lunes, 13 de noviembre de 2023

Lula Cornejo, el arte como salvavidas








La joven artista cuenta cómo el arte le permite expandirse más allá de su discapacidad funcional

"El arte para mi es terapéutico porque me permite moverme con libertad. Yo no puedo correr, ni saltar, ni bailar, por las limitaciones que tengo, al ser una persona neurodivergente con una discapacidad funcional. Y en la tela puedo saltar, puedo bailar y puedo correr. Esas cosas que no puedo hacer en tierra firme", afirma María Luján "Lula" Cornejo, quien además de ser dueña de esta contundente reflexión es la artista de 29 años oriunda de Bahía Blanca que acaba de ser seleccionada para participar en octubre de la Bienal de Florencia (Italia) con su obra pictórica. Con una breve pero experimentada carrera sobre sus hombros, Lula reflexiona sobre la importancia de la pintura como territorio donde expresarse allí donde el lenguaje y el cuerpo no lo permiten. 

En el marco del homenaje extranjero, esta semana Lula se convirtió en estrella, atendiendo diferentes medios de comunicación a diestra y siniestra. Hablar en público con desconocidos representa un esfuerzo para ella, pero lo hace con ganas y paciencia acompañada de Gabriela, su madre, que también está presente en la videollamada donde comentan la carrera artística de Lula con BuenosAires 12 directamente desde Chivilcoy, donde residen hoy en día. 

Esto cambió un poco desde la pandemia, ya que antes de encontrarse con la pintura militaba por la diversidad funcional, donde hablaba en vivo con micrófono constantemente. A causa de su neurodiversidad, Lula tiene comprometido el movimiento, aunque en el ejercicio artístico logra estabilidad y pasa la mayor parte de su tiempo en su taller, pintando.  

Su primer encuentro con la pintura fue en 2020, durante la pandemia. "Estaba aburrida, no sabía bien qué hacer. Empecé a estudiar arte con una profesora. Me formé en el informalismo y en el expresionismo abstracto. Pero no sabía que me iba a gustar hasta que probé, entendí y me empezó a gustar. Y ahí no paré", afirma.

Su madre interviene: "Fue literal, no paró desde que empezó". Al principio Lula intentaba sobre papel, como empieza cualquiera que recién se está formando, y su madre recuerda que había que hacer lugar entre los muebles, porque la producción de su hija había empezado a tomar la casa. "Tenía una superproducción de pintura en papel hasta que la profesora le insistió, me decía a mi Gabi, dice ¿por qué no le compraste la tela? Y yo le decía ¿te parece? Tengo la casa llena de papel. Y una vez que pasó a la tela, no paró. Se enamoró. Fue una cosa de un enamoramiento", afirma. 

Más allá de que su mamá la acompaña, ya que Lula no puede manejarse completamente sola con los materiales ("yo soy su Juanita", afirma Gabriela) pintar continúa siendo para ella una actividad muy solitaria. 

"Es un medio de expresión terapéutico para mi. Me pongo la música a la mañana, me siento relajada, me dejo llevar y fluir con los colores. Primero con uno, después con otro, color, y así sucesivamente. El color para mí refleja todo lo que puedo expresar, mi manera de jugar con la pintura, desde el corazón hacia el color que pongo en la tela. Los sentimientos", afirma Lula. El turquesa fue uno de los colores que siempre le atrajo, hasta de chica. Lo que en su momento eran vestidos, colitas y todo turquesa, hoy quizás se convierte en una fase de su obra artística, constituida siempre por colores estridentes y paletas contradictorias. 

Según sus propias palabras, la tela grande sobre la que imprime sus colores le permite sentirse libre. "Siento que me puedo mover fluidamente y expresarme fluidamente también", afirma. "Soy pequeña pero pinto en grande, porque lo que pinto son las propias interpretaciones de mis mundos internos. Y son muy grandes, es muy vasto".

Las obras de la joven artista en su mayoría están realizadas con acrílico, aunque también utiliza otras técnicas como la pintura afásica, el alcohol, el aguarrás, y hasta pasta para modelar, "porque me da cierta textura, cierto relieve que me gusta".

"Fui descubriendo mundos de colores que nunca conocía. O sea, es como un juego para mí. Siempre fue como un juego el arte, más allá de los colores. Me invitó a recorrer nuevos mundos y me abrió la posibilidad de conocer", afirma Lula. Justamente, en un texto curatorial que acompaña una de sus exposiciones se reafirma la posibilidad de que el arte sea para Lula un salvavidas. "No solamente para mantener la flote, sino que la ayuda a llegar de un lugar al otro donde ella quiere ir, ¿no? Es decir, ahí descubre, cuando empieza con el arte, a jugar con el arte, que hay otros horizontes. Que hay otras puertas a donde llegar", afirma Gabriela.

El juego llegó a buen puerto, ya que hace unos días, la pintora se enteró de que había sido seleccionada para exponer en la Bienal de Florencia (Italia) gracias a cuatro de sus obras más queridas: "Bohemial", "Emergium", "Desvelo" y "Los iluminados". 

Esta última, una tela pintada con colores fucsia, amarillo, negro y azul que es una de las obras preferidas de la joven artista por su significado: fue una de las que estuvo exhibida en Casa Evita de los Toldos. "Fue el primer lugar donde pude exponer", cuenta. Además, Los iluminados fue expuesta en Los Toldos junto con un video, donde podemos ver el detrás de escena de la composición de la pintura. El video fue expuesto junto con las obras, a modo de obra apéndice. "Para mi era importante que la gente pueda ver el proceso", afirma. 

A pesar de que su carrera como artista es relativamente corta, desde junio de 2021 Lula no paró de exponer: en el Museo de Artes Plásticas Pompeo Boggio, en Los Toldos, en Dolores, en la Universidad Nacional de Lanús fue invitada a pintar en vivo. Actualmente, hay obras suyas expuestas en MACAB.

Desde 2021, la artista forma parte de "Puentes Culturales", un programa impulsado por el gobierno bonaerense que tiene como eje el derecho a la cultura de las personas con discapacidad a través de acciones que garanticen su accesibilidad. Puentes culturales, un programa "Está dedicado a viajar a distintas ciudades del país y a concientizar sobre la accesibilidad a las personas neurodivergentes a la cultura", afirma Lula, que valora que a través del programa pudo conocer otros artistas con los que compartir diálogos sobre arte y diversidad. 

Lo único que no está muy claro es en qué momento Lula descansa: no solo está constantemente pintando, mantiene activas sus redes sociales donde se conecta con personas de todo el mundo, está aprendiendo italiano e inglés y está terminando el secundario con la ayuda del plan FINES. 

Ahora, espera a octubre con ansias no solo de salir del país por primera vez, sino de representar a su país, en sus propias palabras. "Mi sueño es poder viajar con mis obras y recorrer el mundo", afirma. "Mientras el cuerpo nos dé", afirma casi a coro con su madre, que espera poder seguir acompañandola en cada paso del proceso. 

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