jueves, 1 de junio de 2023

Priorizar las fortalezas y entender los desafíos, dos claves para manejar la empatía en el aula




La importancia de que los docentes y compañeros tengan conocimiento acerca de si un niño tiene autismo

El desafío para la sociedad en general, pero, sobre todo, en los espacios escolares, es poder ver a las personas neurodiversas priorizando sus fortalezas para poder luego entender sus desafíos y así abordarlos de un modo adecuado.

Muchas veces, en los espacios escolares nos encontramos con situaciones de conflicto ante las dificultades del manejo de las acciones de un niño neurodivergente. A veces, las conductas de los niños pueden parecer disruptivas o no ser toleradas o comprendidas por los pares y adultos de la escuela y, entonces, el clima del aula puede variar porque muchas veces el docente no posee las herramientas adecuadas de abordaje de la situación. Las mismas familias pueden generar conflictos por el desconocimiento y es por eso que se considera importante informar y orientar con conocimiento de causa para fomentar la empatía y la comprensión.

El autismo

Según la licenciada Giselle Vetere, psicóloga y presidente de CEA Solidario, la inclusión de niños por ejemplo, con autismo en el aula, es un gran desafío. La mayoría de los docentes no recibió capacitación sobre neurodiversidad, en general, ni sobre autismo en particular. El autismo plantea varias situaciones a tener en cuenta:

  1. En primer lugar, el conocimiento del tema por parte del docente y los compañeros ya que facilita la comprensión y la empatía.
  2. En segundo lugar, es probable que se requieran adaptaciones de acceso o ambientales para facilitar la convivencia. Por ejemplo, muchas personas con autismo son hipersensibles a los ruidos. Para evitar el malestar del sonido de los bancos al correrse, en una escuela de Chubut, pusieron pelotas de tenis en las patas de los bancos. Otros establecimientos optan por evitar los silbatos o dotan de pictogramas a los distintos espacios facilitando la comunicación alternativa y aumentativa.
  3. En tercer lugar, es central recordar que la dificultad principal de las personas autistas está en el área social. Que las maestras conozcan y enseñen a los niños cómo acercarse, cómo facilitar el intercambio entre compañeros a partir de las áreas de interés, puede ser de suma utilidad.

En muchas ocasiones, puede haber temor por alguna reacción que pudiera surgir por parte de un niño autista y, en este sentido, es clave trabajar con la educación emocional, el reconocimiento y regulación sensorial que evitan las crisis y facilitan la convivencia. La educación emocional es útil para todos los niños, tanto neurotípicos como neurodivergentes y tan importante como los contenidos académicos.

El rol de la familias con chicos neurodivergentes

El primer paso que deben dar los padres de niños neurodivergentes es entender por qué los problemas de comportamiento están sucediendo. Muchas veces, los mismos familiares tienen dificultades para entender cuándo se sienten frustrados o no comprenden lo que les quieren transmitir. En los niños con problemas sensoriales, los estímulos comunes causados al ver, oír, oler o tocar algo, son en sí casi dolorosos y, por lo tanto, crean una reacción en su comportamiento.

Si el niño muestra comportamientos persistentes que interrumpen su vida diaria o se causa daño a sí mismo o a otros niños, es necesario recurrir a los profesionales que lo puedan ayudar, sobre todo a orientar. Ellos son los especialistas en comportamiento, los terapeutas cognitivoconductuales y médicos (psiquiatra infantil o neuropediatra).

Estrategias para acompañar en espacios escolares

Las estrategias para cambiar el comportamiento, ayudan a los niños a que empiecen a tomar control de sus acciones y reacciones. La licenciada Mariana de Anquin, psicopedagoga y especialista en Educación emocional y niños altamente sensibles, brinda algunas estrategias para acompañarlos en espacios escolares:

  • Lo primero que podemos hacer para ayudar a los niños a comprender el comportamiento de su compañero con neurodiversidad, es hablar con ellos sobre su condición y explicarles que su amigo ve, percibe y siente el mundo de una manera diferente. Los niños suelen tener información variada acerca del por qué su compañero se muestra de esa manera, pero lo que necesitan es una explicación. No tener nadie que les explique las cosas que suceden en la clase, es algo realmente atemorizante para ellos.
  • Todos los niños necesitan contexto y seguridad y son las explicaciones que les damos los adultos las que les proporcionan esto. Se recomienda conversar sobre las cosas que pueden desencadenar el comportamiento disruptivo, como mucho bullicio, ruido, luces brillantes, cambios repentinos en el aula, en los horarios y en la manera de hacer las cosas y enseñarles algunas estrategias para ayudar a su compañero a sentirse más seguro y cómodo en la escuela.
  • Es importante enseñar a los niños maneras de responder cuando su compañero tiene un comportamiento agresivo. Explicarles que no tienen que tolerar una agresión, sino responder a ella asertivamente. Pueden hacer un stop al comportamiento alejándose del compañero, avisar y pedir ayuda a un adulto, o tratar de calmar al amigo si se sienten seguros y desean hacerlo.
  • Explicarles que esa conducta, no es personal hacia ellos, sino que su compañero se siente en ese momento muy asustado, abrumado o frustrado. Su cerebro detectó un peligro y actúa para huir o atacar. Contarles que a veces el compañero puede sentirse en peligro por situaciones que para ellos son cotidianas. Invitarlos a que piensen qué hacen ellos cuando se sienten en peligro para activar la empatía y la comprensión. Dejar en claro que los adultos están allí para cuidarlos y protegerlos.
  • Comprender, no significa permitir agresiones. Comprender es tener una percepción de la situación más clara para mejorar las intervenciones de la escuela frente a este tipo de episodios. Es necesario chequear que el entorno del aula sea calmado y estructurado, aumentar la comunicación clara y consistente sobre reglas y expectativas, incorporar estrategias de regulación emocional, crear zonas de calma en el aula y patio de juegos (ofrecer juegos de mesa, libros, dibujos para colorear, masa o pelotas antiestrés, etc). Las familias necesitan saber que la escuela vela por la seguridad física y emocional de todos los estudiantes.
  • Invitar al equipo de profesionales que acompañan al niño para compartir información y diseñar estrategias que sean efectivas para ese niño en particular. Recordemos que cada niño es maravilloso y único y lo que funciona para un niño puede no funcionar para otro. Cuando la escuela, las familias y los niños cuentan con las explicaciones pertinentes la escuela se convierte en un verdadero lugar seguro, amable e inclusivo para todos.
  • Fuente TN                        SEGUIME EN INSTAGRAM

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