas mediante las cuales un individuo se inflige daño deliberadamente.
Consisten en efectuar cortes, magulladuras, escoriaciones, quemaduras, pinchazos, abrasiones, mordeduras, etc., sobre el propio cuerpo. También es frecuente la introducción de objetos debajo de la piel (tales como agujas, astillas y otros), interferir en la cicatrización de las heridas, así como arrancarse el cabello e incluso, según algunos estudiosos del tema, la ingesta de sustancias tóxicas en pequeñas dosis u objetos para producir malestar. Menos frecuentes, pero también alarmantes resultan acciones tales como conducir descuidadamente, la ingesta desmedida de alcohol y/o de drogas (legales o no) y las conductas sexuales promiscuas e inseguras, así como los desórdenes alimentarios.
Suelen ser producto de alguna otra patología (deficiencia mental, autismo, etc.) o bien un síntoma de alguna otra dolencia, normalmente asociadas a problemas emocionales, estrés, distintas formas de abuso, etc. Se descarta que tengan una entidad nosológica propia.
Un aspecto a tener en cuenta es que estas conductas tienen que persistir en el tiempo para ser consideradas autolesivas. En ese sentido, no pueden considerarse tales aquellas producto de un impulso único, consecuencia de algún desequilibrio puntual o, incluso, de algún brote psicótico aislado.
Diversos estudios dan cuenta de las razones de quienes se autolesionan. Expresan que autoagredirse les permite lidiar con sentimientos intolerables para ellos o, en otros casos, para poder experimentar alivio de estados de tristeza abrumadora, ansiedad, adormecimiento sentimental, estrés o presión del entorno.
Otro argumento que esgrimen para llevarlas a cabo es que de esa manera se sienten en control de sus cuerpos y sus mentes, para poder expresar sus sentimientos, para desentenderse de otros problemas, para purificarse, para resolver un trauma o para evitar que su dolor alcance a otros. También algunos las experimentan por simple placer o porque afirman que ello los provee de energía.
El denominador común es que realizar estas prácticas les reporta algún beneficio, desde su punto de vista. La realidad indica que se trata, generalmente, de enmascarar las causas, conocidas o desconocidas, de lo que los perturba, una forma de huir de lo que los perturba que no es tal.
Existen algunas creencias erróneas a su respecto.
Una de las más comunes es que las personas que se autolesionan buscan llamar la atención. Esta afirmación se desmiente cuando se observa que una de las características más notables de las CAL es su privacidad. En efecto, la mayor parte de estas conductas se realizan en el más estricto secreto e incluso la vergüenza y el miedo hacen que muchos de quienes incurren en estas acciones autoinjuriantes no busquen ayuda, aunque estimen necesitarla.
También suele catalogarse a estas personas como locas o peligrosas. Si bien es cierto que todas ellas tienen problemas de diversa índole (inclusive, algunos de orden psiquiátrico), raramente podrán presentar peligro para los demás, puesto que sus acciones se dirigen hacia su propia persona. Y para muchos de ellos, lesionarse es producto de angustia, ansiedad, depresión u otros problemas que, si bien necesitan tratamiento, poco tienen que ver con la locura. En todo caso, ese tipo de estigmatización, lejos de ayudar, complica y suele ahondar la sintomatología.
Suele creerse que las CAL llevan en sí una intención de muerte. Hay desacuerdo acerca de si los intentos de suicidio (sin la verdadera intencionalidad de cometerlo) entrarían dentro de su espectro. Si bien para algunos investigadores ello es así, para la mayoría, aunque puede haber una relación, se trata de entidades diferentes.
Tampoco entran en su consideración los suicidios, aunque quienes practican las CAL posean una mayor tendencia hacia él y los casos más graves pueden poner en riesgo la salud y hasta la vida de las personas, por más que esa no sea la intención.
En general, lejos de buscar la muerte, lo que estas acciones les proporcionan es alivio para un dolor anímico, espiritual, psíquico (o como quiera llamárselo), para el que no encuentran otra solución y con el que no pueden lidiar por sí mismos.
Otra creencia muy arraigada es que si las lesiones no son graves, la cuestión no es tan seria.
La magnitud del daño no se corresponde con el grado de sufrimiento asociado. Aunque los signos externos resulten minúsculos se hace necesario buscar ayuda.
Un aspecto a tener en cuenta es que en ciertas culturas, subculturas y grupos existen conductas rituales orientadas a la autoflagelación, como sucede en algunos grupúsculos religiosos o en determinados círculos adolescentes, pandillas, etc., que obedecen, además de a desequilibrios mentales, a cuestiones sociales, que, no por serlo, dejan de requerir asistencia.
Otra característica importante para destacar es que, según estudios realizados en los EE.UU., se ha verificado que aproximadamente el 50% de las personas que han concurrido en busca de soluciones para su problema ha sufrido distintas formas de abuso.

Signos de CAL
Como lo más usual es que dichas conductas se hagan en la más estricta privacidad y provoquen vergüenza en quienes las asumen, también es frecuente que se busque ocultarlas. Ello hace que su detección por terceros resulte dificultosa.
De todas maneras, existen ciertos indicios que es necesario tener en cuenta para poder advertirlas. Para ello, hay que estar atentos a:
– Heridas y cicatrices inexplicables o mal explicadas y recurrentes: signos de cortes, moretones y heridas en pecho, brazos, muslos, muñecas, etc.
- Huellas de sangre frecuentes en la ropa, toallas, sábanas, etc.; hallazgos reiterados de gasas, algodones y/o telas con rastros de ellas.
- La presencia de objetos aguzados o cortantes entre las pertenencias de la persona, sin que se justifique su posesión.
- Inusual sufrimiento de accidentes como explicación de la aparición de marcas y heridas en el cuerpo.
- No descubrir el cuerpo: como forma de ocultamiento, las personas que recurren a las CAL prácticamente nunca dejan que otros vean las partes de su cuerpo donde aparecen los signos de su actividad. Así, no se muestran en traje de baño ni usan polleras o pantalones cortos y ni aun en pleno clima tórrido dejan de vestirse con prendas de manga larga, entre otras formas de esconder los vestigios de su proceder.
- Necesidad de largos períodos de soledad: sobre todo en su dormitorio o en el baño, donde no dejan que otros entren.
- Aislamiento, irritabilidad y baja autoestima: suelen mostrar poca sociabilidad y molestarse ante situaciones que no lo ameritan, mucho más cuando se inquiere acerca de la aparición de marcas en el cuerpo. Al mismo tiempo, tienen una imagen devaluada de sí mismos.

Las CAL en números
Estas conductas pueden aparecer en edades tempranas (alrededor de los 7 años o antes), pero su eclosión más frecuente se da entre los 12 y los 15. Si bien tienden a de-saparecer con la edad adulta, puede persistir más allá de ella.
En ocasiones, desaparecen en pocas semanas, pero lo más frecuente es que se desarrollen durante meses y años. También es posible que remitan durante algún tiempo para luego volver a aparecer.
Es un hecho que la falta de estandarización de los criterios de medición, así como la tendencia al ocultamiento no solamente de los propios interesados sino también de sus allegados y la inexistencia de registros oficiales impiden que se conozca con meridiana exactitud la cantidad de personas involucradas en conductas de este tipo.
Pese a esta precariedad, distintos estudios intentan dar cuenta de su prevalencia, mientras que quienes se dedican a su seguimiento reportan que desde los años sesenta se nota un marcado incremento de este tipo de conductas. Esto, junto con que es mucho más frecuente en algunas sociedades que en otras, funda la sospecha de que, pese a ser consideradas altamente negativas, existe una especie de contagio social que tiende a extender estas conductas.
Por ejemplo, en Escocia e Inglaterra el número de consultas anuales por esta problemática supera las 142.000 al año, aunque se cree que la cantidad de casos es mucho mayor y que 1 de cada 130 adolescentes podría manifestarlas. En otras latitudes, la estimación es que abarca al 1%.
A su vez, otras investigaciones en EE.UU. revelan que 1 de cada 10 personas que se autolesionan lo hacen tan extremadamente que debieran recurrir a la intervención médica y, en buena parte de los casos, hasta concurrir a las guardias de emergencia. Sin embargo, apenas el 6,5 de ellos lo hace, lo que habla, también, de la negación parental, puesto que la mayor parte de ellos son niños o adolescentes.
La mayor frecuencia de duración de las CAL se estima entre 5 y 10 años, aunque se reportan persistencias más prolongadas.
La existencia de retraso mental, autismo y otras patologías de este tipo aumenta la presencia de las CAL. Como ejemplo, diversos trabajos en niños y adolescentes institucionalizados por dichas dolencias dan cuenta de ello. Uno de Japón mostró un 5,5%; otro de Escocia, 14,8%; otro elaborado sobre la población de dos centros regionales en Colorado y Arizona, EE.UU., 15%; en Suiza, 4,2%; en Alemania, 1,7% en uno de personas con retraso mental leve y otro con afectados severa y profundamente, 65,9%.
A su vez la ideas suicidas, los intentos de suicidio y los que se llevan a término se multiplican por 2 o por 5, según diversos trabajos de investigación, respecto de la población que no recurre a las CAL.
Los varones suelen tener una leve prevalencia sobre las mujeres respecto de estas conductas (55 a 45%), siendo más frecuentes los casos de autolesiones físicas en ellos y las correspondientes a abuso de sustancias en ellas.

Tratamiento
Como estas conductas son síntomas o consecuencias de otros problemas, resulta evidente que lo que se debe atacar es el mal de origen.
En ese sentido, existe una amplia gama de tratamientos psicológicos, psicoanalíticos y psiquiátricos que pueden ayudar a resolver la problemática de base, que puede complementarse con medicación, para aliviar temporariamente la sintomatología. En otros casos, los más extremos (es decir, aquellos en que el daño suele ser grande o en los que existan posibilidad de suicidio), los medicamentos se mantienen durante el tiempo en que persistan dichas conductas, lo que importa períodos prolongados e, incluso, en los más graves y resistentes puede abarcar toda la vida.
Los medicamentos más comunes que suelen utilizarse son el ácido valproico (un anticonvulsivo), que actúa como un regulador para los impulsos. Sus efectos secundarios incluyen náuseas, vómitos, trastornos intestinales, alopecía, alteración de ciclos menstruales y toxicidad hepática, por lo cual, como con todas las drogas, es necesario un control estricto.
También los antipsicóticos, del tipo risperidona, olanzapina, ziprasidona, quetiapina y aripiprazol, pueden utilizarse, aunque su suministro a niños se halla altamente controvertido, además de por el efecto adictivo que algunos de ellos pueden desarrollar, por las secuelas a largo plazo que es posible que se produzcan.
Entre sus consecuencias no deseadas, pueden llevar al aumento de la masa corporal, ansiedad, insomnio, baja presión arterial, sedación, náuseas, cefaleas y otros problemas serios.
La naltrexona puede resultar útil para coadyuvar en el tratamiento de aquellos que manifiestan recurrir a las CAL como formas de placer. Utilizado normalmente para el tratamiento de intoxicaciones con opiáceos (como codeína, morfina y heroína), bloquea las sensaciones placenteras, con lo cual se anula dicha percepción de placer ante las autolesiones. Entre sus efectos adversos más comunes se hallan confusión, malestar estomacal, ansiedad, dolor en las articulaciones o en los músculos.

Colofón
Que las Conductas Autolesivas no sean una patología en sí misma no implica que no deba prestárseles atención. Aun cuando sus consecuencias no vayan más allá de algunos moretones, raspaduras o pequeños cortes, son el signo de que existe un problema subyacente serio, que perturba al sujeto, por lo cual se requiere la intervención de un profesional que ayude a solucionarlo.
Su presencia, además, aumenta los riesgos de suicidio y, aunque este no aparezca, existe la posibilidad de que puedan llegar a producirse daños graves a nivel físico.
Llama la atención que en prácticamente todos los trabajos de investigación consultados se ponga énfasis en el desconocimiento mayoritario del entorno familiar respecto de este problema que afecta, sobre todo, a niños y adolescentes. Ello habla de que una de las posibles causas se deba a la mala comunicación interfamiliar.
El etiquetamiento y la discriminación, como siempre, no coadyuvan a la mejoría, sino que lo único que aportan es más sufrimiento.

Ronaldo Pellegrini

Incorporan video para sordomudos en La Guía Única de Trámites


Con el objetivo de impulsar la inclusión en el Estado provincial y acorde con otras políticas que se vienen desarrollando en esta materia, la Subsecretaría para la Modernización del Estado incorporó un video de presentación de la Guía Única de Trámites (GUT) en Lengua de Señas Argentinas.

“Prestamos especial atención a la inclusión de personas con discapacidad. Por eso, la incorporación de este video es también un hecho que se suma a las capacitaciones en lenguaje de señas que venimos realizando desde el Instituto Provincial de la Administración Pública (IPAP), donde se formaron más de 200 trabajadores en esta temática. Queremos poner en valor el rostro humano del Estado como nos pide el Gobernador Daniel Scioli”, señaló el subsecretario para la Modernización del Estado, Lic. Roberto Reale, de la Secretaría General que conduce Eduardo Camaño.
La GUT es un sistema desarrollado por Modernización a través de su Unidad Ejecutora del Programa Trámite Simplificado, a cargo de Karina Serra, en conjunto con la Dirección de Sistemas de Información y Tecnologías (DPSIT), que brinda información detallada sobre 800 trámites que se realizan en las oficinas de la Administración Pública provincial. La misma incluye un buscador inteligente, la posibilidad de realizar algunas gestiones de manera online (a través de este link http://www.gut.gba.gov.ar/
) y un video de presentación que explica su funcionamiento, ahora también en Lengua de Seña Argentina.
Para esta nueva incorporación, la GUT contó con la colaboración de la Asociación de Sordomudos La Plata, por medio del docente Juan Manuel Barbato, que es quien protagoniza el video. Asimismo, trabajaron en la gestión los Expertos en Gestión Pública, Gabriela Arrupe y José Valentini, que además asisten técnicamente en la implementación y actualización de la GUT.

Piden que las aulas integren a los alumnos con dislexia


La dislexia está considerada la primera causa de fracaso escolar, y es la principal alteración de las llamadas 'Dificultades Específicas del Aprendizaje' (DEAS), un grupo de situaciones que afectan al 15% de los niños. En Argentina los docentes no reciben formación específica para aprender a guiarse frente a un alumno que no consigue plasmar en nuestro alfabeto las ideas que bullen en su cabeza.

Es un trastorno neurobiológico de origen genético, en el se encuentra alterada la migración neuronal. Ello hace que el niño no tenga la capacidad para decodificar el sonido de las letras, lo que afecta su desempeño en la lectura y la escritura. Sin embargo, son niños muy inteligentes y creativos y si encuentran un marco de enseñanza acorde a sus posibilidades, pueden alcanzar un desarrollo intelectual similar al de los restantes chicos, resalta el español Iñaki Muñoz Salas, presidente de Disfam (Asociación Dislexia y Familia). 
El joven, que padeció trastorno de aprendizaje y vivió en el seno de su familia el drama de la dislexia, llegó a la provincia en el marco del Día Nacional de la Dislexia, que se conmemoró la semana pasada. El experto dio diversas charlas dirigidas a padres, estudiantes y docentes. Y participó de una sesión legislativa, en la cual la delegación tucumana de Disfam presentó un proyecto de ley para que los médicos y las escuelas puedan detectar a tiempo la dislexia, tratarla y adecuar las clases a ellos. 
"El principal problema es que al no tratarse de una enfermedad ni de una discapacidad las obras sociales no reconocen su tratamiento", reniega Mariana Podestá, titular de Disfam en Tucumán. Ella descubrió que toda su vida había sido disléxica cuando le diagnosticaron el trastorno a sus dos hijas. Lo mismo le pasó al padre de Muñoz Salas. "En las escuelas consideraban que era un tonto y un vago. Pero no era así. Sufrió mucho", contó el especialista, que aún sufre padece déficit de atención con hiperactividad (TDAH). 
"Trabajo para que ese 15% que nace y muere con dislexia pueda tener éxito escolar. Una dislexia no tratada a tiempo es un fracaso de vida. La mayoría de los disléxicos se esfuerzan muchísimo y los resultados no se notan. Se los cataloga como tontos o vagos. Muchas veces sufren bulliyng. Acaban destrozados", resalta. 
"El gran problema es que el sistema educativo no está preparado para detectar ni para adaptarse a las necesidades de aprendizaje de los chicos con dislexia, y debemos tener en cuenta que en promedio hay entre uno y dos chicos por aula con esta alteración. Y que cuatro de cada seis fracasos escolares son por dislexia", advierte Muñoz Salas. Y añade que si bien las personas con dislexia convivirán con este trastorno durante toda su vida, un aprendizaje adaptado a sus aptitudes no les debería restar ninguna de sus potencialidades. "Y más allá del tratamiento psicopedagógico -que reeduca al chico en la lectura y la escritura-, los docentes pueden hacer mucho para que sus alumnos disléxicos no vivan la escuela como una tortura", concluye.
Fuente: La Gaceta – www.lagaceta.com.ar

Trastornos de conducta: ¿cuánto influye el ánimo paterno?


La paternidad implica un esforzado trabajo cotidiano, una aventura humana donde se intercalan aprendizajes, realizaciones y desafíos. Estos últimos a veces pueden intensificarse especialmente cuando de la crianza de niños con trastornos de conducta se trata. Lo cual puede afectar la entereza y la actitud anímica de los padres. Sin embargo, un reciente estudio encontró que los padres de niños con comportamientos desafiantes que recibieron capacitación para mantenerse optimistas fueron capaces de transformar sus percepciones negativas y, asimismo, beneficiar el progreso de sus hijos.

Los trastornos de conducta comprenden, sin duda, uno de los temas pediátricos más consultados y que mayor controversia viene generando en los últimos años. 
Todos los niños se comportan de manera desobediente o traviesa algunas veces, incluso, en casos de estrés, esta actitud puede sostenerse durante un determinado periodo de tiempo. Pero los trastornos del comportamiento presentan un panorama más grave, ya que se trata de patrones de conducta hostil, agresiva o perturbadora que no disminuye con el tiempo e incluso puede ir agravándose. 
Rabietas y violencia, falta de atención, fracaso escolar, relaciones interpersonales insatisfactorias, hiperactividad, temores y ansiedad excesiva, son algunos de los signos que se destacan y que brindan las primeras alarmas.  
Varios de estos rasgos están presenten en diversos síndromes y condiciones como Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), Trastorno Opositivo Desafiante (TOD), Trastorno del Espectro Autista (TEA), Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) y Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD), y dado el (cuestionado) incremento en los diagnósticos y las nuevas etiquetas psiquiátricas, se trata de comportamientos conflictivos que ponen en jaque a una buena parte de la infancia y a sus familias. 
Las presiones académicas cada vez más prematuras, la sobrecarga de actividades, la falta de espacio para el juego libre, la inmensa cantidad de estímulos cotidianos, los agentes ambientales nocivos y las crisis familiares son apenas algunos de los factores que desde lo social pueden empujar hacia cuadros de riesgo o disparar aspectos genéticos.  
Los trastornos del comportamiento representan a su vez la causa más común que lleva a los niños a pasar por evaluaciones neurológicas y de salud mental, además de exponerlos al riesgo de sufrir depresión y la tendencia a desarrollar síntomas físicos, dolores o miedos irracionales asociados con problemas personales, interpersonales o escolares. 
Los trastornos del comportamiento afectan particularmente a niños diagnosticados con TDAH y con conducta negativista desafiante, y se ha reunido evidencia que sugiere que la relación de estos niños con sus padres y hermanos era más tensa que la de los niños sin este trastorno. El estrés de los adultos, muchas veces desencadenado por la conducta de los niños, puede impactar seriamente en su calidad de vida, sumando riesgo de depresión y conflictos maritales, y a partir de un círculo vicioso puede afectar también la calidad del vínculo con sus hijos.  
Es por ello que, recientemente, un grupo de investigadores decidió evaluar el impacto de un conjunto de estrategias para favorecer el optimismo y la asertividad de los padres de niños con esta problemática, mejorando las habilidades parentales para crear bienestar en el hogar y estrategias de manejo de conducta, destinadas a modificar el comportamiento de los hijos.
En este informe especial revisaremos estas estrategias y profundizaremos sobre un concepto tan menospreciado. ¿Puede un simple cambio de perspectivas aliviar los efectos emocionales que repercuten desde una problemática tan compleja?

“Cuidando a los cuidadores”
Un estudio llevado a cabo por un equipo de la Universidad del Sur de Florida, coordinado por el Dr. V. Mark Durand,  cuyos resultados fueron publicados recientemente en la revista “Journal of Positive Behavior Interventions” brindó un nuevo aporte para que los padres puedan desarrollar herramientas eficaces para dar un adecuado acompañamiento a sus hijos y para poder prevenir y aliviar las consecuencias del estrés y la angustia personal.
Alentados por la convicción de que ayudar a que un niño se comporte mejor en casa requiere que los padres participen activamente en el proceso, Durand y su equipo realizaron un programa para enseñar a las familias a tener un impacto positivo sobre los comportamientos disruptivos de los hijos y mejorar la calidad de vida familiar.
Los investigadores llevaron a cabo un ensayo clínico aleatorio de 5 años involucrando a 54 familias para comprobar si la adición de una "formación en optimismo" a través de un programa de apoyo en educación para padres podía ayudarlos a trabajar con las actitudes desafiantes de los niños en el hogar y reducir sus problemas de conducta. 
Los padres que recibieron el entrenamiento, quienes fueron seleccionados por mostrarse pesimistas o escépticos sobre el posible éxito de estos programas, fueron capaces de implementar intervenciones hogareñas que contribuyeron a mejorar los comportamientos de los niños en mayor medida que los padres que no recibieron el componente de optimismo.
El autor principal, V. Marcos Durand, autoridad internacional en materia de autismo y trastornos del sueño infantil, observó que los padres que recibieron la capacitación en optimismo informaron que se sentían con un mayor control en el hogar, que ya no tenían temor de involucrarse en situaciones de interacción social y que tenían grandes esperanzas sobre sus hijos en comparación con los padres que no recibieron esta formación. “Analizando los datos en profundidad, encontramos que los padres más optimistas son capaces de ayudar a sus hijos a participar en actividades donde anteriormente los niños los desafiaban, como comer en la mesa o lavarse los dientes, pero los padres que no recibieron formación en optimismo evitaban estas situaciones. Esto nos preocupa porque aunque evitando situaciones problemáticas se reducen los problemas de comportamiento, esto puede conducir a más complicaciones en el futuro. La buena noticia es que la formación en optimismo puede ayudar a cambiar esto”, comunicó Durand.
En el artículo publicado por el “Journal…”, Durand y Lee Kern, coautor del estudio, aseguran que las escuelas públicas de los Estados Unidos están incluyendo cada vez a más niños con discapacidades y trastornos de conducta en las aulas de educación regular, principalmente niños con TEA; y para tener éxito, los profesionales de la educación entienden que estos niños a menudo necesitan apoyo adicional para avanzar en el desempeño académico. 
Los especialistas aseguran que ha quedado claro que si se sabe por qué un niño se está portando mal, se puede diseñar un plan en base a esta información, por ejemplo, enseñándole a pedir a ayuda. Los resultados de una evaluación de este tipo, con frecuencia, pueden conducir a mejoras significativas en el comportamiento. 
Un enfoque aprobado por muchos profesionales se llama Análisis funcional, y su objetivo es evaluar la "función" o la razón por la cual cada niño está actuando de determinada manera. Lamentablemente el Análisis funcional a menudo puede ser lento y difícil de llevar a cabo por los maestros.
Es por esta razón que los investigadores sugieren la realización de una versión breve que pueda realizarse más fácilmente durante las actividades escolares regulares, y, por lo tanto, menos intrusiva. 
Sobre estos parámetros es que lograron agrupar un conjunto de herramientas para que los docentes  y, especialmente, los padres puedan acompañar a sus hijos y generar una mayor resiliencia familiar.  
Durand, asegura que el humor, la comprensión, la perspicacia y la práctica son aliados en las estrategias que llevan a los cuidadores de la mano a través del proceso de averiguar los porqués de los comportamientos conflictivos y a adquirir mayor confianza. 
“Al principio de mi carrera, algunos de mis colegas descubrieron que los problemas de conducta a menudo eran intentos de comunicarse con otras personas. Muchas veces estos comportamientos eran muy exitosos en la obtención de las cosas que querían, como la atención de otras personas, el acceso a las cosas, o para escapar o evitar las tareas que no querían hacer. Después descubrimos que el enseñarles maneras más positivas para llamar la atención de otras personas ayudó a reducir los problemas de comportamiento”, señala Durand. 
El Dr. Durand asegura que algunas veces los padres no confían en su capacidad para trabajar con sus hijos y que por eso mismo necesitan transformar su visión sobre sí mismos, sobre sus hijos y, desde un pensamiento positivo y creativo, descubrir nuevas alternativas para pensar sobre estas situaciones. “Así, por ejemplo, si una madre está en el supermercado y su hijo está gritando y ella empieza a pensar que otras personas la están juzgando como madre, esto interfiere en su criterio acerca de cómo manejar la rabieta. Nosotros enseñamos a los padres que ante una situación similar lo adecuado es reconocer primero por qué están teniendo estos pensamientos (la gente piensa que soy un mal padre), y luego los ayudamos a alcanzar otras formas de ver la situación. De esta manera les podemos enseñar a decir ‘Tengo un plan para lidiar con esto, soy una buena madre’. De esta manera no se distraerán con pensamientos pesimistas”.
Obviamente, este cambio de perspectiva no se resuelve con una simple programación de frases, sino como fruto de un intenso proceso de acompañamiento y de elaboración de estrategias, pero sin la confianza en la posibilidad de ampliar los criterios de manejo paterno tampoco se podrán revertir los patrones agobiantes y paralizantes. 

Optimismo: mucho más que un placebo
Si vivimos en un mundo de incertidumbre y cambio donde nos atosigan los estímulos y nos paralizan las dudas, donde muchas cosas parecieran estar tan fuera de nuestro control, ¿Cómo podemos ayudar a los niños con necesidades especiales a que desarrollen una mirada confiada en el lado positivo que nos presentan los desafíos de la vida? ¿Cómo lo hacemos con nosotros mismos en tanto adultos frente a las complejidades de la crianza, en una época como ésta, donde cada familia debe descubrir sus propios paradigmas? 
Para responder estos interrogantes, debemos atrevernos a reelaborar una definición de optimismo que nos permita apropiarnos de una invitación tan “inocentemente” controversial como la realizada por Durand y su equipo. 
Más que pensar positivamente, el optimismo puede entenderse como un acto de confianza, la firme convicción de que es posible hacer frente a las situaciones, y en este sentido más que un pensar, estamos hablando de pensamiento y acción entrelazados. El mero pensamiento positivo no sería más que un placebo, una mirada ilusa y hasta irresponsable con la vida. Por el contrario, la confianza invita al hacer, a plantear una estrategia y cumplirla: un pacto personal y, en este caso, familiar. 
Diversos estudios científicos se han enfocado en determinar si una actitud positiva puede generar beneficios objetivos para la vida de una persona, tenga o no una dolencia física. Y no son pocos los resultados que demuestran, con evidencias, una mejor calidad de vida en aquellas personas que trabajan con su confianza. 
En el llamado optimismo disposicional se encontró una correlación positiva con las estrategias de afrontamiento ideadas para eliminar, reducir o controlar los factores de estrés y se correlacionó negativamente con los empleados en ignorar, evitar o distanciarse uno mismo de los factores de estrés y emociones perturbadoras. Es decir que hacer la vista gorda no es para nada mejor que enfrenar activamente los desafíos.  
Por otra parte, existe considerable evidencia de que el optimismo es beneficioso para la salud. Los investigadores han considerado muchas vías por las cuales el optimismo puede mejorar el sistema inmunológico, la cognición, las emociones saludables y las relaciones sociales (Aspinwall Y Brunhart). Además,  Beck y sus colegas han argumentado que el pensamiento pesimista crónico puede conducir al desarrollo de una vulnerabilidad psicológica, a experimentar emociones negativas, puede crear tendencias hacia trastornos psicológicos caracterizados por síntomas de ansiedad, depresión, pánico e ira (Clarke & Beck). 
Los profesionales que trabajan en el desarrollo de recursos para el control de la angustia y la frustración parental  aseguran que la planificación y la confianza para continuar intentando son clave a la hora de sobreponerse al desánimo y abrirse a nuevas percepciones acerca de los problemas. 
Esto mismo debe ser aplicado al trato con los niños, ya que necesitan tantas oportunidades como sea posible para experimentar el éxito. Por eso, dentro de las tácticas recomendadas, se aconseja que los padres se transformen en ejemplo, permitiendo que los hijos escuchen cómo darle sentido a una situación conflictiva, compartiendo con ellos sus pensamientos positivos y superadores.
También se recomienda que, si el niño utiliza palabras negativas o auto-descalificatorias, se le ayude a revertir el concepto para darle un sentido más positivo de la situación. Si el niño se lamenta diciendo "No tengo a nadie con quien jugar", los padres pueden comentarle que, si bien a veces es difícil encontrar a un amigo, en otras oportunidades (señalar con casos puntuales) pudo crear un buen vínculo y divertirse. Pero claro, de nada servirán estos recursos si los padres no los aplican en sus propias vidas. No son las palabras las que operarán en forma mágica, sino la realidad y la experiencia que a través de ellas crean sentido y aportan veracidad. Por eso es tan importante que los padres luchen por ampliar sus propias miradas y se tornen creativos a la hora de enfrentar los dilemas cotidianos. 
Otro papel importante lo juega el intercambio de experiencias, donde los padres pueden compartir sus propias historias de superación, y de cómo ciertos desafíos nos atraviesan a todos por igual, pero siempre al atravesarlos salimos más experimentados, fuertes y esclarecidos. También se pueden compartir historias literarias o películas inspiracionales, o llamar la atención del niño cuando en los medios de comunicación se pone de relieve a figuras públicas o personas comunes que han superado dificultades.
Asimismo, el resaltar sus logros y el recordárselos en los momentos de baja estima, puede ayudarlos a volver a conectar con sus capacidades y convicciones. Enseñar a los hijos a construir una visión optimista es un bien que permanecerá en ellos para toda la vida, cada vez que logran algo nuevo, por más pequeño que sea,  empiezan a creer con más fuerza en que pueden seguir intentando y construir más éxitos. 

Manejo del estrés
Claro está que puede no resultar sencillo para los padres mantenerse en una actitud positiva frente al sufrimiento de sus hijos, lo cual a veces resulta agotador y frustrante, sumándose a esto las responsabilidades que los tironean cotidianamente. Por eso es tan importante que como base de trabajo personal puedan diseñar un programa propio de control del estrés, en el cual puede colaborar un terapeuta especialista. 
Si bien es común que los padres de niños con discapacidad experimenten mayor estrés que los padres de niños sin discapacidad, los investigadores advierten que  aquellos que tienen hijos con trastornos de conducta son desafiados a trabajar al máximo, están más expuestos aún a la tensión nerviosa. Las tensiones típicas se incrementan a medida que tratan de encontrar una manera de equilibrar las necesidades de sus hijos, las necesidades de los hermanos y sus propias necesidades como adultos y como pareja.
Los padres pueden experimentar un fuerte aislamiento o presión social ya que las otras familias tienen más tiempo, libertad y disposición, lo cual los puede apartar de ciertas actividades, porque sus hijos requieren un nivel de atención superior y más consistente.
Otro de los factores que contribuye al estrés y el aislamiento es el temor a que el comportamiento del niño genere una situación conflictiva en público, con lo que piensan que no vale la pena el caos y los problemas a los que se verían expuestos. Por otra parte, al no tener nuestra sociedad tan incorporado el servicio de niñeras, los padres tienen pocas posibilidades de conseguir un descanso, recreación social o estar a solas como pareja. El rol de cuidadores auxiliares es cumplido mayoritariamente por  abuelos o por  hermanos mayores, quienes a su vez también van acumulando necesidades y demandas. 
Sumado a la falta de espacios de “descompresión”,  lo que más insatisfacción y angustia causa en los padres son las críticas injustificadas y los comentarios ligeros que puedan llegar a recibir de su entorno: maestras, padres de otros niños y vecinos, quienes al estar en contacto con niños con mayores habilidades para autorregularse, no llegan a comprender lo que implica la crianza de niños con trastornos de conducta y muchas veces pueden despacharse con comentarios hirientes y descalificadores respecto de las capacidades de crianza de los padres. 
De esta manera, el estrés continuo, la presión social, el enojo, la impotencia, el cansancio y la preocupación pueden crear una distancia entre los cónyuges y llevar a la tensión matrimonial o incluso a la separación y al divorcio.
Cuando estos síntomas comienzan a predominar en la vida familiar, quizás haya llegado el momento de reconocer que una mirada objetiva, despegada de la situación, pueda ser de mucha ayuda para acompañar a la pareja y colaborar en la creación de alternativas para abordar la dinámica familiar. En nuestra sociedad todavía existen resistencias a la terapia de pareja, pero esta posibilidad puede ser de gran ayuda para optimizar la calidad de comunicación de los padres y brindarles un espacio de escucha y contención. Es importante que no se desanimen e inviertan un tiempo hasta encontrar el consejero o terapeuta adecuado, entrenado y con experiencia en el trabajo con familias que viven en las mismas condiciones.
Los especialistas marcan la importancia que tiene vencer los propios prejuicios y reconocer cuándo ha llegado el momento de pedir ayuda. Esto para nada deslegitima su capacidad como padres, sino, por el contrario, es la mejor manera de respaldar y no echar por la borda tantos esfuerzos cotidianos, es un apuntalamiento para el trabajo frente a tantos desafíos.  
Además, el profesional podrá dar a conocer herramientas para la gestión de la ira y la frustración, sentimientos normales cuando se están atravesando situaciones de estrés. Pero hay maneras saludables para canalizar y dispersar la ira que no dañarán el vínculo familiar, y un profesional capacitado puede ser de gran ayuda al respecto.
Del mismo modo se aconseja la incorporación de técnicas de relajación y respiración, habilidades que, si no se cuenta con el tiempo necesario para tomar clases regulares, se aprenden fácilmente en cursos breves y seminarios intensivos. 
También existe mucha bibliografía seria al respecto y se puede consultar a otras personas que hayan pasado por experiencias que resultaron eficientes: yoga, chi-kung, mindfullness, biodanza, Fendelkrais, método Aberasury, sesiones de shiatzu, son sólo algunas de las posibilidades para trabajar desde lo holístico hacia un bienestar cuerpo-mente, equilibrar los estados de ánimo y reducir el estrés situacional. 
Del mismo modo, los padres de niños con trastornos de conducta tienen que aprender a reducir las expectativas, esto es, aprender a hacer a un lado las expectativas impuestas por otros, llámase familiares, escuela o sociedad. Es importante reconocer cada pequeño logro alcanzado tanto por el niño como por la familia en sí, y cerrar la puerta a las presiones exteriores. 
A veces los procesos pueden ser lentos, y los padres tienen que aprender también a confiar en los profesionales que trabajan con el niño. Siempre es bueno compenetrarse con los procesos, solicitar entrevistas, pedir reportes, ser activos acompañantes de la labor profesional, pero sin la confianza necesaria y una escucha activa sólo se logrará sumar más presiones y expectativas paralizantes. 
El optimismo es acción, creación y una actitud de vida, una disposición frente a los desafíos que influye en gran medida en la salud física y mental, así como en el quehacer frente a la vida social y el trabajo de todos los días. A través de una adecuada gestión del estrés, incorporando tácticas de afrontamiento activo, las personas optimistas logran, al decir de Jung, transformar en conciencia los aspectos inconscientes, para que no dirijan nuestra vida imponiendo un destino, sino teniéndonos como laboriosos artesanos del presente.
Y allí es donde precisamente los niños, sean cuales fuesen sus particularidades, nos recuerdan con su presencia y su actitud frente a la vida en ciernes, que tanto cada pequeño objetivo conquistado como cada dificultad son dos caras del mismo sentido, están puestas frente a nosotros para el desarrollo de nuestras capacidades, y no como meras piedras en el camino.

Luis Eduardo Martínez

Analizan adecuar cajeros automáticos para la lectura de ciegos

La Comisión de Finanzas de la Cámara de Diputados, analiza un proyecto para adaptar cajeros automáticos y tarjetas de crédito y débito al sistema de lectura braille. El proyecto fue impulsado por diputados del oficialismo y busca afianzar una política de inclusión más comprensiva de los no videntes.

El proyecto establece que todos los cajeros automáticos deberán proveer opciones de teclado con sistema de lectura Braille. Asimismo, todos los datos de identificación en las tarjetas de crédito y de débito deberán poder leerse mediante el sistema tradicional y el sistema Braille.
El proyecto impulsado por el diputado Julio Solanas establece que la autoridad de aplicación será por supuesto el Banco Central, y lleva también las firmas de los diputados Carlos Donkin, Osvaldo Elorriaga, Raúl Barrandeguy, Liliana Ríos, Mario Metaza, Ana María Ianni y Mario Oport

viernes, 1 de noviembre de 2013

Facundo Arregui, la sorpresa rosarina



Facundo Arregui tiene 16 años y es rosarino. Su primer acercamiento a la pileta fue a través del water polo incentivado por su padre y entrenador. Hace un año, participa activamente de la selección nacional de natación paralímpica. “Comencé a practicar natación el año pasado. Me probaron en la selección paralímpica, me vieron condiciones y quedé”, relata entusiasmado por su presente deportivo.

En esta III edición de los Juegos Juveniles Parapanamericanos, Arregui cosechó 3 medallas de oro en los 50, 100 y 400 metros libre y una de plata correspondiente a los 100 metros estilo pecho. La jóven promesa de la natación nacional destacó: “nunca imagine que iba a ganar 4 medallas en esta competencia, representando mi país. Además baje mis tiempos en dos disciplinas y haber salido primero en 100 metros de pecho no me lo imaginaba. Un podio en pecho fue una sorpresa”.


Fernando Arregui, padre del atleta y su entrenador, señaló que “esta es una experiencia extraordinaria para todos los jóvenes con discapacidades, una buena manera de acercarlos al deporte más allá de sus problemas motrices o intelectuales”. Además destacó la “importancia de la actividad física para llevar adelante una vida mejor”.


El deportista entrena seis días a la semana y, tal como él mismo lo señala, no se "duerme en los laureles". Ya tiene en mente el próximo Parapanamericano que se desarrollará en el 2015 en la ciudad de Toronto y el Paralímpico de Rio de Janeiro 2016. “Los resultados de hoy son un incentivo para seguir adelante. Mi objetivo era bajar los tiempos y lo logré. Cuando uno se esfuerza, los logros llegan. El podio en pecho no lo esperaba y eso me demuestra que puedo ir por más”.