lunes, 12 de marzo de 2012

La vida después de un ACV

Descripcion de la imagen:mujer tomándose la sien  con las manos por dolor de cabeza intenso
Se estima que en Argentina 130.000 personas por año sufren un ACV (Accidente Cerebro Vascular), de ellos el 30% fallece antes de los 30 días de sucedido el stroke y la gran mayoría deberá lidiar con secuelas discapacitantes. Siendo la primera causa de discapacidad en adultos, el ACV no afecta solamente a la persona que lo sufre sino a todo su entorno familiar y afectivo, de allí la importancia de conocer a fondo los factores de riesgo, las nuevas estrategias de prevención y los enfoques actuales de tratamiento, como los últimos avances en las teorías de la plasticidad neural. De igual manera, conocer las experiencias de vida de los sobrevivientes, reunidos en torno a grupos de intercambio y redes sociales puede ayudar a sentirse menos abrumado ante una realidad que no cierra sus puertas a la esperanza de una buena calidad de vida.
 Estrés, depresión, falta de cuidado en las comidas, vida sedentaria, tabaquismo, consumo excesivo de alcohol, las emisiones de dióxido de nitrógeno por la polución urbana… son características casi inherentes al ritmo de vida que imponen las grandes ciudades, y el principio desencadenante de la gran mayoría de las dolencias graves que afectan a la población mundial y acarrean los mayores índices de muerte y discapacidad, entre ellas el ACV o stroke.
Se calcula que en nuestro país las víctimas anuales del ACV ascienden a 130.000 (una persona cada cuatro minutos), en España a 100.000 y en los Estados Unidos la cifra alcanza las 795.000 víctimas anuales.
El ACV comprende la tercera causa de muerte y la primera de discapacidad en adultos, entre el 15 y el 30% de aquellos que logran sobrevivir podrán adquirir una discapacidad permanente, ello dependerá de la atención especializada que reciban en las primeras 4 horas luego de comenzar a experimentar los síntomas típicos.
Se sabe que el stroke tiene una incidencia mayor en hombres que en mujeres y si bien la edad más riesgosa es partir de los 60 años se calcula que entre el 20% y 30% de los casos se registran en menores de 45 años e incluso en niños.
Un ACV puede convertirse en una verdadera catástrofe para la persona afectada y para su entorno íntimo, no sólo por las secuelas discapacitantes y por cómo se verá afectada su calidad de vida y su independencia, sino también por los elevados costos económicos que puede implicar el tratamiento y la rehabilitación (sin contar los enormes costos sociales: pérdida laboral, pensiones por invalidez, etc.). De todos modos, los avances tecnológicos y las nuevas terapias de abordaje abren una luz de esperanza tanto en el campo de la prevención como del tratamiento.
Principalmente, en países desarrollados el mayor conocimiento público de las causas del ACV logró reducir considerablemente la tasa de muerte y los científicos predicen que si se continúa aunando esfuerzos en pos de la reducción de riesgos, se utilizan adecuadamente las terapias de rehabilitación y se sigue investigando por nuevos abordajes, en poco tiempo los ataques cerebrales podrán prevenirse en hasta un 80%. El punto clave radica en poder transformar los hábitos de vida y en generar una mayor concientización al respecto.
En este punto clave, el papel desarrollado por aquellas personas que han logrado sobreponerse al drama y compartir sus testimonios puede ser una pieza clave para crear mayor conciencia social y poder apreciar cómo pequeños cambios en los hábitos cotidianos pueden marcar una gran diferencia.

Informarse y actuar rápido
Si bien un porcentaje considerable de los ACV se presenta de forma repentina, un número mucho mayor manifiesta síntomas premonitorios y para los profesionales de la Asociación Argentina de Ataque Cerebral (AAAC) es fundamental que la sociedad incorpore el conocimiento necesario para interpretar las señales de alerta y poder actuar rápidamente ante un posible stroke.
Para poder reconocer los síntomas previos al ACV, los especialistas diseñaron un sistema de reconocimiento mnemotécnico simplificado llamado “de las 5 C”:
-“Cuerpo”, se manifiesta al sentir la mitad débil, dormida o paralizada, sobre todo cara, brazos y piernas
-“Confusión” para hablar o entender.
- “Ceguera”, se expresa en la visión borrosa, en uno o ambos ojos o en su pérdida repentina.
-“Caminata”, se advierte al no poder avanzar o en la pérdida del equilibrio.
- “Cabeza”, dolor severo, repentino y persistente.
Según la National Stroke Association de los Estados Unidos, los estudios muestran que hasta un 80% de los accidentes cerebrovasculares se pueden prevenir mediante el establecimiento de los grupos de riesgo, la consulta regular a un profesional de la salud para reducir el riesgo personal y el manejo a la hora de reconocer signos y síntomas y responder adecuadamente.
Si todavía vamos más allá, otro factor de suma importancia es saber reconocer si uno se encuentra dentro de los grupos de riesgo. Entre ellos se inscriben las personas que tienen hipertensión arterial, diabetes, fibrilación auricular, niveles altos de colesterol y triglicéridos, adicción al cigarrillo o cocaína, que consumen alcohol en exceso, los carnívoros (especialmente quienes consumen mucha carne roja y pocas verduras, cereales y frutas), y como mencionamos al comienzo, los sedentarios y aquellos que sufren de estrés o depresión.
La fibrilación auricular (FA) o arritmia acrecienta considerablemente el riesgo de sufrir un ACV. Según señala la Fundación Española del Corazón, esta enfermedad es grave, ya que produce un ritmo cardiaco irregular y anormal que puede producir coágulos de sangre que pueden viajar desde el corazón hasta el cerebro y causar un derrame cerebral.
Luego de conocer los grupos de riesgo y los signos de alarma, el tercer punto a tener en cuenta es la correcta intervención frente a un posible ACV.
Los consejos suministrados por el portal de la campaña por el Día Mundial del Ataque Cerebral (www.ataque cerebral.org.ar) apuntan en primer lugar a recostar a la persona afectada por los signos de alarma con un almohadón o varias almohadas, asegurándose de evitar que se caiga. La persona debe permanecer sobre uno de sus costados para evitar que la saliva o un eventual vómito se dirijan a la vía respiratoria. “Inmediatamente debe llamar al servicio de emergencias público (SAME o similar) o privado (de su obra social, prepaga o mutual), aclarando al operador que la persona ha sufrido un ataque cerebral, lo que constituye una emergencia neurológica y requiere el envío de una ambulancia con código rojo”. Otro punto de suma relevancia es no proporcionar al paciente ningún tipo de medicación mientras llega la ambulancia, ni siquiera una aspirina o similar, y de ser posible apuntar la hora exacta de comienzo de los síntomas.
Para la National Stroke Association, la intervención temprana de un equipo médico de emergencias capacitado es crucial, ya que la rehabilitación comienza en realidad en el hospital tan pronto como sea posible. En los pacientes que están estables, la rehabilitación puede comenzar dentro de dos días después de la internación.
La prestigiosa organización asegura que, dependiendo de la gravedad del accidente cerebrovascular, las opciones de rehabilitación pueden incluir:
- Internación en una unidad de rehabilitación en el hospital.
- En unidad de cuidados subagudos.
- La internación en una clínica especializada en rehabilitación.
- Terapia en el hogar.
- Tratamiento ambulatorio.
Y una internación a largo plazo en centros de atención que ofrecen terapia y cuidado de enfermería especializados.
El objetivo de la rehabilitación es mejorar la función de modo que el sobreviviente del ataque cerebral pueda llegar a ser lo más independiente posible. Esto debe hacerse de una manera que preserve su dignidad y motive a los afectados para que en el plazo más corto posible puedan volver a aprender las habilidades básicas que el accidente cerebrovascular puede haber quitado, tales como comer, vestirse, hablar, estudiar y caminar, entre otras.
Dentro de los abordajes primarios, y teniendo en cuenta el tiempo transcurrido desde los primeros signos, el equipo de emergencias puede suministrar determinadas drogas que permiten destapar la arteria ocluida cuando se produce un infarto de cerebro.
Otras intervenciones pueden incluir la cirugía para reparar el daño causado o para prevenir un segundo ataque, la utilización de un catéter para destapar los vasos dañados en el cerebro, la regulación de los principales factores de riesgo vascular como presión alta, la diabetes, el colesterol y eventualmente la obesidad y el cambio en los hábitos de vida riesgosos.
Luego, y dependiendo de la evolución del paciente, podrán comenzarse los programas de rehabilitación personalizados y la posible inclusión de nuevas perspectivas como el trabajo sobre plasticidad neuronal o la estimulación magnética transcraneal.
La plasticidad neuronal es la capacidad del sistema nervioso central para adaptarse y recuperar funciones perdidas después de un stroke, esto quedaría plasmado en la reorganización sináptica y la posibilidad de crecimiento de nuevas sinapsis a partir de una neurona o varias neuronas dañadas. Se puede modular la plasticidad cerebral con distintas estrategias, ya sean farmacológicas, a través de ejercicios físicos o cognitivos.
Estudios clínicos y experimentales permiten localizar las estructuras cerebrales que asumen la función que se realizaba antes de la lesión. A partir de ello, la voluntad del paciente y la pericia de los profesionales a cargo pueden conseguir resultados sorprendentes ante lesiones cerebrales no masivas y que no tengan carácter degenerativo.
Las intervenciones y terapias existentes, como también los nuevos fármacos, posibilitan que la calidad de vida de una persona que ha sufrido un ACV presente un mejor panorama que hace apenas diez años. Esto lo demuestra el ejemplo de miles de personas que sumando su voluntad con el esfuerzo de los profesionales han podido en muchos casos retomar muchas de sus actividades cotidianas.

La esperanza y el misterio de una “nueva vida”
Por detrás de los esfuerzos médicos, la tecnología disponible y el empeño que cada paciente y su familia ponga para salir adelante, la calidad de vida dependerá del daño causado por el ACV.
Los problemas más comunes que pueden surgir luego de un stroke llegan a afectar distintas áreas:
Comunicación y afasia: daño en la capacidad de hablar y comprender palabras.
Movilidad: parálisis y espasticidad, muchos sobrevivientes deben enfrentar esta experiencia y/o problemas de equilibrio de algún tipo.
Depresión: muy común en los sobrevivientes.
Pérdida de la memoria: es común y puede afectar a los sobrevivientes de muchas maneras.
Dolor: pueden surgir muchos tipos de dolor después del accidente cerebrovascular.
PBA – “Seudobulbar Afectan”: labilidad emocional, el afecto lábil o incontinencia emocional se refiere a un trastorno neurológico caracterizado por episodios de llanto o risa involuntarios o incontrolables, o de otras manifestaciones emocionales.
Problemas de sexualidad: puede perderse el deseo sexual, problemas eréctiles o de lubricación, o simplemente rehuir a las relaciones por temor a sufrir otro episodio.
Demencia vascular: pérdida de la función cognitiva o capacidad intelectual.
Cada uno de estos trastornos será atendido por el equipo interdisciplinario integrado por neurólogos, kinesiólogos, terapistas ocupacionales, neuropsicólogos, psiquiatras, y logopedas, entre otros.
Mas allá de las secuelas conocidas y esperables luego de un ACV, existe también un sinfín de reacciones y circunstancias para las cuales la ciencia aún no tiene respuesta o recién está comenzando a comprender.
Como parte de estos procesos misteriosos vinculados al complejo entramado y potencialidades del cerebro, muchos pacientes pueden llegar a parecer una persona completamente distinta o comportarse de forma llamativa luego de un stroke.
Parece no ser extraño que estas personas despierten del ACV hablando con un acento totalmente distinto al de su lengua materna o incluso en idiomas que desconocían, también se han documentado casos de personas que adquirieron habilidades que no poseían, como dibujar o pintar.
Otros cambios pueden ir realmente mucho más allá. Tal es el reciente caso de Chris Birch, un banquero y jugador de rugby galés que volvió a la vida con una nueva identidad. Este joven de 26 años, que toda su vida previa había sido heterosexual, despertó reconociéndose homosexual.
Según informaron los especialistas, estos cambios de conducta estarían relacionados con las áreas específicas afectadas por la dolencia, en este caso el sistema prefrontal.
Por fortuna son cada vez más las personas afectadas que deciden superar los prejuicios y contar sus experiencias para lograr una mayor concientización y poder brindar aliento a quienes se encuentran en pleno trance. Sin quitar mérito al trabajo y testimonio de los especialistas, la palabra de una persona que ha sobrellevado exitosamente el ACV puede ser una herramienta de superación invalorable para los pacientes.
En este sentido, las redes sociales juegan un papel fuerte a través de la creación de blogs y grupos de pacientes y familiares que encuentran en el espacio virtual un punto de intercambio de experiencias personales, tratamientos, consejos y acompañamiento emocional.
Tal es el caso de los grupos de Facebook “El ACV no es un misterio”, creado por un paciente que logró sobreponerse exitosamente a dos ACV y que hoy comparte fotos, videos y testimonios de su rehabilitación, o “Yo Tuve Un ACV” y “Familiares y amigos de gente que sufrió un accidente cerebro vascular (ACV)”.
Existen muchos testimonios, incluso, de personas que luego de sufrir un ACV y lograr sobreponerse sin mayores secuelas han encontrado en su dolencia la oportunidad de organizar su vida de una manera más armónica, incorporando hábitos saludables, como abandonar las adicciones, bajar de peso e incorporar dietas más saludables como el vegetarianismo, realizar ejercicio físico con regularidad, practicar meditación, yoga y otras técnicas relajantes y dedicarse a actividades placenteras y recreativas que anteriormente no se permitían, en fin, ver la vida con otros ojos y otras prioridades.
Es verdad que aún queda mucho por recorrer en el camino de la prevención y la concientización de la sociedad, y éste es un punto clave para que cada vez más personas puedan detectar tempranamente los factores de riesgo y, en caso de contraer un ACV, puedan identificarlo en al acto y aumentar así sus chances para reducir las secuelas. Pero aun así, de a poco el accidente cerebro vascular está dejando de ser un tema tabú y gracias al coraje y la labor conjunta de pacientes y especialistas, el futuro puede presentar mejores oportunidades de recuperación y preventivas.
Resta contar con un mayor respaldo del Estado para acompañar las campañas informativas y que pueda concretarse una Ley Nacional de Ataque Cerebral que logre poner al alcance de toda la población la atención necesaria, adecuada y el tratamiento oportuno en caso de sufrir esta difícil pero no invencible condición.

Fuentes:
- Asociación Argentina de Ataque Cerebral: www.rescatecerebral.org/
- INECO -Instituto de Neurología Cognitiva-: www.neurologiacognitiva.org/
- Día Mundial del Ataque Cerebral: www.ataquecerebral.org.ar/
- Texas Heart Institute: www.texasheart.org
- National Stroke Association: www.stroke.org
- Fundación Española del Corazón: www.fundaciondelcorazon.com/

2 comentarios:

  1. MUy intyeresante y completo el informe, saludos cordiales Dra Velasco, Luis Bertone, ACV no es un misterio, personas como usted enaltecen al mundo.

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  2. MUy intyeresante y completo el informe, saludos cordiales Dra Velasco, Luis Bertone, ACV no es un misterio, personas como usted enaltecen al mundo.

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