lunes, 16 de enero de 2023

EL TDAH, ¿ES DISCAPACITANTE?




El TDAH es un trastorno que se extiende por todo el mundo y abarca a buena parte de los niños en edad escolar (1 de cada 20). Conocido desde hace tiempo, sin embargo, subsisten interrogantes tales como: ¿es un tipo de discapacidad? ¿Afecta solamente a niños? ¿Hay culpa en los padres? ¿Cómo y por qué afecta el aprendizaje? ¿Está sobredimensionado o, por el contrario, no se diagnostican todos los casos? ¿Qué puede hacerse para ayudar a quienes lo portan?

Generalidades
La primera descripción del denominado Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad se produjo a comienzos del siglo XX, aunque algunos estudiosos hallan vestigios mucho antes, a mediados del siglo XIX (incluso los hay que se remontan a la Grecia clásica). Pero no fue sino hasta 1968 cuando aparece con mayor precisión la sintomatología agrupada bajo el concepto de “reacción hipercinética de la infancia” ubicada en la segunda versión del famoso “Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales” de la American Psychiatric Association que rige buena parte de los diagnósticos de la salud mental mundial. En la tercera edición del Manual, publicada en 1980, toma su forma definitiva, más allá de algunas correcciones efectuadas en las dos ediciones siguientes y en las revisiones.
Por ese entonces, la mayor parte de los profesionales de este campo creía que era una condición atribuible solamente a la infancia, que afectaba a un número relativamente escaso y que el mismo paso del tiempo la superaría.
Cuatro décadas después, esa predicción parece no haberse cumplido, ya que se ha comprobado que no solamente persiste (al menos en una parte de la población) en la vida adulta sino que el número de personas alcanzadas es bastante mayor, puesto que diversas estadísticas lo ubican entre el 3 y el 14% de aquellas en edad escolar, teniéndose como promedio mundial una afectación estimada en alrededor del 5%, con mayor presencia y extensión en algunos países como EE.UU., donde de una prevalencia del 6,1% de niños diagnosticados en 1997 se pasó a otra actual que se halla en el orden del 10,2%, cifras que hablan de la importancia de este trastorno, que se ubica entre los más importantes que afectan a la infancia en todo el planeta.
Condición que ocurre con mucha mayor frecuencia en niños que en niñas, existen tres formas de manifestación:
– La que implica solamente falta de atención, también llamada TDA, relacionada preferentemente con el sexo femenino y que puede pasar más desapercibida.
– La hiperactiva/impulsiva, que es aquella en la cual la actividad excesiva no impide que se preste atención (es la menos frecuente de las observadas) y que se da con mayor asiduidad en los más pequeños.
– La mixta, la más evidente de todas y la típica que comprende ambos componentes.
Por más que algunos trabajos de investigación ubican al TDAH en el orden neurológico y genético, en realidad se desconoce cuáles son las causas de este trastorno, aunque la tendencia es a imputarla a factores neurobiológicos y ambientales en conjunto.
Pese a la numerosa bibliografía, su fuerte presencia mundial, la amplia difusión de la problemática asociada y los problemas asociados, aun persisten preguntas y dudas respecto del TDAH.

¿Es una discapacidad?
A este respecto, no parece haber un acuerdo generalizado.
La presencia de TDAH implica para el sujeto portador una serie de inconvenientes, que comienzan con impedimentos para el desarrollo normal del niño, que repercuten en áreas sensibles tales como alteraciones emocionales, baja autoestima, dificultades para relacionarse con otras personas y bajo rendimiento académico. En declaraciones realizadas al diario Clarín en febrero de 2017, la Dra. Andrea Abadi, Directora Médica Infanto Juvenil del Instituto de Neurología Cognitiva, afirmaba que no se trata de una discapacidad en sentido estricto, sino de una condición que requiere apoyo para poder lograr un funcionamiento acorde a las expectativas y las capacidades del propio sujeto. Muchos otros referentes en la materia coinciden con ella.
Por otro lado, las denominadas Neurociencias atribuyen al trastorno causas que son neurobiológicas.
Como ejemplo, en 2016 se llevó a cabo un estudio en la Universidad de Radboud, en Holanda, que involucró a 3.242 personas, de las cuales 1.713 habían sido diagnosticadas con TDAH, mientras que el resto actuó como grupo de control. A cada una se le practicó una resonancia magnética para determinar el volumen de su cerebro, hallándose que este era significativamente menor en las identificadas con el trastorno, además de presentar disminuciones en siete áreas específicas de dicho órgano. Siendo ello así, algunos especialistas creen que sí se trataría de una afección discapacitante, incluso hay quienes lo reputan como una discapacidad invisible y muchas legislaciones no lo contemplan dentro de los listados de la seguridad social como discapacidad.
El hecho de que implique tantas dificultades y que vaya acompañado de rechazo, incomprensión y que sea capaz de afectar a buena parte de las personas diagnosticadas a lo largo de toda su vida sugiere que el tema debiera zanjarse por la afirmativa.

¿Los adultos también son portadores?
Decíamos hacia el comienzo que en los primeros tiempos se creía que era un problema que solamente afectaba a los niños y que cuando estos crecían, se resolvía por sí mismo. La realidad parece ser otra.
El problema del diagnóstico del TDAH es que no existe prueba de laboratorio u otro medio empírico objetivo que lo certifique incuestionablemente, por lo que este se realiza mediante la consulta clínica. Más allá de las afirmaciones sobre el origen genético y los listados de los manuales diagnósticos, el método es subjetivo, lo que aporta un importante grado de incertidumbre. De hecho, muchos expertos creen que aquellos adultos que por una u otra razón hayan escapado a la catalogación, muy raramente (5%, aproximadamente) serán detectados.
Contra la creencia de su desaparición con la madurez, se reporta que aproximadamente el 80% de los de los niños diagnosticados en la infancia seguirán portando el trastorno en la adoslescencia, mientras que cerca del 30% continuará manifestando síntomas a la mayor edad, muchos de los cuales harán que la vida de relación continúe con inconvenientes y que las expectativas laborales sean más bajas que las esperables. De hecho, en la revisión de 1987 del DSM-III se incluye por primera vez la posibilidad de detección para los adultos.
¿Por qué ese porcentaje? Se barajan tres posibilidades. La primera, que se analizará más adelante, es que muchos diagnósticos estén errados. La segunda contempla que quizás existan factores ambientales, temporales o no, que pueden contribuir a la aparición de las conductas típicas, los cuales, al desaparecer o al poder elaborar los individuos mejor esas situaciones conflictivas, se diluyen. La tercera implica que los adultos, pese a continuar siendo portadores del trastorno, van desarrollando formas de compensar las disfunciones, al tiempo que la hiperactividad se reduce notablemente, por lo cual son capaces de adaptarse más y pasar desapercibidos o, al menos, no ser tan evidentes.

¿Es culpa de los padres?
Más allá de que situaciones tensionantes tales como separación de los padres, muerte de algún ser querido, mudanzas, etc., puedan presentar síntomas similares al TDAH, no puede atribuirse culpa alguna a los padres.
Que ellos trabajen mucho, que estén poco en el hogar, que planeen o estén por tener otro hijo, ni porque los cambien de colegio, ni en caso de que el niño deba vivir alternadamente con su mamá y su papá ante el divorcio, ni siquiera las disputas entre ellos son causas valederas. Seguramente producirán efectos negativos en la salud psíquica de los hijos, pero no son causa del trastorno, y mucho menos si, como se afirma, este tuviera un origen genético.

¿Por qué los niños con TDAH tienen problemas de aprendizaje?
Los problemas de aprendizaje suelen coexistir junto con el TDAH. Esto último no puede ser atribuido a discapacidad mental, ya que, por definición, quienes se ven afectados por el trastorno no la portan, por lo que, teniendo en cuenta que sus características principales son la falta de atención y de capacidad para concentrarse, inconvenientes para organizarse, inquietud, carencia de paciencia, ser olvidadizo, perder objetos y útiles, no terminar las tareas, entre muchas otras, resulta casi obvio que la perfomance en lo atinente al aprendizaje no es de lo mejor.
Ello se debe a que el aprendizaje utiliza distintas funciones ejecutivas del cerebro tales como la habilidad para enfocarse, prestar atención, el compromiso con la tarea y utilizar la memoria de trabajo, que son precisamente algunas de las que se hallan afectadas en los portadores del trastorno.
Por otro lado, los problemas del aprendizaje están relacionados con la forma en que el cerebro recibe y procesa la información, lo que se hace de manera diferente que el resto de las personas, entre las que se hallan los diagnosticados con TDAH, por lo cual si bien este dificulta la tarea de aprender, en rigor no se trata de ese tipo de problemas propiamente dichos sino una consecuencia de la condición.
También afecta la calidad de la adquisición de conocimientos el hecho de la constante movilidad de los niños y el sentimiento de ser diferente, lo que, a su vez, se incrementa con la tendencia al aislamiento por parte de los demás.
Esta afectación de la capacidad de aprendizaje se aprecia en que, aun teniendo las herramientas cognitivas para hacerlo, apenas el 3% de las personas diagnosticadas con TDAH que inician estudios terciarios llegan a completarlos.

¿Está sobredimensionado el TDAH?
La respuesta a este interrogante no es sencilla, ya que existen dos posturas bien definidas: unos dicen que sí y otros no solamente afirman que los números son correctos, sino que existen prejuicios y desconocimientos que hacen que la incidencia del trastorno sea todavía mayor que la que se tiene por cierta. Veamos.
Aquellos que predican que las cifras de diagnóstico son exageradas dicen que no es posible explicar el crecimiento exponencial de casos que se ha producido en las últimas dos décadas, menos aun si, como se afirma, se trata de una condición con base genética, ya que las mutaciones en tal sentido abarcan períodos mucho más largos que un par de decenios.
Desde esta perspectiva, no niegan que existen problemas y que una parte de los niños diagnosticados lo está correctamente.
José Luis Pedreira Massa, un referente de la psiquiatría española que lleva cuatro décadas estudiando este trastorno, asegura que “Entre el 50 y el 60% de los niños diagnosticados con TDAH no lo tiene”.
Atribuye el fenómeno a la inespecificidad de los síntomas y a la tranquilidad que produce un diagnóstico que dé cuenta de aquello que hace disfuncional a un niño, mientras que al menos en la mitad de los casos se trataría de conductas normales para la edad, quizás algo exageradas, pero que de ninguna manera conformarían el cuadro sintomático.
Otros especialistas atribuyen el crecimiento de casos a dos causas relacionadas: por un lado, la mayor laxitud de los criterios diagnósticos y, por el otro, la prédica de los laboratorios y el financiamiento de investigaciones que llevan a que se receten los medicamentos que ellos fabrican y suelen prescribirse para el tratamiento del trastorno, en conjunto o no con otras terapias, lo que se conoce como patologización y medicalización de la infancia. También se señala que el etiquetamiento de niños y el suministro de fármacos desde corta edad (en ocasiones a los 3 años o antes) crea el trastorno y ubica a muchos de ellos en lugares que no debieran y de los que es muy difícil salir. Mientras tanto, fármacos como el metilfenidato aumentan sus ventas año a año.
En la vereda opuesta, se explica la mayor prevalencia del TDAH por la mayor conciencia social sobre el fenómeno y la mejor preparación de los profesionales de la salud para detectar e intervenir sobre estos cuadros y que es posible que exista una tendencia a la sobremedicación de quienes los portan, pero que, de todas maneras, muchos tratamientos no incorporan medicamentos sino solamente para atender a las problemáticas más extremas.

¿Cómo se puede ayudar a los portadores de TDAH?
Como primera medida, los padres y familiares pueden ayudar interiorizándose sobre los distintos aspectos del trastorno, al tiempo de brindar un entorno lo más apacible que puedan, estableciendo pautas claras de comportamiento, asistiendo al niño en las tareas que se le dificulten, evitando distracciones y poniendo límites adecuados y brindando toda la contención de la que sean capaces.
A su vez, si los niños se hallan en edad escolar, se hace necesario que no solamente se alerte a la institución sobre lo que ocurre con el niño, para que se tomen las medidas necesarias de contención y las adaptaciones curriculares correspondientes, sino que el trabajo conjunto entre familia y escuela le brinda mayores y mejores posibilidades educativas y de inclusión.

Para concluir
Las personas afectadas por el TDAH no son vagas, distraídas, charlatanas o maleducadas, sino portadoras de un trastorno.
A su vez, como ocurre con otras condiciones, no todos presentan los mismos síntomas ni con la misma intensidad. Por ello aunque existe mayor prevalencia que en el resto de la población de otros problemas, como Trastorno Negativista Desafiante (40%), ansiedad/angustia (34%), trastornos de conducta (14%), tics (11%), estas y otras comorbilidades pueden estar asociadas al cuadro general, pero no son condición necesaria para su existencia.
Si se trata de una discapacidad o no, si está sobredimensionado el problema o no, si hay subdiagnóstico por causa de prejuicios y/o desconocimiento o no son, sin dudas, temas a dilucidar, dada su importancia.
Mientras se resuelven las discordancias, hay que recordar que, de todas maneras, hay una persona que, sea por lo que sea, requiere atención.

Algunas fuentes:

El cisne
– https://medlineplus.gov/spanish/attentiondeficithyperactivitydisorder.html
– https://www.news-medical.net /health/The-Impact-of-ADHD-on-Learning.aspx
– https://www.verywellmind.com/is-adhd-a-learning-disability-4116126
– https://www.healthline.com/health/adhd/is-adhd-a-disability
– https://www.emedicinehealth.com/ask_is_adhd_a_disability_in_adults/article_em.htm

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