sábado, 17 de julio de 2021

Trastornos cromosómicos en bebés






Aproximadamente entre el 3 y el 4% de los niños que nacen en el mundo porta alguna alteración genética. Estas pueden deberse a cambios en el número normal de cromosomas o en su estructura. Si bien algunas de ellas es posible atribuirlas a herencia y otras a factores de riesgo que pueden contribuir, la mayoría se producen aleatoriamente, en algún momento de la división celular. De causa incierta, se enumeran las principales formas de trastornos genéticos.

Un poco de genética elemental
Usualmente, los seres humanos portamos 23 pares de cromosomas, 46 en total, la mitad de los cuales fueron aportados por nuestra madre y la otra por nuestro padre. Se trata de paquetes de ADN organizados que se encuentran dentro de las células que componen nuestros cuerpos.
Cada uno de ellos varía en cuanto a su tamaño y a la cantidad de genes que contiene, aunque su aspecto es similar. En efecto, todos presentan un centrómero, esto es un estrechamiento que lo divide en dos partes bien diferenciadas, una más corta, llamada brazo p, y otra más larga, conocida con el nombre de brazo q.
A su vez, existen dos tipos de cromosomas, los sexuales y los autosómicos. Estos últimos son 22 pares, que se numeran entre el 1 y el 22. Los sexuales se corresponden prioritariamente con el sexo biológico de la persona. Las mujeres tienen dos X, mientras que los varones un X y un Y. Por lo tanto, ellas siempre aportan un cromosoma X, pero ellos pueden proveer uno similar o uno Y, lo que determina las características sexuales físicas del ser engendrado.
Dentro de cada cromosoma existe un número de genes diferente, que, en total, oscilan entre 20 y 25.000, los que regulan la información genética que determina aspectos tales como el color de los ojos, la estatura, el grupo sanguíneo, la susceptibilidad a enfermedades y el complejo de las características particulares que nos identifican biológicamente, a través de toda una serie de proteínas que regulan y dirigen el desarrollo corporal, el crecimiento y las reacciones químicas.
Si bien todo ese conjunto de sustancias, interacciones y procesos que dirigen los genes son basales, muchos de ellos son susceptibles de ser alterados, sea por errores en la división y la proliferación celular durante el desarrollo intrauterino, por la transmisión hereditaria o por distintos factores externos que pueden aportar modificaciones. Ello produce lo que se denomina anomalías o trastornos cromosómicos.

Trastornos cromosómicos
Se estima que entre el 3 y el 4% de los bebés que nacen en el mundo portan alguna anomalía genética significativa. Existen sospechas de que, quien más, quien menos, en todos los seres humanos existe alguna falla en este sentido, pero que no produce consecuencias observables ni problemas que requieran atención. Como en tantos otros órdenes, la “normalidad” es más un concepto teórico que una realidad palmaria.
Hay dos tipos de desórdenes cromosómicos: los que se denominan numéricos y los llamados estructurales.
Los relativos al número son aquellos en los cuales, en lugar de contar con los 46 cromosomas de rigor, se hallan más o menos. Se trata de las alteraciones más frecuentes por amplio margen. Como ejemplo, existen las trisomías (tercer cromosoma, en lugar del par), monosomías (uno solo, en vez de dos) o incluso los muy raros casos en que se hallan dos pares.
Es para destacar que no todas estas alteraciones numéricas son viables, ya que en la mayoría de ellas se producen abortos espontáneos. Hay muy poca evidencia de embarazos de bebés con monosomías totales que hayan prosperado y en los pocos que lo lograron la supervivencia ha sido escasa, en muchos casos de apenas horas.
Las más frecuentes son las trisomías, sobre todo las que se hallan en los cromosomas 21, 18, 13 y algunas referidas a los sexuales.
Por lejos, la más usual es la que produce el Síndrome de Down, la 21, que tiene una prevalencia de 1 de cada 800 nacidos vivos, cuyos signos, además de los físicos evidentes, implican problemas cardíacos, retraso de leve a medio (en promedio), cataratas, hipotonía y otros varios.
Las expectativas de vida rondan los 60 años y, pese a la neurodegeneración (Alzheimer a edades más tempranas y con alta probabilidad con la mayor edad), con la estimulación y los tratamientos adecuados, buena parte de ellos logra desenvolverse con bastante independencia, lo que incluye la escolaridad, conseguir empleo y vivir solo, de lo que existen numerosas muestras.
La trisomía 18 (o Síndrome de Edwards) es más rara, ya que se da en uno de cada 6 a 8.000 nacidos vivos. Estos niños se caracterizan por tener retrasos madurativos profundos, problemas cardíacos y de todo orden que comprometen de alguna forma a casi todos los órganos.
La mitad de los nacidos con este síndrome sobrevive solamente entre 6 y 9 días. El 12% llega a un año, mientras que únicamente el 10% logra alcanzar los 10 años y pocos avanzan más allá. Los factores que mayor incidencia tienen en los decesos son los relacionados con las dificultades de alimentación, los problemas cardíacos y una alta susceptibilidad a las infecciones.
El Síndrome de Patau (trisomía 13) se presenta en uno de cada 8 a 12.000 nacimientos. Como el anterior, este también involucra problemas orgánicos de magnitud, así como retraso mental. En algunos se ha observado que el cerebro no está dividido apropiadamente en dos hemisferios. Otra rareza es que pueden presentar dedos de pies y/o de manos extra.
La intensidad y la gravedad de los síntomas lleva a que el 50% de los que logran nacer fallecen entre los 7,5 y los 12,5 días, un 20% alcanza el año y apenas un 13% logra arribar a su décimo cumpleaños.
Entre 1 de cada 660 varones se presenta el Síndrome de Kinefelter, que tiene la particularidad de que en lugar de XY, su cromosoma sexual presenta una estructura XXY y más raramente XXXY.
Si bien no necesariamente se asocia con discapacidad intelectual, suele ocurrir en algunos casos, pero sus características principales son el hipogonadismo (al extremo de ser causa de infertilidad), el encogimiento de testículos, poco desarrollo muscular, carencia de vello corporal y la aparición de pechos, lo que suele tratarse con las dosis apropiadas de testosterona. Raramente se diagnostica antes del comienzo de la pubertad, esto es, alrededor de los 11 o 12 años. Esta condición no afecta la sobrevida de su portador.
En algunos sujetos pueden manifestar problemas de aprendizaje y/o conductuales, que se tratan con las intervenciones pertinentes. En general, son capaces de desarrollar una vida independiente.
El Síndrome de 47 XYY, Cariotipo XYY o Síndrome de Jacob se produce en 1 de cada 1.000 varones nacidos con vida y su particularidad es que los portadores tienen tres cromosomas sexuales, en lugar de dos. Se cree que ocurre cuando se produce un error aleatorio mientras se generan los espermatozoides.
Esta trisomía prácticamente no produce efecto alguno, por lo que permite una vida normal y saludable. Se cree que muchos casos quedan sin diagnosticar, ya que sus consecuencias son muy leves o directamente inexistentes.
Con una prevalencia de 1 cada 2.500 nacidas, el Síndrome de Turner solo aparece en niñas y se caracteriza porque carecen de un X, es decir que solamente cuentan con 45 cromosomas.
Como consecuencia de ello, carecen de funcionamiento ovárico (infertilidad), pueden tener deformidades en el esqueleto, poco desarrollo de los pechos, aparición tardía de la pubertad y otras problemáticas. Dependen del suministro de estrógenos para cumplir con su desarrollo sexual y para prevenir la osteoporosis.
Con el control adecuado de la obesidad y de la hipertensión, que son frecuentes, la sobrevida de estas mujeres se halla apenas por debajo de la media de la población general.
El Síndrome de Triple X o 47 XXX ocurre en una de cada 1.000 nacimientos en mujeres. Muchas de ellas no presentan signos, mientras que otras pueden tener problemas de aprendizaje, inconvenientes con el lenguaje o discapacidad intelectual. Otras características asociadas incluyen estatura por encima de la media, cabeza pequeña, inconvenientes con las habilidades motrices e infertilidad, entre los principales. En algunas se dan problemáticas más serias, como, por ejemplo, la presencia de un solo riñón, por lo que mientras algunas podrán tener las expectativas de vida del resto de la población, otras podrán verlas comprometidas.
Los trastornos estructurales son aquellos en los cuales no se altera el número, sino la estructura interna de los cromosomas.
Uno de ellos son las denominadas deleciones cromosómicas. También se las conoce como monosomías parciales, ya que lo que ocurre en ellas es que una parte o una sección del material cromosómico se perdió. Esto puede ocurrir en cualquier parte del cromosoma. Las que se producen en los extremos llevan el nombre de terminales, mientras las que se producen en el interior son las intersticiales. Cuando las pérdidas son muy pequeñas, se habla de microdeleciones.
Mientras un cromosoma está completo, en el otro falta material. De acuerdo a los genes faltantes se producirán distintos problemas, algunos pueden ser muy serios, otros no tanto. Los ejemplos más comunes de estas alteraciones son el Síndrome del Maullido del Gato y el Síndrome de la Deleción de Di George, también llamado Síndrome Velocardiofacial. Existe una gran variedad en la gravedad de las consecuencias.
Las duplicaciones cromosómicas, a las que también se las llama trisomías parciales, son aquellas en las cuales se presenta una porción extra de cromosoma, es decir que quien porte esta anomalía tiene material genético de más. Como en las deleciones, pueden ocurrir en cualquier lugar. Los casos típicos son el Síndrome de Duplicación de 22q11.2 y el de Duplicación del MECP2 (casi exclusivamente en varones, cromosoma X), ambas condiciones muy raras, la primera de las cuales casi no tiene expresión, mientras la segunda conduce a consecuencias tan graves que la mitad de los afectados no suele superar los 25 años.
Las translocaciones son aquellos sucesos que alteran el orden dentro del cromosoma. Pueden ser balanceadas (cuando no hay pérdida ni ganancia de ADN) o desbalanceadas (hay diferencia).
Además de ser una de las causas de abortos espontáneos, las translocaciones son responsables por algunas clases de cáncer, infertilidad, del 5% de los casos de Síndrome de Down y del Síndrome de la Chapelle (rarísima condición según la cual un individuo con genotipo femenino presenta características masculinas), entre muchas otras.
Cuando un cromosoma se divide en dos partes y ellas vuelven a juntarse, pero en orden inverso, se está en presencia de una inversión, la cual suele asociarse a hemofilia, mayor tendencia a enfermedades neurodegenerativas y a problemas de autoinmunidad, aunque también, en otros casos, se reporta que aumenta la fertilidad de sus portadores, como la que se da en 17q21.31.
La característica que define a los isocromosomas es que posee dos brazos cortos o dos largos, los que, además, poseen idénticos genes. El caso típico se da en el Síndrome de Pallister-Killian, una rara condición de la cual se han reportado apenas 150 casos en el mundo, aunque se cree que existen muchos más, solo que aquellos con síntomas leves suelen pasar desapercibidos o se atribuyen sus efectos a otras causas. Los signos más frecuentes que se observan son hipotonía hasta la adolescencia, discapacidad intelectual, áreas de la piel con pigmentación inusual y escasez de cabello, entre otras.
Los cromosomas dicéntricos son aquellos que, por la fusión anormal de dos partes de cromosomas, tienen dos centrómeros, en lugar de uno solo. El caso más común es el de la fusión de segmentos del cromosoma 13 con el 14, incluyendo los dos centrómeros, lo que suele derivar en una trisomía 13 por traslocación.
Otra forma bastante rara es la que se da en los cromosomas en anillo o anulares, que se producen cuando se pierden sus extremos y se pega el resto. Pero también pueden producirse sin aparente pérdida de material, aunque de todas maneras pueden interferir en el normal desarrollo del bebé, ya que, entre otras cuestiones, tienden a dificultar la división celular. Ello es una probabilidad alta, ya que no siempre ocurre. La que más se conoce es el Síndrome del Cromosoma 13 en Anillo, cuyas características más frecuentes son: retraso del crecimiento intrauterino, retraso del desarrollo, baja estatura, discapacidad intelectual de moderada a grave, microcefalia, anomalías de manos y pies y anomalías genitales, entre otras.
A su vez, el mosaicismo se presenta cuando una parte de las células presenta alguna alteración y la otra no. La referencia más conocida es la del Síndrome de Down, donde entre el 1 y el 2% de sus portadores desarrolla esta forma, pero puede darse en muchos otros síndromes y enfermedades. El porcentaje de afectación se debe al momento en que se produce la mutación que genera el cambio, es decir que si la disrupción se produce en el zigoto (primera célula resultante de la unión de óvulo y espermatozoide), todas las que se produzcan a partir de allí replicarán su estructura (tendencia a la totalidad), mientras que, si ello acontece en divisiones posteriores, las células portantes tendrán un porcentaje menor. En general, los efectos serán más leves bajo esta forma alternada, aunque ello también depende de qué células se ven comprometidas.

Las causas
La mayoría de las alteraciones cromosómicas son de novo, es decir, “nuevas”. Se producen aleatoriamente, sin que exista, hasta el momento, una explicación de por qué ocurre el error que lleva a que células normales deriven en otras con cambios numéricos o estructurales.
Pero también existe la posibilidad de que esas mutaciones se hereden de los progenitores.
En ese sentido, la transmisión puede deberse a una herencia autosómica dominante, que se da cuando es suficiente que uno de los dos aportantes de material genético contenga la alteración para que esta se herede. En otros casos, es necesario que ambos padres sean portadores de la misma diferencia, lo que se denomina herencia autosómica recesiva. De todas maneras, que los progenitores (ambos o uno de ellos) porten alguna condición no significa que la pasen a toda su descendencia, sino una probabilidad de que ello ocurra. En la recesiva, por ejemplo, hay una posibilidad del 50% de ser portadores sanos, un 25% de contraer la enfermedad o síndrome y un 25% de que no ocurra ni una cosa ni la otra.
La herencia mitocondrial es una alteración del material genético que se halla en una especie de gránulos en la célula que se denominan mitocondrias, productoras de la energía que se requiere para realizar el metabolismo, que tienen su propia porción de ADN. Cuando esta pequeña cantidad posee alguna mutación, esta se transmite a la totalidad de la prole, pero solamente si ello ocurre en la madre, mientras que la afectación en el padre no produce efecto alguno.
Lo que sí se conocen son los factores de riesgo, entre los cuales los más importantes son:
– Infecciones maternas tales como la varicela, la rubéola y el citomegalovirus.
– Afecciones crónicas de la madre (diabetes, hipertensión, algunas enfermedades autoinmunes, etc.).
– Mayor edad materna (pasando los 35 años, se incrementa la posibilidad de Síndrome de Down, por ejemplo).
– El consumo de alcohol, tabaco, drogas y algunos medicamentos (siempre consultar y/o leer el prospecto. Los defectos congénitos inducidos por fármacos y otras sustancias químicas representan aproximadamente el 1 % de todos los defectos congénitos).
– La exposición a elementos tóxicos (pesticidas, mercurio, metales pesados y otros).
Pese a que el consumo de algunas sustancias como el ácido fólico ayudan a prevenir defectos del tubo neural y una vida sana tiende a disminuir el riesgo, no hay forma de prevenir las alteraciones de novo, las más usuales.

Para terminar
Existe una amplia gama de alteraciones genéticas que causan desde problemas leves, casi imperceptibles, hasta otras que implican una sobrevida breve. En muchas, el embarazo no llega a término.
Hay una variada oferta de tests prenatales como la amniocentesis (extracción de líquido amniótico) y análisis de vello coriónico (toma de muestra de tejido de la placenta), entre las invasivas, con riesgo de aborto cercano al 1% de los casos, u otras que consisten en analizar pequeñas cantidades de sangre materna y someterla a diferentes estudios, como el test de diagnóstico prenatal no invasivo de aneuploidías, que promete el 99% de acierto para el Síndrome de Down y buen porcentaje en otros casos.
En general, pese a algunas promesas, solamente se detecta lo que se busca, es decir, las alteraciones genéticas más frecuentes. Para el resto, suelen predecir probabilidad de problemas genéticos sin identificación, lo cual resulta bastante ambiguo, dado que no todas las alteraciones de los genes implican alguna dificultad de cierta importancia.

Consulta:
– https://www.genome.gov/about-genomics/fact-sheets/Chromosome-Abnormalities-Fact-Sheet
– https://medlineplus.gov/spanish/birthdefects.html
– http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_arttext& pid=S1727-558X2018000200011
– https://www.healthychildren.org/Spanish/health-issues/con ditions/developmental-disabilities/Paginas/Congenital-Abnormalities.aspx
– https://www.msdmanuals.com/es-ar/hogar/salud-infantil/anomal%C3%ADas-cromos%C3%B3micas-y-gen%C3%A9ti cas/introducci%C3%B3n-a-los-trastornos-cromos%C3%B3 micos-y-gen%C3%A9ticos
– https://www.sciencedirect.com/topics/biochemistry-gene tics-and-molecular-biology/chromosomal-disorder
– https://www.msdmanuals.com/home/children-s-health-issues/chromosome-and-gene-abnormalities/overview-of-chromosome-and-gene-disorders
– https://www.aboutkidshealth.ca/Article?contentid=468& language=English
– https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK115545/
– https://rarediseases.info.nih.gov/guides/pages/73/faqs-about-chromosome-disorders



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