domingo, 8 de febrero de 2015

¿Pueden los agrotóxicos explicar la epidemia de autismo?



Si el crecimiento sigue estable, para el año 2025 la mitad de los niños podría sufrir autismo', se vaticina, vinculando el incremento exponencial de casos a los agroquímicos. Diversos trabajos abonan la teoría de que los químicos usados en agricultura afectan los genes humanos y que podrían ser un factor importante en la producción de diversas dolencias y síndromes, entre ellos, el autismo.

Es un hecho que, pese a las innumerables investigaciones que se llevan a cabo desde hace décadas, la génesis del Autismo permanece como una gran incógnita. Se postulan diversas teorías, pero ninguna halla el consenso necesario para explicarlo. La disrupción genética es la que parece estar mejor encaminada, pero se desconoce con certeza cómo y por qué ello se produce, o qué genes son los que se afectan para su desencadenamiento. Los estudios más recientes postulan que podría deberse a varios de ellos al mismo tiempo, sin llegar a un acuerdo sobre cuáles se verían implicados.
Otro punto evidente es que en poco menos de medio siglo, de ser una afección relativamente rara (1 caso en cada 5.000 hacia 1975) ha llegado a transformarse en un cuadro que afecta a 1 de cada 175, a lo que se suma una predicción inquietante, según la cual, en algo más de una década, la mitad de los niños que nazcan portarán Autismo.
Más allá de las denuncias acerca de que no todo lo que se diagnostica bajo esa denominación merece tal rótulo, tendencia que tendría su origen en la industria farmacéutica que factura miles de millones de dólares anuales en medicamentos para tratar algunos de sus síntomas y en la connivencia de algunos miembros de la APA (American PsychiatricAssociation), autora de la serie DSM, con esos laboratorios (varios de sus directivos son asesores de quienes producen las drogas), para bajar los estándares diagnósticos, ello tampoco alcanzaría a explicar por qué se produce ese incremento que, lejos de mermar, acelera su marcha.
Decíamos que la hipótesis genética es la que concita mayor aceptación, aunque ello no implica herencia. Apenas el 5% de los casos podría deberse a una transmisión de ese tipo, lo que no resulta significativo para dar cuenta de la explosión autista, puesto que ese porcentaje se mantiene constante a través del tiempo.
Por su parte, las teorías ambientales, según las cuales factores externos actuarían como disparadores, ganan consideración a partir de nuevas evidencias que aportan pruebas al respecto.
La sobreexposición a los metales pesados necesarios para el cuerpo en pequeñas cantidades (hierro, cobalto, manganeso, zinc, etc.) o el contacto con otros decididamente tóxicos (mercurio, cadmio, plomo, etc.) son fuente de distintos problemas de salud (desde leves irritaciones hasta la muerte, dependiendo del tiempo y del grado de exposición), incluido el Autismo, ello como consecuencia de su liberación en la atmósfera, sobre todo a partir de procesos industriales, pero también son efecto de otras actividades humanas, como los motores de combustión interna, algunos materiales utilizados en la construcción (aislantes, tuberías, etc.), minería y otros.
Sin embargo, a partir de la constatación de las consecuencias de la utilización de estos elementos riesgosos, su presencia ha disminuido (aunque no tanto como debiera), por lo que tampoco podría atribuirse esta causa a la expansión autista, salvo en regiones aisladas.
También se ha intentado explicar el incremento por medio de cuestiones sociales. Desde esta perspectiva, el menor contacto de los más pequeños con sus padres, las relaciones más distantes, los cambios en la configuración familiar, el abuso en la utilización de medios electrónicos, la preponderancia de las interacciones virtuales sobre las reales, el bombardeo de estímulos sin filtrar y otros podrían ser disparadores.
Por otro lado, hace aproximadamente cuatro décadas que irrumpió en el mercado agrícola un nuevo tipo de herbicidas con una característica especial: destruyen todas las hierbas y arbustos que atentan contra el rendimiento de los sembrados, dejando incólume a la planta que se busca proteger. Para ello, se modifica la estructura genética del vegetal, haciéndolo resistente al agroquímico utilizado para eliminar las malezas.
Presentados como inocuos para la salud humana y animal, sin embargo, pronto comenzó a advertirse de que ello no era tan así, al constatarse que las poblaciones aledañas a sembrados fumigados con estos productos empezaban a mostrar índices mucho más altos de cáncer, malformaciones en recién nacidos, esterilidad, abortos espontáneos, problemas neurológicos, digestivos y, entre muchas otras consecuencias que produciría, algunos estudios los apuntan como fuente principal del aumento de casos de Autismo.
Un dato que demuestra sus efectos tóxicos es que el glifosato es un derivado del agente naranja, desfoliante que se utilizó en Vietnam y que muchos de los soldados norteamericanos y vietnamitas sufrieron graves consecuencias en su salud.
En ese sentido, la doctora Stephanie Seneff, investigadora del MIT (Massachusetts Institute of Technology) fue quien hizo la predicción de que para el año 2025, de continuar la tendencia, la mitad de los niños que nazcan portarán un trastorno autista. Y, según ella, mayoritariamente se deberá al glifosato, el herbicida más difundido en el mundo.

Cómo actúa el glifosato
El vaticinio se fundamenta en la revisión de buena parte de la literatura científica circulante respecto de este pesticida que realizaron la propia Seneff y un consultor independiente de varios Environmental and Public Health Services (Servicios de Medio Ambiente y Salud) en EE.UU., el Dr. Anthony Samsel.
Estos científicos afirman: “Contrariamente a la idea errónea de la corriente generalizada de que el glifosato es relativamente inofensivo para los seres humanos, la evidencia disponible muestra que el glifosato puede más bien ser el factor más importante en el desarrollo de varias enfermedades y condiciones que se han convertido en crónicas en las sociedades occidentalizadas”.
Uno de los problemas más notables que causa el glifosato (no solamente él, sino prácticamente todos los que se basan en el mismo principio) es que inhibe la producción de la enzima CYP, que, entre otras funciones, regula el metabolismo, lo que puede conducir a cuadros gastrointestinales de distinta gravedad.
Otro tiene que ver con la función reproductiva. Se ha demostrado que este agroquímico es capaz de bloquear los aspectos reproductivos de las plantas. Ante la contaminación humana con él, produce el mismo efecto, haciendo que disminuya la biodisponibilidad de ciertos nutrientes necesarios para la proliferación tales como magnesio y zinc. Pero el peligro va más allá, puesto que tiene la capacidad de traspasar la barrera placentaria y puede afectar al feto.
En ese mismo sentido, en el Ithaca Journal de Alemania, un grupo de científicos detectó concentraciones de glifosato en la orina humana en habitantes de ciudades alejadas de los campos en que este se utiliza, en cantidades que iban desde 5 hasta 20 veces más que el grado que se estima que puede contener el agua potable de sustancias tóxicas para no resultar perjudicial para la salud (entre 0,5 a 2 nanogramos contra el 0,1 permitido).
Explican que probablemente ello se debe a que no solamente se utilizan estos herbicidas en sembradíos, sino que también se usan en parques, jardines, en las inmediaciones de las vías férreas, a los costados de los caminos, en los cementerios y en otros muchos ámbitos lindantes con las ciudades e incluso dentro de ellas para desmalezar.
Pero también advierten que, como consecuencia de su utilización cada vez más extendida en cultivos de consumo masivo (maíz, trigo, soja, alfalfa, sorgo y muchos otros), cada vez se encuentran mayores cantidades de sus residuos en estos productos utilizados en la cocina. Incluso se advierte que el consumo de animales alimentados con transgénicos que se tratan con estos agroquímicos los conservan en sus derivados y su ingesta contribuiría a su hallazgo en cantidades peligrosas en los seres humanos.
Un efecto secundario de la utilización masiva y prolongada (el glifosato comenzó a comercializarse en 1970) es que más de 200 clases de hierbas desarrollaron resistencia al herbicida, por lo que es necesario aumentar la cantidad de estos para lograr el efecto deseado, con lo cual su presencia se incrementa año a año.
Si bien no existen datos oficiales, se estima que se esparcen más de 800.000 toneladas anualmente, distribuidas en 140 países del mundo, con una venta aproximada en 2010 de 6.500 millones de dólares. Si bien el glifosato es el más extendido a través de Round-up, de la empresa Monsanto, hay que tener en cuenta que hay más de 80 productos con características similares.
Resultan incontables los testimonios y las investigaciones (e incluso fallos judiciales en distintos países) que dan cuenta de sus efectos sobre la salud humana y también en los animales.
Las poblaciones situadas en las inmediaciones de las plantaciones que utilizan estos agroquímicos superan ampliamente la media mundial, la nacional e incluso la regional de casos de cáncer, Alzheimer, malformaciones, problemas gastrointestinales, infertilidad y un sinfín de otras dolencias.
Es por ello que en los últimos años se han multiplicado las regulaciones legales para que las fumigaciones aéreas se hagan más lejos de los poblados (100 o más metros) e incluso las manuales, para intentar reducir los perjuicios.

Agroquímicos y Autismo
Existen miles de sustancias que pueden afectar el desarrollo de los embriones humanos. Sobre todo entre las semanas 19 y 30, pero en realidad en todo el período de gestación los bebés en el vientre materno son vulnerables a la exposición a esas sustancias en pequeñas cantidades.
Muchas de ellas son filtradas por la barrera placentaria, pero algunas, aun en pequeñas cantidades, es factible que produzcan alteraciones y daños en la configuración cerebral incipiente.
Un estudio publicado en PLOSComputationalBiology en marzo de este año aporta que, si bien no discuten el rol principal del factor genético en el Autismo, los aspectos ambientales también tienen su incidencia.
El trabajo realizado en el seno de la Universidad de Chicago tomó una muestra impresionante: los registros médicos de 100 millones de estadounidenses, que dio cuenta de un importante descubrimiento acerca de una correlación entre las malformaciones genitales y Autismo y discapacidad intelectual como consecuencia de la exposición a factores ambientales, entre los cuales los pesticidas ocupan un lugar importantísimo.
Los resultados de la evaluación en 2.100 condados norteamericanos llegó a conclusiones para tener en cuenta: se constató que cada aumento de apenas el 1% de las pequeñas alteraciones genitales (sobre todo en varones) implica una correspondencia de casi tres veces más Autismo y poco menos del doble de problemas intelectuales que la media de los EE.UU.
A su vez, el mencionado estudio constató que las tasas de Autismo eran muchísimo más altas en aquellos Estados, como California, que tienen una producción mayoritariamente agrícola.
Por otro lado, se indica que EE.UU. es un alto consumidor de pesticidas químicos de última generación que utilizan semillas transgénicas y que mientras que en aquellos países en que se restringe su utilización (Alemania y Japón, por ejemplo)los casos de Autismo mantienen una proporción estable en el tiempo, en USA la tasa supera largamente la mundial, ubicándose en alrededor de1 cada 68 niños.
Otros trabajos también alertan acerca de los peligros. La Autoridad Alimentaria Europea emitió un comunicado según el cual se alertó acerca de que los pesticidas pueden afectar negativamente el desarrollo de las neuronas y las estructuras cerebrales en los bebés por nacer.
También el grupo GAPS, que se ocupa sobre temas de alimentación y su relación con distintas enfermedades y síndromes mentales, realizó una reunión que se llevó a cabo en Londres el 8 y el 9 de febrero pasado, tras la cual difundió sus conclusiones respecto del glifosato, las que se resumen en los siguientes puntos en lo referente al Autismo y otras problemáticas:
- El glifosato se convierte en un químico tóxico, el P-cresol, en el intestino de los autistas, esto se absorbe por el torrente sanguíneo y se excreta por la orina.
- Muchos marcadores biológicos del autismo pueden ser explicados por el uso del glifosato.
- El glifosato disminuye los niveles de serotonina y dopamina en los seres humanos, causando depresión y otros problemas mentales.
- El glifosato causa un sobrecrecimiento del microbio patógeno llamado Pseudomonasaeruginosa en el intestino humano, que produce formaldeído y otras sustancias muy tóxicas para el cuerpo.
- La agricultura intensiva occidental ha estado utilizando el glifosato como un secante para las semillas: trigo, soja y otros granos y semillas están siendo rociados con glifosato justo antes de cosecharlos para secarlos y hacer más fácil la separación de las semillas del resto de la planta. Esto significa que las semillas están cubiertas con glifosato fresco.
Por su parte, un grupo de 21 investigadores de la Universidad Nacional de Río Cuarto estudió la problemática de glifosato,endosulfan, atrazina, cipermetrina y clorpirifós, químicos usualmente utilizados en los cultivos, durante ocho años, en los que produjo quince publicaciones científicas.
Una de ellas, realizada en la revista científica holandesa Toxicología Ambiental y Farmacología, concluyó en que existen serias evidencias sobre el efecto genético dañoso del glifosato sobre las células humanas y en los animales de laboratorio.
En otra, aparecida en la publicación especializada norteamericana Ecotoxicología y Seguridad Ambiental, dan cuenta de un fenómeno muy poco investigado, como es lo que ocurre con la degradación ambiental de este agroquímico.
Denominado AMPA (por las siglas en inglés que identifican al compuesto a-Amino-3-hydroxy-5-methyl-4-isoxazolepropionic acid), es el producto de su descomposición por efecto de las enzimas bacterianas del suelo. Se afirma que resulta tanto o más perjudicial que el producto original y agrega un nuevo elemento tóxico.
A todo ello habría que agregar su influencia en la biodiversidad que, al destruir los ecosistemas en busca de la expansión de las fronteras agrarias (erradicación de vegetación nativa, muerte de animales y microorganismos), suma a la degradación ambiental planetaria.

La defensa de las empresas
Ante el creciente número de denuncias de los efectos dañosos para la salud humana, responden con investigaciones financiadas por ellas mismas, en las que se demuestra que, si bien existen efectos tóxicos (no hay veneno que no los posea), ellos no son tan dramáticos como sugieren sus detractores.
Centran su defensa en que si los productos son utilizados responsablemente en todo el proceso, desde la siembra hasta la elaboración de los alimentos, las consecuencias de su utilización son prácticamente nulas. En todo caso, los inconvenientes puntuales que se conocen deben ser atribuidos al mal manejo, a los errores humanos y, en última instancia, se trata de accidentes aislados.
Y, por supuesto, niegan que sus manufacturas tengan incidencia en defectos genéticos, Autismo, deficiencias mentales y todas las demás consecuencias negativas en la salud humana.

Conclusiones
La tendencia de los últimos años es que la genética juega un papel principal en el Autismo y que, a su vez, existen otros factores que pueden actuar como disparadores, sobre todo por la exposición intrauterina de los niños en gestación.
La “epidemia” de Autismo parece hablarnos de multicausalidad. En efecto, si la causa fuera exclusivamente debida a una mutación en los genes humanos, la acelerada expansión no podría explicarse por esa vía, puesto que los cambios a semejante escala necesitan muchísimo más tiempo.
Tampoco parece posible que la predicción del 50% atribuida al glifosato y a otros agroquímicos se sostenga por sí misma, aunque dadas las sospechas y acusaciones que se multiplican no solamente respecto del Autismo sino también en lo que hace a sus propiedades patogénicas para con otras afecciones igualmente serias, es imperativo que se realicen investigaciones en gran escala que den cuenta de si ello es así y en qué medida.
La sobreexposición a elementos tóxicos, los factores sociales, la variación de los criterios diagnósticos y tantas otras explicaciones muy probablemente no se excluyan unas a otras, sino que resulta altamente posible que todas ellas aporten para que la realidad sea la que es.
Lo que constituye un llamado de atención es que si muchas de estas circunstancias son evitables, aun reconociendo la dificultad de variar modos de producción, de costumbres y hallar parámetros de diagnóstico equilibrados, ¿por qué no empezamos de una vez a prevenir lo prevenible?
No existe cuestión económica alguna que sea más importante que la salud.

Ronaldo Pellegrini
ronaldopelle@yahoo.com.ar

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