jueves, 23 de febrero de 2023

IMPLANTE PERMITE CAMINAR A PERSONAS PARALIZADAS

Los nervios de la médula espinal envían señales desde el cerebro hasta las piernas. Las secciones en la columna vertebral suelen dificultar el movimiento desde el punto en que la misma se produce hacia el resto del cuerpo. Cuando el corte es total, la parálisis también lo es.

Un trabajo de investigación liderado por el neurocientista francés Grégoire Courtine en el Instituto Federal Suizo de Tecnología con sede en Lausana ha logrado lo impensado: que tres personas con un corte total de las vías nerviosas que han causado la falta de movimiento total en las extremidades vuelvan a caminar.
Una buena noticia es que, más allá de que la parálisis está presente, ello no implica que la cadena de neuronas motoras por debajo de la lesión dejen de funcionar, sino que, por lo contrario, siguen funcionales.
Lo que hizo el equipo fue tomar imágenes de la zona afectada a través de la técnica de resonancia magnética, mapeando el tamaño y la ubicación exacta del daño en la espina dorsal de 27 personas para determinar cómo y dónde ubicar unos electrodos y, al mismo tiempo, establecer la sintonía fina para poder enviar la cantidad necesaria de corriente eléctrica a cada individuo. Tres fueron seleccionados para colocar un pequeño aparato en su ubicación precisa, por debajo de la lesión.
Una vez realizado el implante, el propio sujeto pudo comenzar el patrón eléctrico a enviar utilizando botones y una tablet, lo que les permitió levantar y bajar las piernas y hasta moverlas hacia adelante y hacia atrás.
Ya en el primer día de práctica los tres recuperaron parte del movimiento perdido, entre otras cosas, pudieron caminar sobre una cinta, aunque con un soporte que alivianara su peso. En poco tiempo más fueron capaces de pedalear sobre una bicicleta y hasta hacer flexiones, todo ello manteniendo constantemente el equilibrio, utilizando la conjunción implante-control para guiar sus músculos y así realizar movimientos preprogramados.
Otros investigadores del mismo campo se han mostrado gratamente sorprendidos por esta innovación, ya que caminar implica una serie de procesos que incluyen todo el cuerpo y no solamente a las piernas y el cerebro.
Uno de ellos es Reggie Edgerton, de la Universidad de California, quien utiliza una forma menos intrusiva, consistente en ubicar electrodos en la piel para estimular las neuronas motoras desconectadas. El problema que se presenta en esta y otras soluciones similares es que no es posible regular la intensidad de la electricidad ni utilizar la binariedad encendido-apagado para controlar los movimientos.
Otra de las preguntas que se hacen los expertos es si la estimulación durante un tiempo prolongado ayudará a que se restablezcan las conexiones naturales para restaurar el movimiento.
Eso no puede predecirse por el momento, pero lo que sí puede constatarse es que David M’zee, uno de los que ha sido implantado, ha mejorado tanto que logró lo que antes no pudo: procrear una hija con su pareja.
Entre los más aventajados se encuentra el italiano Michel Roccati, quien quedó paralítico hace cinco años por un accidente en motocicleta, quien expresó: “Es un regalo para mí. Puedo levantarme, caminar donde quiero, puedo subir escaleras. Es una vida casi normal”.
De todas maneras, Courtine y su equipo remarcan que se trata de un tratamiento experimental, ya que es una tecnología muy compleja que todavía no puede ser utilizada en el día a día, aunque el objetivo es que lo sea lo más rápidamente posible, ya que permitirá a muchas personas tener una calidad de vida y una independencia muchísimo mayor.
En realidad, ninguno usa el implante cotidianamente, sino que les sirve para realizar prácticas de caminata, lo que previene la atrofia de los músculos inmóviles, mejora su salud y permite recuperar algo del movimiento.
El grupo se encuentra trabajando para simplificar la tecnología, como para que sea controlable desde un teléfono inteligente, al tiempo que van a realizar la experiencia con más voluntarios, sobre todo con aquellos que han recibido un daño reciente, ya que se ha observado en animales de laboratorio una recuperación mucho más rápida cuando se aborda el problema inmediatamente después de producido el estrago.
Una perspectiva interesante con la que especula el propio Courtine es hallar una cura, lo que podría lograrse aunando la regeneración de la médula espinal, evolución que se produciría posiblemente recurriendo a un tratamiento con células madre, junto con la tecnología de implantes para estimulación nerviosa que ayuden en la tarea.
Él y su entorno piensan que es posible, aunque mucho más lejano que la probabilidad de que su aparato logre que el fortalecimiento muscular a través de la estimulación prolongada permita el uso cotidiano de su invención, con lo que los pacientes podrán volver a caminar sin más ayuda que la que les brinda su propio cuerpo, aunque el incierto tiempo dirá cuál es la realidad. Por el momento se trata de una promisoria expectativa.

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