domingo, 14 de abril de 2024

Esquizofrenia infantil


a su hermano mayor de la mano hacia la cima de una colina cercana para atarlo a un árbol y quemarlo, como sucedía en las películas con los herejes. Afortunadamente no pudo concretarlo.

Caracterización de la esquizofrenia

Se trata de un trastorno mental grave que afecta la percepción de la realidad, al extremo de que complica seriamente el funcionamiento diario de las personas.

Para la Real Academia Española, el vocablo en dicho idioma proviene del alemán Schizophrenie, el cual, a su vez, deriva del griego schízein, que significa escindir, y de phrenos, mente, con el significado de “1. f. Med. Grupo de enfermedades mentales correspondientes a la antigua demencia precoz, que se declaran hacia la pubertad y se caracterizan por una disociación específica de las funciones psíquicas, que conduce, en los casos graves, a una demencia incurable”.

Sus síntomas incluyen una serie de problemas cognitivos, del comportamiento y de los aspectos emocionales. Como ocurre con otras afecciones, los mismos pueden variar entre diversos sujetos no solamente en intensidad sino también en cuanto a cuáles de ellos se presentan. Los más corrientes son:

1. Fantasías: los sujetos manifiestan creencias que no tienen ningún ancla con respecto de la realidad. Entre otras formas, pueden creer que existen conspiraciones de terceros para perjudicarlos, acosarlos, burlarse de ellos, que alguien que presta atención está enamorado de sus personas, que van a ocurrir catástrofes de acuerdo con signos que solamente el individuo percibe, etc.

2. Alucinaciones: se escuchan, ven o huelen cosas que no tienen existencia, aunque se tiene la certeza de que sí, como si se tratara de una experiencia normal. Las más frecuentes son las de orden auditivo.

3. Pensamiento desorganizado: el mismo se percibe a través del discurso, lo que afecta la eficacia de la comunicación, con un habla que es posible que resulte difícil de comprender y respuestas a preguntas que en ocasiones poco o nada tienen que ver con lo que es requerido. Con menor frecuencia la emisión de estas personas se conforma con una mezcla de palabras que carecen de sentido, aunque ello puede ocurrir.

4. Comportamiento sin orden o anormal: Este puede no enfocarse hacia un objetivo claro, sino que frecuentemente es errático, con lo cual cuesta llevar a cabo casi cualquier tarea, así como también es habitual que exista resistencia para seguir instrucciones, la falta de respuesta ante situaciones que requieran alguna, mientras que la motricidad puede mostrar posturas inadecuadas, extrañas, movimientos carentes de sentido, inútiles o excesivos, e incluso raramente estados de inmovilidad que se denominan catatonia.

5. Hábitos y otros aspectos negativos: Esto implica que los sujetos tienen una capacidad limitada para llevar su existencia de una manera normal, en el mejor de los casos. Una manifestación frecuente es el descuido respecto de la higiene tanto personal como de su hábitat, apariencia de falta de emociones (las más corrientes, no hacer contacto visual, mantener una expresión facial independientemente de lo que suceda o de lo que se le comunique, hablar con tono monótono), también la paulatina pérdida de interés en realizar las tareas cotidianas, retracción social o aparente incapacidad de sentir placer.

Otros síntomas que suelen aparecer son problemas de ansiedad, depresión y pensamientos o comportamientos orientados hacia el suicidio. Asimismo, tienden a afectarse la capacidad de atención, la concentración y la memoria.

En lo que respecta a las causas, no se sabe a ciencia cierta qué es lo que la produce, por lo cual se especula con que podría deberse a cuestiones genéticas imbricadas con factores ambientales que fungirían como disparadores. También se ha asociado la esquizofrenia con el consumo de sustancias psicoactivas ilegales, aunque como conductas que implican un aumento de la probabilidad de padecerla.

Algunos sujetos manifiestan las diferentes formas de este estado mental en forma constante, aunque es más frecuente que existan remisiones y regresiones que se presentan como brotes psicóticos.

En cuanto a su prevalencia, la Organización Mundial de la Salud estima que habitan nuestro planeta alrededor de 24 millones de individuos con esquizofrenia, lo que daría una afectación de 1 de cada algo más de 300 personas. Las estimaciones respecto de la República Argentina indican que algo así como 400.000 habitantes la portarían. De todas maneras, no existen cifras exactas al respecto ni a nivel global ni al regional.

Por otra parte, algunas investigaciones dan cuenta de que se presenta con una ligera mayor frecuencia en mujeres que en varones, en una relación de 1,4 a 1.

Aunque no se han hallado evidencias de que sea hereditariamente transmisible, se ha señalado que, existiendo un hermano con diagnóstico, la probabilidad de que otro también porte esquizofrenia aumenta un 10%. Algo similar ocurre si el afectado es alguno de los padres. Aunque no se señalan porcentajes, que existan dos o más miembros de una familia con este trastorno incrementaría el riesgo de que algún otro integrante también la porte.

El DSM IV habla de cinco tipos diferentes de esquizofrenia: el desorganizado o hebefrénico, el catatónico, el paranoide, el residual y el indiferenciado, categorías que se descartaron en la versión posterior del Manual porque en la enumeración anterior se superponían algunas de las características, lo que daba cierta imprecisión a la hora de realizar el diagnóstico. Siguen considerándose la paranoia, el comportamiento desorganizado, la catatonia y demás como posibles síntomas, pero sin que ello derive en clases diferentes.

La eclosión de la esquizofrenia es mucho más frecuente entre principios y mediados de los 20 años en varones y hacia el final de esta década en las mujeres. Muy raramente aparece después de los 45. También en niños es menos usual, pero existen casos.

 

Similitudes y diferencias en niños

Las estadísticas indican que una tercera parte de los pacientes, sin embargo, inicia su cuadro antes de los 18 años, aunque solamente el 6% lo haría previamente a los 16 y la prevalencia con antelación a los 13 años se ubicaría entre 1 de cada 10.000 a 30.000 nacidos, mientras que estudios de hace casi tres décadas atrás señalaban que la incidencia de la esquizofrenia infantojuvenil se ubicaría en el orden del 0,23% de la población.

Por otra parte, prácticamente se registran pocos casos infantiles que se presenten antes de los 5 años, sino que los existentes generalmente aparecen a esa edad o tiempo después. De todas maneras, un señalamiento importante a considerar respecto del número es que los trabajos de investigación dan cuenta de que el diagnóstico en niños resulta mucho más dificultoso, ya que es posible que se confundan los signos con los de otras problemáticas e incluso que algunos de ellos se enmascaren bajo la apariencia de ser parte del desarrollo típico, por lo cual quizás haya muchos más de los que se cuentan.

En lo que respecta a la sintomatología, la misma es similar a la que presenta la población joven y adulta, aunque con diferencias.

Las discrepancias principales que hacen más difícil el diagnóstico son: distanciamiento de amigos y familiares, baja en el rendimiento escolar, problemas con el sueño, humor irritable o depresivo, inercia por falta de motivación, todas ellas conductas que también suelen producirse en el desarrollo considerado como normal.

También se apunta que aun los síntomas compartidos con los adultos muestran diferencias. Como ejemplo, puede citarse que la aparición de ideas suicidas es menor en los niños y que exista una mayor probabilidad de que las alucinaciones sean visuales y no tanto auditivas.

Si bien se afirma que estas personas (y sobre todo los niños) no tienden a presentar comportamientos violentos, sino que, por el contrario, suelen estar más frecuentemente del lado de las víctimas que de los agresores, también hay excepciones, sobre todo en los casos más complicados.

Por otro lado, aunque la esquizofrenia en sí misma no es una afección que produzca un acortamiento de la existencia, por sus derivaciones existe una probabilidad de muerte prematura entre dos y tres veces mayor que la de la población general, a menudo por enfermedades a las que el propio sujeto no presta atención y también como causa de su falta de conexión con la realidad que obstaculiza la consideración de riesgos.

Otra diferencia estriba en que el inicio en niños y adolescentes tiende a ser más gradual que a otras edades, con inclinaciones a volverse más solitarios, a presentar dificultades crecientes respecto de la atención (por mayormente prestarla a sus alucinaciones), a mostrarse ansiosos (las experiencias ilusorias pueden y suelen ser amenazantes, infundiendo temor) y más, para luego ir creciendo en importancia, con los altibajos típicos de la condición.

En lo que respecta al tratamiento, suele sel el mismo que para los adultos, normalmente una combinación de terapia de tipo psicológico y psiquiátrico reforzado por medicación acorde a los síntomas principales, a la edad, al estado físico del paciente, a su peso y a las demás variables que los profesionales tratantes dispongan.

En lo concerniente a los medicamentos, los más prescriptos son los antipsicóticos, con los cuales se busca bajar la intensidad de los síntomas con la menor dosis posible, porque sus efectos a largo plazo pueden ser peligrosos por sus derivaciones secundarias. En ese sentido, se prefiere a los más modernos, conocidos como de segunda generación (aripiprazol, ansenapina, brexpiprazol, etc.), a algunos más antiguos como el haloperidol, utilizado desde 1958, que puede causar problemas cardíacos, de control motriz y síndrome neuroléptico maligno, caracterizado por alteraciones en el estado mental, rigidez muscular, hipertermia e hiperactividad incontrolable, aunque más frecuentemente las consecuencias adversas sean menores y controlables.

El pronóstico siguiendo el tratamiento adecuado a cada persona es de mejora importante. El mismo se sigue durante toda la vida del paciente, aunque los síntomas hayan desaparecido. De todas maneras, muchos necesitarán de ayuda y supervisión incluso para tareas simples, mientras que un número relativamente pequeño requerirá de internaciones, en algunos casos para estabilizar, en otros la institucionalización será permanente para garantizar la seguridad, la alimentación, la higiene, el descanso nocturno, etc. Si, por el contrario, se deja sin tratar la esquizofrenia las complicaciones irán sumándose, con cuadros cada vez más graves.

 

Casuística: algunos ejemplos de esquizofrenia en niños y adolescentes

Luke Watkin

A los 12 años, de repente, escuchó el frenazo de un tren seguido por el ruido de metales chocando, pero ello no ocurrió. A continuación continuó oyendo ruidos inexistentes, luego palabras, su nombre y frases enteras. Pero como nadie le prestó atención, decidió guardarlo para sí. Entonces pensaron que se trataba de alguien callado.

Luke pasó casi 10 años sin diagnóstico, ya que su entorno le hizo creer que era algo sobre lo que no había que hablar. Pero al entrar a la universidad ya no pudo controlarse más.

Por fin logró el diagnóstico y con los tratamientos correspondientes, hoy con 31 años, este británico intenta ayudar a otros con problemas similares, puesto que el silencio y el ocultamiento no curan, sino que tienen el efecto contrario.

 

Antonio

Ya desde pequeño y hasta los dos años presentó dificultades con el sueño. Más adelante, en preescolar y en la primaria lograba buenas relaciones. Pero a los 12 años se produjo la eclosión. Su lenguaje se tornó menos organizado, saltando de un tema a otro, es poco expresivo gestualmente, tiende a no mirar a la cara de quien le habla, su autoestima es bajísima (cree que todo lo hace mal, que es un inútil), su rendimiento escolar ha descendido mucho, está obsesionado con el tema ovnis y repite que quisiera morir. También muestra manías (lavarse las manos una y otra vez, dejar las zapatillas colocadas de la misma forma, observarse constantemente en el espejo, etc.), pensamientos extraños (si hace o deja de hacer determinada acción sucederá algo terrible), miedo a que le lean los pensamientos, a molestar a los demás, problemas para dormir, realiza movimientos raros sin sentido, se ríe en circunstancias que no lo ameritan y una serie de otras conductas que derivan en un diagnóstico de esquizofrenia desorganizada.

 

Eva

Nacida en parto normal, a los dos años los padres hacen una consulta de Psicología y obtienen un diagnóstico de trastornos del comportamiento, del desarrollo y de la comunicación.

Dos años más tarde la familia se traslada a Córdoba. La escolarización de la niña es fallida, ya que su comportamiento lo impide. A los 5 se van a vivir a Francia, donde tuvieron problemas sociales y la madre presenta signos de esquizofrenia. El padre no puede hacerse cargo y la niña se integra a una familia de acogida, donde su cuadro eclosiona, por lo que inicia un tratamiento que la estabiliza hasta los 10 años. Pero entonces Eva refiere que puede controlar a otros con su respiración, que hay quienes pueden leer su mente, que está siendo enfocada por cámaras de TV y que se graban videos de ella para venderlos. Además, voces insistentes le dicen que morirá pronto porque ha hecho cometer crímenes a otras personas, cerrando el cuadro de esquizofrenia.

 

January Schofield, el caso más famoso

Nació el 8/8/2002 y parecía normal, hasta que su madre notó que la miraba fijamente sin apartar la vista. Al séptimo día casi dejó de dormir. Más adelante parecía seguir con la mirada el recorrido de algo que no estaba allí.

Poco antes de cumplir 3 años los padres creyeron que hablaba con un amigo imaginario llamado Lo. Pero después apareció 400, un gato malvado que le decía que hiciera cosas malas. También se cambiaba el nombre y reaccionaba violentamente cuando la llamaban por el real.

La preescolaridad la mostró agresiva y perturbadora, además de aislarse de los demás, porque ellos eran un 13 y ella un 17.

En 2007 nace un hermano y los síntomas empeoran, incluyendo autolesiones y el temor de que pudiera dañar al pequeño.

Tras una serie de diagnósticos errados y una internación de dos semanas para estabilizarla, se llega a que January padece de esquizofrenia.

Ratas con nombres de días de la semana, números antroporfizados (es amiga de 24 y 80 horas), distinta medicación surte efectos parciales para sus diversos síntomas.

De todas maneras, la niña, ahora joven, continúa con las tendencias agresivas, aisladas de las demás personas porque, según ella, la odian.

 

Los Galvin, esquizofrenia al por mayor

Era una familia bien conformada, él militar, ella ama de casa, considerados positivamente por la comunidad. Tuvieron nada menos que 12 hijos. Al llegar a la adolescencia Donald, el mayor, se paseaba desnudo por la casa, sacaba los muebles al jardín y tenía delirios religiosos, al extremo de creer que su hermana Lindsay era en realidad la Virgen María.

En 1972 Mary, como la llamaba su hermano, niña de 7 años, llevaba a su hermano mayor de la mano hacia la cima de una colina cercana para atarlo a un árbol y quemarlo, como sucedía en las películas con los herejes. Afortunadamente no pudo concretarlo.

Además de Donald (nacido en 1945) y Lindsay, otros cuatro hermanos también fueron diagnosticados como portadores de esquizofrenia. Todos ellos dieron muestras tempranas de que algo no funcionaba, aunque los signos fueron ignorados.

James (1947-2001), el segundo, además de pelear con el mayor, victimizaba al resto de sus hermanos menores.

Brian (1951-1973), rockero, pudo mantener en secreto su problema, hasta que se fue a vivir a San Francisco, se puso de novio y en un arranque psicótico mató a su pareja y se suicidó.

Joseph (1956-2009) fue el más tranquilo: simplemente escuchaba voces de lugares y épocas diferentes y nada más.

Matthew (1958), ceramista, estaba convencido de que él era Paul McCartney y que sus estados de ánimo causaban el clima.

Por último, Peter (1960) es una persona maníaca y violenta que, además, rechaza todo tipo de ayuda.

Estos son apenas algunos de los millones de casos, la mayor parte de los cuales son susceptibles de importante mejora con el tratamiento adecuado, aunque la condición perdura durante toda la vida y estas personas necesiten apoyos durante el resto de su existencia.

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