viernes, 10 de noviembre de 2023

El sensible relato de una pediatra que atendió a gemelos autistas en Corrientes




El caso llevó a la profesional a dedicarle una investigación sobre la importancia de la comunicación en la medicina. 

n el prólogo de su tesis para doctorarse en Medicina, la doctora Roxana Estela Servin hizo una sensible reflexión sobre la relación médico-paciente.

"Recuerdo y viene al caso, a una mamá que, humildemente, vino un día a consultar 'sola' (sin su hijo), pidiéndome ni bien se sentó, cabizbaja y sin hacer contacto visual conmigo, que 'por favor no la retara'. Me pregunté… ¿por qué me diría semejante cosa?, y le expresé mi pensamiento, a lo que respondió que un profesional la había “echado” del consultorio el día anterior, al verla entrar sola, sin “su hijo”. Me dijo que quiso explicar el porqué, y antes de escuchar lo que tenía para decir, el médico le dijo que no la iba a atender si no traía al niño, acto seguido, más reprimendas". Así comenzó Servin su relato.

 

Servin detalló sobre el episodio: "Yo le dije que no acostumbraba a “retar” a los pacientes y que por favor me mirara a los ojos y me contara cuál era el problema, a lo que respondió que ella necesitaba primero una consulta a solas para relatar cómo eran sus hijos, ya que, si los traía en la primera consulta, no podríamos conversar sobre los gemelos de siete años, ambos con autismo. Que nunca, ningún médico había logrado ponerles un estetoscopio en el pecho, y mucho menos pesarlos o revisarlos. Y llorando me explicó que ella no merecía ese trato, que era pobre, pero una buena madre. Que había criado nueve hijos y hasta uno de ellos iba a la universidad; que ella lavaba ropas para ganar dinero, y que las latas que traía en una bolsa no eran porque “fuese alcohólica', sino que las recolectaba para venderlas"

El episodio fue un antes y un después en su carrera y el caso le significó una experiencia productiva: "Gracias a eso, y en forma gradual después de varios encuentros, pude acceder a revisar a los niños y pesarlos, sin que gritaran, se golpearan la cabeza contra la pared, se mordieran o se arrancaran los cabellos".

"En la primera consulta, en que atendí a uno de los gemelos, me dirigí a él con palabras amables, afectuosas, lo miré de frente (aunque él no), le expliqué lo que era un estetoscopio y lenta, muy lentamente me fui acercando. En ese momento comenzó a “aplaudir”, y yo, habiendo considerado esto en mi juvenil arrogancia, como 'un triunfo personal', me dirigí a la mamá para preguntarle: ¿me acepta, verdad? ¿le caigo bien? ¿está contento con esta interacción no?", recordó Servin.

"La madre respondió negativamente, comunicándome que ese movimiento repetitivo de sus manos, indicaba que estaba asustado, ansioso, y a punto de tener 'una crisis de nervios'. Caí en la cuenta de mi ignorancia acerca de la patología, por un lado, y por otro, del valor invaluable y la importancia de la observación para decodificar el mensaje del lenguaje corporal, de todo aquello que el niño (en general y este paciente en particular) está comunicando y no se lo percibirá, a menos que se haga consciente la intención de prestarle atención adecuada. Y entendí que esto último es una especie de 'ley universal', en lo que respecta a la comunicación del y con el paciente", reflexionó la Doctora.

 

.La tesis "La comunicación del pediatra percibida por padres/tutores de niños y adolescentes que consultaron en el  Hospital Pediátrico "Juan Pablo II" en 2019" fue presentada este año y se puede leer completa en el repositorio académico, online y abierto de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE).

Fuente el litoral corrientes


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