La polémica sobre el Trastorno por Déficit de Atención con y sin Hiperactividad está instalada desde hace algún tiempo.
Por un lado, los defensores acérrimos de esta afección prácticamente no están dispuestos a aceptar ninguna de las críticas que se le hacen a sus formas de diagnóstico y tratamiento y, por el otro, existen posiciones extremas que no solamente ponen en duda la forma de encarar los casos sino la existencia misma del TDA/H.
Este trastorno, que afecta un promedio de 5 a 7 personas de cada 100, que suele presentarse desde el comienzo mismo de la infancia y que es diagnosticado mucho más frecuentemente en varones que en niñas (en una proporción cercana a 3 por 1), según investigaciones recientes, tendría una causa genética que involucraría al 75/80% de los casos, siendo el resto derivaciones de factores ambientales.
Es por ello que desde la Psiquiatría y las Neurociencias son muchas las voces que se alzan para tratar de poner en claro cuestiones que circulan y que, desde ese punto de vista, son mitos, mentiras o errores. A continuación se tratarán brevemente los principales.

1- La culpa de los padres:
Al tratarse de un trastorno con causa eminentemente genética, no aparece cierto que la carencia de autoridad de los padres, su falta de afectividad, sus desacuerdos, las situaciones de divorcio, el nacimiento de un hermano/a, porque padre y/o madre pasen poco tiempo en casa y el dedicado a los hijos sea escaso, porque buena parte de la crianza la realicen terceros (abuelos, tíos, niñeras, etc.), por mudanzas, cambios de colegio, etc., sea la causa de su irrupción. De hecho, estas situaciones y otras que puedan resultar traumáticas para el niño pueden coadyuvar para disparar algo que suele estar presente desde el nacimiento. Es posible que algunas de esas experiencias lleven a tiempos de desajustes conductuales temporales, de duelo, de elaboración, síntomas que desaparecen con el transcurso del tiempo, mientras que el TDAH persiste más allá de las ocurrencias de la vida y en familias estables y “normales”.
Tampoco debe culpabilizarse a los padres por los déficits que puedan presentar en la educación de sus hijos (todos los padres cometen errores, pero no todos los niños manifiestan el Trastorno), dado que los factores genéticos no son educables.

2- Se trata de un invento reciente que se circunscribe los EE.UU.:
Más allá de algunas referencias literarias de ficción de siglos anteriores, la literatura médica comienza a descubrir el TDAH desde 1798, cuando el inglés Alexander Chrichton describe dos de los síntomas principales, tales como la falta de constancia y la incapacidad atencional de algunos niños, al tiempo que el pediatra británico George Frederic Still aportaba a comienzos del siglo XX que la afectación de varones era superior a la de las niñas en la proporción que actualmente se estima correcta (3 a 1), aunque luego veremos que no es tan así. A su vez, en 1932 Pollnow y Kramer describieron con mayor precisión casos de TDAH. Además, desde 1950 en adelante fue recibiendo distintos nombres, hasta que en 1994 adopta el actual. Con esto se demuestra que, lejos de ser una cuestión novedosa, la existencia del Trastorno cuenta con más de dos siglos.
Por otro lado, distintos estudios realizados en todo el mundo muestran que el fenómeno, lejos de circunscribirse únicamente en los EE.UU., cuenta con casos en todo el orbe y en una proporción similar a la del país del norte de América.

3- No es una enfermedad, sino la consecuencia de las exigencias de la vida moderna y de la intolerancia de los adultos para con los niños:
La existencia de antecedentes tan remotos como los de fines del siglo XVIII descartan que sea producto de las peculiaridades de la sociedad moderna, aunque precisamente algunas características de la modernidad puede que hagan que el TDAH sea mucho más visible que en otras épocas.
Por otro lado, por más que padres, docentes y otros adultos sean menos tolerantes, ello no cambia la condición clínica de los afectados, ni los criterios diagnósticos profesionales.

4- Se trata de una moda:
En concurrencia con los anteriores, existe el mito de que se trata simplemente de una moda, impuesta por los laboratorios para vender más medicamentos o por circulación entre los profesionales de la medicina.
Es cierto que en la actualidad se le presta mucha más atención que en otros tiempos, pero ello se debe a que, al estudiarse con mayor profundidad la temática, se conocen y se difunden mayores y mejores informaciones al respecto, por lo que se está más atento a la problemática para producir diagnósticos e intervenciones más tempranas, que tienden a brindarle mejores perspectivas al paciente.

5- El TDAH desaparece con el tiempo:
Existe la creencia de que muchos de los síntomas o su intensidad (desatención, hiperactividad o no, impulsividad, impaciencia, falta de organización, etc.) desaparecen por sí mismos al entrar en la adolescencia.
Algunos trabajos sugieren que ello es así en una tercera parte de los casos, que otro tanto ocurrirá al llegar a la edad adulta, mientras que el tercio restante tendrá poco o ningún cambio a lo largo de toda la vida.
De todas maneras, se sugiere que, en realidad, se trata de una afección crónica, que necesitará atención durante toda la vida del sujeto y que, aunque tienda a mejorar con la mayor edad, no intervenir en edades tempranas puede (y suele) llevar a que no se desarrollen las potencialidades de la persona, dado que los problemas escolares y de relación atentarán contra sus posibilidades.

6- Solamente afecta a los varones:
Si bien existe la prevalencia apuntada de 3 a 1, aparentemente ello se debe a que sus manifestaciones en las niñas son más difíciles de percibir, ya que ellas suelen ser menos hiperactivas y menos desafiantes, así como son menores los problemas conductuales, de aprendizaje y de depresión, aunque suelen cursar con mayor ansiedad. En muchos casos, recién se detectan durante la escolaridad secundaria. En general, son menos disruptivas.

7- La medicación es el último recurso y puede ser peligrosa:
Contra esta creencia, se arguye que el tratamiento debe basarse en una adecuada información a los padres sobre el TDAH y cómo manejar los síntomas, el apoyo para un mejor rendimiento escolar y el tratamiento médico, que incluye el suministro de ciertos medicamentos (debe realizarse en forma personalizada) que mejoran la sintomatología de la persona.
Respecto de la crítica sobre que las drogas recetadas poseen efectos adversos, se señala que prácticamente todos los medicamentos los tienen. En lo que hace a las acusaciones de que crean adicción, los especialistas explican que tanto ello como las consecuencias indeseadas reducen el riesgo a niveles insignificantes cuando la prescripción es la correcta para el paciente.
Por otro lado, ante la creencia de que la medicación debe suspenderse durante las vacaciones y los fines de semana, ello es incorrecto, dado que las manifestaciones de esta condición no se refieren solamente a los aspectos escolares, sino que afectan toda la vida de los sujetos.

8- Los fármacos producen menor estatura:
Pese a la preocupación que han mostrado padres y profesionales de la salud al respecto, estudios recientes han demostrado que, si bien algunos de los medicamentos más usuales para el tratamiento reducen el ritmo de crecimiento, al extremo que se ha encontrado que los tratados suelen tener (levemente) una menor talla hacia los 18 años, poco tiempo después se normalizan.
De todas maneras, es necesario controlar este aspecto, así como los problemas para ganar peso, al mismo tiempo que pueden adecuarse las dosis para balancear los efectos deseados y los indeseados, o incluso puede variarse la droga a suministrar para reducir sus consecuencias.

9- El niño con TDAH tiene un tumor o una lesión cerebral:
Esto es incorrecto. No hay daño físico en el cerebro de una persona afectada, sino que una zona de este funciona en forma diferente. Hay una producción menor de dos neurotransmisores que se denominan dopamina y noradrenalina que propenden a la correcta comunicación entre las neuronas. Como consecuencia de esta deficiencia aparecen los problemas usuales asociados al Trastorno.

10- Se trata nada más que de un problema de conducta:
En algunos casos se atribuye a un problema de conducta, fundamentalmente a que se trata de un niño o niña desobediente y mentiroso, lo que tampoco es cierto. En todo caso, las manifestaciones del TDAH pueden confundirse hasta el correcto diagnóstico con problemas de conducta.
Es por ello que otra creencia que suele venir de la mano con lo anterior también es errónea: el castigo sirve para enderezar esas conductas impropias. Por el contrario, la falta de comprensión y de intervención adecuada suele recrudecer el problema, más que aliviarlo.

11- Si no hay hiperactividad, no hay trastorno:
Precisamente, la sigla que se utiliza para para denominarlo posee esa H al final y funciona como una manera genérica de nombrarlo. Al describirlo, se suele hablar de Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad.
Existen tres formas de este: el hiperactivo-impulsivo (predomina esta clase de síntomas), el de inatención (sus signos muestran mayormente esta característica, que es la forma más usual en las niñas) y el mixto o combinado, donde están presentes las dos formas anteriores. Por ello, hay Trastorno sin importar el activismo aumentado (o no) del paciente.

12- La alimentación influye en la aparición del TDAH:
También circula la creencia de que ciertos alimentos, los aditivos y los colorantes de los mismos pueden producir el Trastorno. Sobre todo, se apunta a la comida basura y/o la ingesta de azúcares.
Si bien algunas tendencias alimentarias ciertamente pueden producir problemas de salud bastante serios, no es este el caso. Tampoco se ha demostrado la eficacia de tratamiento alguno que se base en la ingesta de determinados alimentos y dejar de lado otros. Si bien algunos químicos presentes en las comidas envasadas se han asociado a mayores niveles de actividad en niños, ello no implica que esas conductas persistan en el tiempo ni sean indicadores de TDAH.

13- Los niños con TDAH son menos inteligentes:
No existe correlación alguna entre el Trastorno y la inteligencia de las personas. Los niveles de esta en los portadores son similares a las del resto de la población.
Aunque tal condición influya en el rendimiento escolar, ello no tiene que ver con aspectos intelectuales. Por ello, la ayuda escolar que en ocasiones necesitan está referida a intervenciones de tipo pedagógico, pero no implica la necesidad de escolaridad especial o adaptación curricular.

14- En la escolaridad, todos los niños con problemas son diagnosticados:
Se hacen algunas afirmaciones respecto de que muchos maestros y profesores “diagnostican” a los alumnos que son un poco inquietos y distraídos.
Esto tampoco es así. Cuando detectan algún problema, aquellos que son más responsables, alertan a los padres sobre la posible existencia del mismo, pero no hay docente que diagnostique, sino que ello debe hacerlo un profesional calificado.

15- La TV, los videojuegos y otros aparatos como causa:
Se ha demostrado que pasar mucho tiempo ante una pantalla puede llevar a consecuencias derivadas de la inactividad física, mala nutrición y obesidad, pero no hay relación con el TDAH.
También la violencia que suele observarse en algunos programas y juegos electrónicos se ha interpretado como causante del Trastorno. Si bien ello puede influir en las conductas de los niños, sobre todo los más pequeños, no existe evidencia de que lo cause. Por el contrario, algunos trabajos de investigación señalan que pasar mucho tiempo ante una pantalla puede ser más efecto que causa de TDAH.

16- El Trastorno está sobrediagnosticado:
No hay dudas de que seguramente en este campo, como en muchos otros, existen diagnósticos erróneos. Pero las evidencias que se manejan a lo largo y a lo ancho del mundo muestran que se trata de una afección común, que en promedio alcanza al 5% de la población en edad escolar.
El aumento de casos de los últimos años se debe simplemente a la mayor conciencia que se ha tomado respecto de la problemática. De hecho, se señala que es necesario poner más atención en las niñas, puesto que en el caso de ellas no siempre se logra la detección de la problemática, por los factores ya señalados.

Conclusiones
En el presente trabajo se han dejado de lado afirmaciones dogmáticas tales como que solamente son efectivos ciertos tipos de terapias sobre otros y quiénes deben intervenir o no en los tratamientos.
Por otro lado, pese a ser considerados mitos o falsas creencias, habría que revisar los criterios de diagnóstico o la forma de intervención, dado que cualquier dolencia, enfermedad o condición que reúna el 5% de una población debiera disparar alarmas en las instituciones de salud globales como la OMS.
Y pese a que se explica el mayor número de casos por la difusión de la problemática, se hace necesario analizar con profundidad el porqué del incremento dramático de casos de los últimos años en una condición que no es transmisible por contagio.

Algunas fuentes:
– http://www.patientcareonline.com/adhd/adhd-what-is-myth-and-what-is-fact
– https://www.nimh.nih.gov/health/publications/espanol/tras torno-de-deficit-de-atencion-e-hiperactividad-facil-de-leer/index.shtml
– https://www.psychologytoday.com/blog/when-your-adult-child-breaks-your-heart/201410/adhd-myths-and-facts
– http://www.aboutkidshealth.ca/En/ResourceCentres/ADHD/AboutADHD/Pages/Myths-and-Facts-about-ADHD.aspx
– http://www.tdahytu.es/tag/mitos-del-tdah/
https://www.fundacioncadah.org/web/articulo/diez-falsos-mitos-sobre-el-tdah-.html
– http://www.feaadah.org/es/sobre-el-tdah/mitos.htm