Más allá del acceso o del baño, hay obstáculos que no se suelen tener en cuenta, como la dificultad de comer en barra o el espacio insuficiente entre mesas
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Cómo conseguir que las personas ciegas disfruten en la mesa
Para un comensal en silla de ruedas o con
movilidad reducida, hay un documento de referencia frente al que la Guía
Michelin o la Repsol palidecen: el Código Técnico de Edificación. Más
concretamente, el documento básico de seguridad de utilización y accesibilidad.
“Todo lo que se refiere a hacer accesibles los edificios, entre ellos
restaurantes, claro, está ahí. El problema es que no se cumple”, explica Berta
Brusilovsky, experta en accesibilidad del Consejo Español para la Defensa de la
Discapacidad y la Dependencia (CEDDD).
Todo lo que imaginamos que tiene que ver con que
un restaurante sea amable para una persona que se desplaza en silla de ruedas,
por ejemplo, está contemplado en esas líneas: desde que haya mecanismos
-rampas, por ejemplo- para salvar escalones en la entrada, hasta que el baño
sea adaptado. Brusilovsky denuncia que es prácticamente una quimera encontrar
un restaurante en el que todo se ponga de cara para la persona que acude en
silla de ruedas.
El cocinero jerezano afincado en El Bosque
(Cádiz) José Antonio Parra, durante el Concurso Nacional de Cocina para
Invidentes en el que se ha proclamado campeón.
COMPETICIÓN DE NIVEL
¿Cómo ganar el Concurso Nacional de Cocina para
Invidentes? Agudizando el olfato y el oído
“Hay restaurantes en los que se facilita el acceso
a través de una rampa pero, ¿de qué sirve esto si en el interior no se respetan
los espacios mínimos entre mesas?”, señala Brusilovsky. “Son los ayuntamientos
los que deberían vigilar que todos los locales cumplieran la ley y los que
hacen la vista gorda”.
Marc Subirón, abogado y asesor jurídico en la
Generalitat de Catalunya, se mueve en silla de ruedas y también es aficionado a
la gastronomía. “Tengo una gran discapacidad pero también soy una persona joven
y, en mi caso, a veces las ganas de conocer un sitio superan a los obstáculos
que se me plantean”, cuenta.
Rampa oculta automática
Ya desde la entrada surgen los problemas. A
veces, acceder se pone cuesta arriba (nunca mejor dicho en el caso de
escaleras) cuando debería de ser lo más sencillo. La empresa madrileña Grupo
Excelsior, especializada en ascensores y soluciones de elevación, pone como
ejemplo la rampa oculta automática de la que dispone el Bar Tomate, uno de los
restaurantes de referencia en el barrio de Chamberí de Madrid y que se despliega
para facilitar el acceso. Brusilovsky reconoce que es una iniciativa muy buena
aunque “no tenga pasamanos, lo que complica que la persona en silla de ruedas
acceda por sí sola”.
Para Subirón, en aquellos locales donde no hay
rampa ni solución alternativa de acceso a unas escaleras, una buena solución
puede ser quedarse en la terraza, una opción que se ha multiplicado desde que
el covid entrara en escena. “No obstante, pronto llega el segundo punto
crítico: el baño. Si no es accesible, no queda más remedio que preguntar al
personal del restaurante si existe alguno en un local cercano con el que tengan
la suficiente confianza para poder usarlo”.
Licencias desfasadas
Una de las razones
que hacen que haya tanto restaurante sin medidas de accesibilidad adecuadas
tiene que ver con licencias que no se han puesto al día.
“Cuando un nuevo local abre donde ya había un negocio de hostelería previamente
hereda esa licencia, de modo que no tiene por qué cumplir con una normativa
posterior”, aclara Subirón.
Entre las zonas en
las que muchos restaurantes se han quedado obsoletos en este terreno está el
barrio de las Letras de Madrid. “Es una pena porque me encantan los locales
que hay allí pero también es cierto que pasan de mano en mano y es una zona
complicada, con muchísimas barreras”.
Ascensores
Brusilovsky destaca
los centros comerciales como espacios en los que las personas con sillas de
ruedas lo tienen (un poco) más fácil. “Un buen ejemplo es el centro
comercial Zielo de Pozuelo de Alarcón. En este caso, un restaurante como El Cielo de Urrechu, pese a estar en la
segunda planta, es totalmente accesible gracias a los ascensores”.
Otro centro
comercial que sale airoso es Castellana 200, en el que “todos los negocios de
hostelería cuentan con un acceso sencillo”. Eso sí, esta experta precisa que,
dependiendo del local, los aseos accesibles “pueden encontrarse
en una planta diferente, por lo que toca salir del restaurante”.
Mesas muy altas, mesas muy bajas
Las tendencias no
siempre van de la mano de la accesibilidad. Un obstáculo en el que casi
nunca reparamos es la de la barra, que rara vez se sitúa a la altura necesaria
en el caso de las personas en silla de ruedas. “Imagínate que todas
las mesas están ocupadas pero hay un hueco en la barra y esta está demasiado
alta. O que el propio concepto central del restaurante sea ese, el de estar
acodado en el mostrador y sentado en un taburete. En este caso se produce una
clara discriminación”, sentencia Brusilovsky.
En el otro extremo
se sitúan las mesas demasiado bajas. Subirón
explica que no han sido pocas veces las que se encontrado con algunas en las
que las piernas directamente “no caben” al tener un diseño en el que
la distancia al suelo se reduce. “Hay mesas de todos los diseños y
todos los gustos y puedes toparte, además, con otros elementos que impidan que
te acomodes y que van más allá de la clásica pata”.
Buenos
(y pocos) ejemplos
Además de los ya mencionados, a Subirón le
cuesta encontrar ejemplos en los que todo se le haya puesto de cara. “Creo que
hay grupos como La Ancha, por ejemplo, que gestiona y abre restaurantes grandes
y que cuida esto. Pero son casos muy puntuales. Aunque pensemos que España va
por detrás en este aspecto, estamos equivocados. Ciudades como Londres o París
están como nosotros o peor. Creo que la accesibilidad se cuida más en los
países nórdicos”.
Fuente el perodico
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