Desde hace ya muchos años la educación especial tiene un papel importante
en el recorrido educativo de nuestro país. La creación de la Dirección de
Educación Especial, un 9 de agosto de 1949, marca un hito en esta historia, ya
que cada año se recuerda esa fecha dedicándola a los profesores que trabajan
con estudiantes con discapacidad.
En este sentido, hablar de Educación Especial refiere al conjunto de
mecanismos y aprendizajes adaptados a las necesidades de los estudiantes con
habilidades educativas especiales, con el objetivo de proporcionar las
herramientas educativas adecuadas a aquellos que sufren algún tipo de
discapacidad.
De esta manera, los niños y niñas que no presentan un desarrollo típico
"pueden acceder a la formación y desarrollarse en plenitud, de modo tal
que puedan insertarse a la vida adulta con mayor facilidad y, en lo posible,
llegar a ser adultos independientes, que puedan valerse por sí mismos gracias a
la educación recibida", señala Florencia Gelcich, licenciada en Terapia Ocupacional
y docente de la Diplomatura en Inclusión Escolar de la Facultad de Filosofía y
Humanidades de la Universidad Católica de Santa Fe.
DE LO INTEGRADOR A LO INCLUSIVO
Con el correr del tiempo, y a nivel mundial, se ha dado un profundo
cambio, hasta el punto de la transformación, del paradigma de la integración
por el de la inclusión educativa. "La integración educativa respondía al
modelo médico/rehabilitador, según el cual las personas debían ajustarse a la
normalidad -lógica homogeneizadora-, en donde se diseñaban recursos para las
personas en función de sus limitaciones teniendo en cuenta lo que no podía
hacer. El límite se localizaba en la persona", explica la licenciada en
Psicopedagogía, Mariana Castellví, docente de la cátedra de Inclusión Socioeducativa
de la UCSF.
Por su parte, "la inclusión educativa responde al paradigma social
de la discapacidad, donde la riqueza está en la diversidad, la persona está
incluida desde sus diferencias -lógica heterogénea-, donde el límite se
localiza en el contexto. Los objetivos están orientados a brindar los recursos
desde el entorno, minimizando lo que dificulta y potenciando lo que favorece a
la persona para que pueda desenvolverse de la manera más autónoma
posible", expresa Castellví.
De este modo, agrega Florencia Gelcich, "la educación especial dejó
de tener un recorrido paralelo a la educación formal, para estar estrechamente
ligada, interactuando juntas, con el fin de generar una sola educación, que sea
inclusiva y para todo individuo; si en la convivencia del día a día nos
pensamos diversos, debemos pensar propuestas así para las escuelas".
HACER EFECTIVO UN DERECHO
Estamos transitando un gran cambio de paradigmas en relación a los
procesos de inclusión escolar, y tanto la Convención de Salamanca, como la declaración
de los derechos de las personas con discapacidad y las leyes nacionales, se
hacen eco de este escenario, y trabajan en función de los nuevos desafíos.
Según proclama la Ley Nacional 26.206, el estado debe garantizar y
brindar a las personas con discapacidades, temporales o permanentes, una
propuesta pedagógica que les permita el máximo desarrollo de sus posibilidades,
la integración y el pleno ejercicio de sus derechos (artículo 11, inciso n).
Castellví señala que "el gran desafío es cómo hacer efectivo ese
derecho, es decir, cómo construir o transformar sistemas educativos que
garanticen las condiciones que se han demostrado imprescindibles para que a
todos los alumnos se le brinden las mejores posibilidades, teniendo en cuenta
su perfil individual y su contexto".
Entre algunas propuestas, la Psicopedagoga destaca la necesidad de que
todos los profesionales de la educación conozcan los principios del diseño
universal en todas sus dimensiones y que se capaciten para poder implementar en
sus planificaciones las pautas DUA (Diseño Universal para el Aprendizaje), como
así también en el uso y aplicación de las tecnologías. Tenerlas en cuenta a la
hora de planificar, diversificará cada propuesta educativa, brindando variedad
de formas para acceder al conocimiento, incluyendo todas aquellas ayudas,
técnicas y estrategias didáctico/pedagógicas de la educación especial.
"La inclusión es un derecho de todas las personas, que como tal no
admite excepciones o restricciones, ellas están en la debilidad de los recursos
y de las voluntades para poder llevarlos a la práctica. Los cambios y las
transformaciones que se necesitan dentro del sistema educativo son inmensos y
profundos, con compromisos aquí y ahora, en cada contexto, con las
circunstancias de cada alumno, y con los equipos escolares y terapéuticos
intervinientes", manifestó Mariana Castellví.
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